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¿Tienen futuro los judíos en Occidente?

Más de 80.000 judíos han emigrado de Francia a Israel en los últimos años. En Alemania también se observan situaciones preocupantes.

Más de 80.000 judíos han emigrado de Francia a Israel en los últimos años. En Alemania también se observan situaciones preocupantes.
Manifestación de apoyo a Israel en Madrid. | Europa Press

Conozco al profesor Michael Wolffsohn desde hace más de tres décadas. Ambos somos historiadores especializados en historia contemporánea, de modo que somos colegas profesionales, además de amigos. Wolffsohn siempre ha sido un hombre optimista y alegre. Nació en Tel Aviv en 1947, en el seno de una familia judía de comerciantes que huyó de Alemania a Palestina en 1939. Su familia regresó a suelo teutón en 1954. Cuando los judíos comenzaron a regresar a la "tierra de sus verdugos", fueron casi despreciados como traidores. El obituario de su padre decía: "de Berlín a Tel Aviv y, a pesar de todo, de vuelta a Berlín". Así lo explica en su libro "¿Nunca más? ¡Sí, otra vez!", publicado en enero de 2024.

Wolffsohn escribe ahora estas aterradoras palabras: "¿tienen futuro los judíos en Alemania? Mi respuesta: dadas las tendencias demográficas a largo plazo y las ideologías anti-judías que las acompañan, me temo que menos que en los otros estados de la diáspora... Tarde o temprano, después del éxodo de la Biblia, habrá un segundo éxodo hacia Sion, es decir, Israel".

En Francia, 80.000 de los 500.000 miembros de la comunidad judía han emigrado a Israel en los últimos veinte años por temor a la violencia antisemita. Sin embargo, tampoco hay una garantía total de la existencia a largo plazo de Israel, que solo cuenta con un amigo sólido en la comunidad internacional, como es Estados Unidos. De hecho, en el país norteamericano se observan señales preocupantes, "puesto que quienes fueron durante años los amigos de Israel eran académicos y votantes del Partido Demócrata, dos segmentos que se están distanciando cada vez más de Israel (…). La vida judía es, como lo ha sido durante tres mil años, un modelo de existencia hasta nuevo aviso".

En Europa, cientos de miles de personas se han unido a lo largo de los años todo tipo de manifestaciones contra Estados Unidos. En cambio, a la hora de mostrar apoyo ciudadano a Ucrania, víctima de la guerra de agresión de Putin, la mayoría de actos públicos han citado a unos pocos miles de manifestantes. En el caso de Israel, tales concentraciones suelen ser muy pequeñas. De hecho, tras el ataque de Hamás el pasado 7 de octubre de 2023, cientos de miles de personas salieron a las calles por toda Europa, especialmente en Gran Bretaña y Francia, para mostrar solidaridad… con los terroristas. "La mayoría de quienes participaron en estas propuestas son musulmanes radicales", apunta Wolffsohn.

Por supuesto, todavía existen numerosos extremistas de derecha antisemitas pero, en Europa, la principal amenaza proviene efectivamente de la comunidad musulmana más radical, que además está apoyada por extremistas de izquierda que ven a los judíos como los líderes de un cártel financiero, arietes de una clase de imperialistas patrocinadores del colonialismo del hombre blanco. Según Wolffsohn, la extrema derecha típicamente ha sido identificada y nombrada como la única amenaza antisemita. En cambio, "las otras dos principales amenazas antisemitas, que son el islamismo y la extrema izquierda, son mantenidas en secreto o minimizadas de forma deliberada y muy consciente".

En Alemania, esta distorsión de la realidad es evidente en las estadísticas oficiales de la policía, donde todos los ataques antisemitas por perpetradores desconocidos se asignan generalmente a la categoría de "extremismo de derechas", lo que crea una imagen completamente engañosa. Distintos observadores han venido criticando esto durante años, pero nada ha cambiado.

Wolffsohn apunta al respecto que, "a diferencia de lo que recogen los datos oficiales, las encuestas representativas realizadas entre judíos que han sido víctimas de violencia verbal o física en Alemania y Europa vienen demostrando desde hace años que la gran mayoría de los perpetradores provienen del ámbito musulmán y, en segundo lugar, del entorno de la extrema de izquierda. Solamente en tercer lugar estarían los episodios protagonizados por la extrema derecha". Sin embargo, el profesor advierte de que "quien señala este hecho corre el riesgo de ser difamado como islamófobo…".

¿Qué se puede hacer para superar el antisemitismo? Wolffsohn tiene una tesis pesimista pero bien fundamentada. La sugerencia más común pide "educación, educación, educación", pero desafortunadamente esta tesis ha sido refutada históricamente. "Himmler asistió a una escuela secundaria de élite. Stalin, Mao y Pol Pot eran líderes bien educados. Los primeros seguidores de los nacional-socialistas a partir de 1933 fueron profesores alemanes, personas como Martin Heidegger, Wilhelm Mommsen u otros de su calaña…". De igual manera, hoy en día se escuchan discursos de odio antisemita en universidades de élite como Harvard, Yale, Princeton, Cornell, Oxford, Cambridge, la Universidad de Londres o la Sorbona. Esto prueba que la educación no protege contra la locura, el antisemitismo o, de forma más general, la inhumanidad.

Me gustaría añadir que el anticapitalismo es la religión de muchos intelectuales, especialmente, pero no exclusivamente, los intelectuales de izquierda. También esto es algo cada vez más generalizado entre los pensadores de la derecha radical. Y, en línea con los temas del presente escrito, quiero recalcar que el anticapitalismo y el antisemitismo siempre han estado estrechamente relacionados.

La fuente psicológica común para ambas corrientes extremistas es la envidia hacia el éxito. Dado que los judíos han logrado situarse frecuentemente entre las personas más exitosas de campos como la ciencia, los negocios o las finanzas, han sido, y siguen siendo, blancos de odio.

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