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Las cifras del negro legado de hambre y represión que dejó Lenin en Rusia

Veinte millones de rusos perdieron la vida por obra el régimen comunista que fundó el revolucionario, de cuya muerte se cumplen 100 años.

Veinte millones de rusos perdieron la vida por obra el régimen comunista que fundó el revolucionario, de cuya muerte se cumplen 100 años.
Cien años de la muerte de Lenin: impulsó el modelo político que mató a 20 millones de rusos. | Archivo

El líder revolucionario ruso Vladimir Ilyich Ulyanov, más conocido como Lenin, falleció el 21 de enero de 1924. La semana pasada se cumplieron 100 años de su muerte. Aunque hoy en día casi nadie defiende a su sucesor, Stalin, todavía hay destacados políticos de partidos de izquierda que veneran la figura de Lenin y no pocos dirigentes progresistas que aplauden la figura de Trotsky.

Puede que algunos hablen con desdén del "estalinismo", pero no dudan en profesar su apoyo a Lenin y Trotsky. Un claro ejemplo de ello es John McDonnell, que hasta hace unos pocos años fue una de las figuras principales del Partido Laborista británico y no dudó en citar a Lenin y Trotsky como dos de sus tres principales "influencias intelectuales", junto con Karl Marx. En la misma línea, llama la atención que la lideresa del partido alemán Die Linke (La Izquierda) fuese militante del grupo trotskista Marx21 hasta su nombramiento como primera figura de la formación en febrero de 2021.

Uno de los filósofos de izquierda contemporáneos más respetados en círculos progresistas, el esloveno Slavoj Žižek, ha defendido sin reservas la necesidad de desarrollar un "nuevo comunismo". Lo hace, por ejemplo, en un libro de 2021 titulado "Una izquierda que se atreva a pronunciar su propio nombre". En dicha obra, Žižek elogia la "grandeza de Lenin", que supuestamente radicaba en el hecho de que, una vez los bolcheviques tomaron el poder, él se mantuvo firme en sus principios aunque no existían las condiciones para la "construcción del socialismo real".

Según los trotskistas, la Unión Soviética socialista vivió su mejor momento cuando Lenin y Trotsky moldearon la política, pero las cosas fueron a peor bajo el liderazgo de Stalin y después de la muerte de Lenin. Sin embargo, lo cierto es que los crímenes del comunismo ruso comenzaron tan pronto como los bolcheviques tomaron el poder y lanzaron su guerra contra la mayoría de los ciudadanos del país. Así empezó la lucha del nuevo régimen contra la "burguesía" y "los ricos". En diciembre de 1917, Lenin exigió un despliegue de fuerza extrema contra "esa escoria de la humanidad, esos miembros irremediablemente decadentes y atrofiados de nuestra población, ese contagio, esa plaga, esa úlcera", aludiendo de esta forma a "los ricos y sus secuaces", así como a los intelectuales burgueses.

Su objetivo era "purificar la tierra de Rusia de toda esa escoria", acabando con los ricos, los empresarios, los propietarios…. ¿Cómo se debía hacer esto? Lo explicó con pocas palabras de drásticas consecuencias: "primero, meteremos en prisión a unos cuantos ricos, a otros tantos burgueses, a aquellos trabajadores que no cumplan sus obligaciones… Después, les obligaremos a limpiar letrinas… Uno de cada diez serán fusilados en el acto". Instaurando el miedo, el control total llegaría en poco tiempo.

En diciembre de 1917, los bolcheviques nacionalizaron las tierras y las propiedades inmobiliarias de las familias y empresas rusas. En todas las ciudades con más de 10,000 habitantes, los propietarios se vieron expropiados y perdieron todos sus bienes. En febrero de 1918, los bolcheviques comenzaron a desalojar a las familias adineradas de sus apartamentos para alojar en ellos a proletarios desempleados, soldados revolucionarios, etc. Nacieron los "comités de vivienda", designados por los consejos, que tomaban nota de quienes eran los propietarios y luego los echaban de sus alojamientos.

En algunos lugares, los trabajadores se "vengaron" de forma sangrienta de aquellos gerentes de fábricas o ingenieros que consideraban "burgueses", término que, en caso de duda, servía para ser aplicado a cualquiera que usara un traje o que no realizara un trabajo de naturaleza manual. Los campesinos expulsaron de esta forma a sus terratenientes y expropiaron sus bienes.

