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Pocos informes reciben tanta atención por parte de los medios y partidos políticos españoles como el de Oxfam sobre riqueza y desigualdad.

Riqueza y pobreza: qué se esconde tras los titulares con los que nos asustan cada año

Pocos informes reciben tanta atención por parte de los medios y partidos políticos españoles como el de Oxfam sobre riqueza y desigualdad.

Cada año, medios y partidos políticos españoles recogen las principales conclusiones del informe de Oxfam sobre la riqueza: el de este año se llama Desigualdad S.A, y se publicó el pasado 15 de enero. Y cada año, son mentira.

La idea que nos quieren transmitir es que el número de personas que viven en una situación de extrema necesidad crece. Que las grandes fortunas, de empresarios como Elon Musk o Amancio Ortega, son las culpables de esta situación, porque unos pocos se están quedando con una porción de la tarta (de la riqueza mundial) que no les corresponde. Que millones de habitantes de los países más pobres de la tierra tienen todavía menos de lo que tenían hace 10 o 15 años. O que la desigualdad está en máximos históricos.

Pues bien, nada de esto es cierto. Por eso, esta semana, en La Pizarra de Domingo Soriano, queremos desmontar este discurso catastrofista. Para empezar, porque la imagen inicial (una tarta de la que cada uno vamos retirando porciones) es falsa. No hay una tarta. Si así fuera, no podríamos vivir como lo hacemos. Porque hace 200 años éramos muchos menos (unos 1.000 millones de habitantes en 1800, cuando ahora superamos los 8.000 millones) y éramos menos ricos. ¿Cómo podemos tener más para todos siendo más? Porque no hay una cantidad de riqueza fija. La clave es que hemos crecido: es decir, hemos multiplicado la riqueza a nuestra disposición. Así, la primera pregunta que se harán Nuria Richart y Domingo Soriano es ¿cómo sería el mundo si Elon Musk o Amancio Ortega se hubieran retirado hace 15-20 años? Ellos seguirían siendo ricos (quizás no multimillonarios, pero sí muy ricos). Pero, ¿y los demás? ¿Tendríamos más gracias a que ellos no han acumulado decenas de miles de millones en acciones? Pues lo cierto es que no. Nadie sería hoy más rico y próspero si Musk u Ortega fueran más pobres (o si no hubieran nacido).

También nos preguntaremos cómo repartimos la riqueza. Frente a esa imagen de un norte avaricioso que se queda con todo y un sur dejado a su suerte, la realidad es que en los últimos 30-40 años, son los países en desarrollo los que mejor lo han hecho desde un punto de vista económico. Pero, incluso así, podemos pensar en cómo podríamos darles lo que les toca. De nuevo, Richart y Soriano nos explican que ésta es una imagen completamente equívoca. Porque la riqueza es, sobre todo, conocimiento, tecnología, innovación... capacidad para usar los avances que el ser humano ha ido imaginando desde hace siglos. Y eso no se puede compartir. O no del todo. Si queremos que las regiones más pobres del mundo se igualen a nosotros, debemos permitirles comerciar, aprender, invertir, acumular capital... En resumen, lo que hizo que Europa fuera Europa.

Afortunadamente, parece que es lo que están haciendo. Desde hace décadas, a pesar de la propaganda de Oxfam en sentido contrario, los países más pobres del mundo son cada vez menos pobres. Tanto si lo miramos en porcentaje de la población mundial como en valores absolutos, las personas que se consideran en situación de pobreza son muchas menos que a comienzos del siglo XXI. Da igual cuál sea la métrica que utilicemos. Nunca la humanidad vivió mejor que en 2024. Pero, por algún extraño motivo, hay algunos empeñados en que no nos enteremos de esta realidad.

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