La precariedad laboral es uno de los principales problemas que afronta buena parte de la juventud española, ya que se traduce "en menores ingresos, debido a las bajas tasas de ocupación y de salarios, y en retraso en la emancipación y la natalidad". Esta es una de las conclusiones que arroja el estudio Presente y futuro de la juventud española, publicado por la Fundación BBVA y el Ivie, donde se analiza los principales retos y condiciones de vida de los jóvenes.
Y, a la vista de los datos, se confirma que España no es, precisamente, un país para jóvenes, dado que se su situación económica, derivada de la precariedad laboral, deja bastante que desear en comparación con el resto de la población e incluso las generaciones precedentes.
Precariedad laboral
En general, las personas jóvenes están más expuestas a los vaivenes del ciclo económico y la calidad media de sus ocupaciones es peor. El 25,4% de jóvenes trabaja con contratos a tiempo parcial, 12 puntos por encima de la media del conjunto de la población, y la tasa de temporalidad de la juventud ocupada también dobla el promedio.
Sueldos más bajos
Como consecuencia, los salarios de los jóvenes de entre 16 y 29 años son un 35% inferiores a la media y el progreso de sus ingresos a lo largo de la vida laboral está siendo más lento, pues mientras las cohortes anteriores alcanzaban una base de cotización similar a la media antes de los 27 años, actualmente, a los 34 años todavía no la han alcanzado.
Es decir, hoy por hoy, la juventud tarda más que las generaciones anteriores en lograr el nivel salarial medio típico de cualquier profesión. Mientras la cohorte nacida en 1955 alcanzó la base de cotización media a los 27 años, los nacidos en 1985 todavía no la alcanzaron con 34 años.
Renta inferior a la media
Aunque la juventud española dista de disfrutar unas condiciones de vida homogéneas, buena parte de la misma accede al mercado de trabajo con dificultades y su peso en la población parada es el doble que en la ocupada.
Esa extendida precariedad laboral explica también que la renta por unidad de consumo (es decir, teniendo en cuenta la composición del hogar) de los hogares cuyos sustentadores principales son jóvenes de entre 16 y 29 años ronde los 16.000 euros anuales, un 15% inferior a la media nacional. Y esa menor renta se sitúa hasta un 40% por debajo de la media en el caso de los hogares cuyo sustentador principal es un joven sin formación superior (11.000 euros anuales).
Dificultades para llegar a fin de mes
Otro dato relevante es que más de la mitad de los jóvenes entre 16 y 29 años vive en hogares que tienen dificultades para llegar a final de mes. Con los últimos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del INE, el 53,2% de las personas en esa franja de edad tiene dificultades para llegar a final de mes, 5,4 puntos porcentuales por encima del promedio de la población.
Esto sucede a pesar de que la juventud actual disfruta de más oportunidades educativas, aunque no todos los jóvenes han alcanzado los mismos resultados. La mitad de las personas entre 25 y 29 años posee estudios superiores, universitarios o de formación profesional superior, cuatro veces más que en 1980. Por otro lado, la juventud emancipada vive mayoritariamente de alquiler y ha de dedicar un elevado porcentaje de su presupuesto al alojamiento, casi la mitad de los ingresos del hogar.
Escaso peso demográfico
Para abordar las mejoras necesarias en los diversos ámbitos que afectan a la juventud son precisas políticas específicas, pero su escaso peso demográfico reduce su influencia a nivel político, quedando sus problemas relegados -en particular el de su inserción laboral- frente a los de otros colectivos más numerosos.
El colectivo de jóvenes entre 16 y 29 años representa actualmente el 14,8% de la población, 9 puntos porcentuales menos que en 1995, frente al peso de otras franjas de edad como los mayores de 65 años que ha crecido hasta el 20,2%.