Como resultado de la guerra, la guerra civil, la revolución y el socialismo, la producción agrícola cayó un 57 por ciento entre 1914 y 1921. El stock de ganado disminuyó un 33 por ciento entre 1916 y 1922, mientras que la cantidad de tierra dedicada de facto a la agricultura se redujo un 35 por ciento. En términos de alimentación, la situación se volvió extremadamente dura y difícil pero los bolcheviques utilizaron el hambre como arma para azuzar la lucha de clases contra la burguesía.

Así, Lenin culpó a "los ricos" del hambre. Eran el chivo expiatorio al que se dirigía todo su odio: "la hambruna no se debe a que no haya pan en Rusia", explicó, "sino al hecho de que la burguesía y los ricos están librando una última y decisiva lucha contra el dominio de los trabajadores, contra el Estado de los trabajadores, contra el gobierno soviético. Lo hacen en esta cuestión tan importante y aguda, como es la cuestión del pan. La burguesía y los ricos, en general, incluidos los ricos rurales, los kulaks, están haciendo todo lo posible para obstaculizar el monopolio del grano. Están desorganizando la distribución de los cultivos emprendida por el Estado con el propósito de suministrar pan a la población…".

Hambre y represión

En Petrogrado, hoy San Petersburgo, se proclamó la asignación de calorías per cápita en carteles en el otoño de 1918. Según el racionamiento, los trabajadores tenían derecho a una ración diaria de 100 gramos de pan, 2 huevos, 10 gramos de grasa y 10 gramos de verduras secas, mientras que "los burgueses, propietarios de bienes inmuebles, comerciantes, tenderos, etc." recibirían solamente 25 gramos de pan y no tendrían derecho a huevos, grasas ni verduras. En cambio, los miembros del partido podían alimentarse en comedores oficiales en los que les surtían de "paquetes de alimento" (pajoks) y se les brindaba acceso exclusivo a tiendas especiales que estaban diseñadas para las familias de los altos cargos del régimen.

Martin Ivanovich Latsis, uno de los primeros líderes de la policía política soviética, instruyó lo siguiente a sus subordinados el 1 de noviembre de 1918: "no hacemos la guerra contra ningún pueblo en particular. Estamos exterminando a la burguesía como clase. Cuando conduzcan sus investigaciones, no busquen documentos ni pruebas sobre lo que el acusado haya hecho, no se preocupen de revisar actos, palabras o acciones que hayan dirigido contra la autoridad soviética. La primera y principal pregunta que deben hacerles pasa por determinar de qué clase vienen, cuáles son sus raíces, cuál ha sido su educación, cuál es su formación, cuál es su ocupación…".

El grueso de la burguesía huyó de las grandes ciudades, pero dondequiera que fueran encontrados se toparon con un verdadero terror. En una sola masacre, entre 10.000 y 20.000 personas fueron fusiladas o linchadas de un plumazo: "desde Nakhimovsky [en Sebastopol, Crimea], todo lo que se podía ver eran los cadáveres de oficiales, soldados y civiles que fueron arrestados en las calles, asesinados y colgados. La ciudad estaba muerta y las únicas personas que quedaban con vida se escondían en desvanes o sótanos. Todas las paredes, escaparates y postes telegráficos estaban cubiertos con carteles que pedían la "muerte a los traidores". Colgaban los cuerpos de gente muerta por pura diversión".

Un tema popular que se repetía en los artículos de periódicos bolcheviques era el de la humillación de la "burguesía", obligada a limpiar letrinas y cuarteles de los chequistas, es decir, los miembros de la Cheka, la Comisión Panrusa Extraordinaria para la Lucha contra la Contrarrevolución, la Especulación y el Sabotaje. Lo mismo tenían que hacer en las dependencias de los Guardias Rojos. Un periódico de Odessa informó así de lo ocurrido: "si ejecutamos a unas docenas de estos idiotas chupasangre, si los reducimos al estado de barrenderos de calles, si obligamos a sus mujeres a limpiar los cuarteles del Ejército Rojo (sin duda, un inmerecido honor para ellas), entonces entenderán que nuestro poder está aquí para quedarse…".

Grigory Zinoviev, líder del partido en Petrogrado y miembro del círculo interno de liderazgo bolchevique, escribió esto en septiembre de 1918: "para deshacernos de nuestros enemigos, tendremos que crear nuestro propio terror socialista. Para esto, tendremos que entrenar a 90 de los 100 millones de personas que viven en Rusia y tenerlos de nuestro lado. No tenemos nada que decir en relación con los otros 10 millones. De hecho, tendremos que deshacernos de ellos". Solamente en la Unión Soviética, las víctimas del comunismo llegaron 20 a millones. A nivel mundial, la cifra de fallecidos ligada a dicha ideología supera los 100 millones.

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