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El déficit de toros por la pandemia se hace presente en 2024 y frena el resurgir taurino

No sería un problema si la demanda de espectáculos taurinos estuviese bajando, como afirman los antitaurinos, pero en 2022 se alcanzaron cifras récord

No sería un problema si la demanda de espectáculos taurinos estuviese bajando, como afirman los antitaurinos, pero en 2022 se alcanzaron cifras récord
El último paseíllo de la temporada 2023 en Las Ventas. | Plaza 1

Las restricciones sanitarias aprobadas en 2020 con motivo de la pandemia del coronavirus tuvieron un impacto directo en el sector taurino, que tuvo que cancelar más del 90% de los festejos programados. Esta situación obligó a los ganaderos a enviar al matadero a miles de toros que cumplían edad y, al alcanzar los seis años, ya no se podían lidiar de forma reglamentaria. Asimismo, anticipando que 2021 tampoco sería un año de plena normalidad, los ganaderos ajustaron a la baja el tamaño de sus cabañas, limitando el número de nuevos nacimientos.

Si comparamos el año 2019 con el pasado ejercicio 2023 vemos que, de acuerdo con los datos facilitados por la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia, el número de hembras reproductoras ha bajado casi un 25%. Lo vemos en el siguiente gráfico, que describe su caída desde niveles cercanos a 41.000 vacas a cifras de menos de 31.000.

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El número de machos herrados en el campo bravo también ha seguido una caída progresiva ligada al ajuste ocurrido en pandemia. Si en 2019 había 11.422, en 2022 eran 10.057. Lo vemos en el siguiente gráfico, que describe la evolución a la baja en este indicador, que se reduce un 12% en relación con las cifras anteriores al covid-19.

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El tiempo de crianza del toro bravo comprende entre cuatro y cinco años de espera, puesto que esa es la edad reglamentaria de los animales llevados a la plaza. Esto ha hecho que, si bien el ajuste de 2020 y 2021 no resultó evidente de forma inmediata, entre 2022 y 2024 se ha venido apreciando una progresiva reducción en el número de reses disponibles para la lidia. En el siguiente gráfico vemos que en 2022 había 9.764 listos para ir a las plazas, cifra que en 2023 bajó a 8.192 y que en 2024 ha experimentado una caída a 6.561 animales. También hay menos novillos (toro de tres años), puesto que la cifra disponible cae de 8.134 en 2022 a 7.688 en 2023 y 6.745 en 2024. Lo vemos en el siguiente gráfico.

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Nada de esto sería un problema si la demanda de espectáculos taurinos estuviese bajando, como a menudo afirman los antitaurinos. Si hay menos corridas, entonces se demandan menos toros y listo. Sin embargo, las cifras publicadas por la patronal ANOET confirman que el número de espectáculos taurinos alcanzó cifras récord en 2022 y se mantuvo muy alto en 2023, cuando se celebró un 11% más de festejos que antes de la pandemia.

Esta circunstancia tiene consecuencias muy positivas para el sector… pero se ve condicionada por la escasez de toros bravos. Así, el ritmo de crecimiento observado en 2022 y mantenido en gran medida en 2023 se antoja ahora muy difícil de mantener por el déficit de animales disponibles para la lidia. El ajuste de 2020 se hace evidente cuatro años después, como cabía esperar, y la subida en el precio de venta de los ejemplares puede ayudar a cerrar contrataciones pero no tiene el efecto inmediato de elevar la disponibilidad de un producto que demora casi un lustro en estar listo y preparado.

A todo lo anterior hay que sumarle la crisis de precios, con una subida media del 48,5% en los costes operativos que enfrentan las ganaderías. Los productos zoosanitarios se han encarecido un 25%, el pienso ha subido un 40%, el forraje se dispara un 150%, el mantenimiento de las instalaciones sale un 36% más caro y el precio del gasóleo está un 47% por encima de los niveles de 2019. Por lo tanto, los empresarios taurinos se ven obligados a revisar al alza el precio que pagan por las corridas, lo que a su vez facilita un nuevo reajuste en el campo, pero siempre con la salvedad de una circunstancia tan peculiar como la del toro bravo, que al igual que el buen vino es una creación que requiere tiempo y paciencia.

La temporada 2024 marcha con buen paso, a tenor de las buenas cifras de asistencia de las ferias de Valencia y Sevilla, del aumento en el número de abonados de la plaza de toros de Las Ventas o de las excelentes cifras de público cosechadas en los espectáculos del primer trimestre del año. Sin embargo, aunque haya más gente en los tendidos, la cifra total de eventos se verá probablemente resentida por la escasez de toros bravos, minando así la senda de crecimiento que venía describiendo el sector.

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