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Las claves de la posible fusión de BBVA y Sabadell que irritan a la izquierda

Desde que desaparecieron las cajas de ahorro, dirigidas por políticos, la izquierda ha puesto a la banca en su punto de mira.

Desde que desaparecieron las cajas de ahorro, dirigidas por políticos, la izquierda ha puesto a la banca en su punto de mira.
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El proceso de transformación bancaria que ha sufrido España en los últimos 15 años ha sido brutal. Desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en la primera década de los 2000 y la posterior crisis financiera, el mapa bancario en España se ha dado la vuelta como un calcetín. Hemos pasado de una infinidad de cajas de ahorro y bancos muy centrados en la concesión de crédito promotor y vinculada al negocio constructor e inmobiliario, a un sector profesionalizado, mucho más concentrado y donde la mano irresponsable de los políticos, que estaba representado por las cajas de ahorros, ha desaparecido.

Tras la crisis financiera y la indigestión de ladrillo tóxico por parte de las distintas entidades, comenzó un proceso de concentración en el que vimos las famosas "fusiones frías" y posteriormente las uniones bancarias, pasando de un ecosistema en el que hemos pasado de 55 entidades financieras a 10 desde 2009. En realidad son más las compañías con licencia bancaria que operan en España, pero los bancos comerciales de mayor tamaño son 10. Podrían quedarse en nueves si prospera la fusión entre Sabadell y BBVA.

Esta es la operación que ha sacudido estos días el sector financiero. Aunque algunas fuentes consideraban que era algo esperado, otras afirman que ha supuesto una sorpresa absoluta.

BBVA ofrece papel

Lo cierto es que la operación está planteada y la entidad que dirige Carlos Torres ha puesto sus cartas encima de la mesa: un canje de acciones que supone una prima el 30% para los accionistas del Sabadell. Ahora habrá que esperar a ver qué decide Oliú, quien reúne a su consejo de administración en estos días para analizar la oferta del BBVA, donde el principal problema podría ser la fórmula del canje de acciones, ya que supone pagar con papel y no con dinero. Esta fórmula, además, supone un problema por la propia evolución bursátil que están mostrando ambas compañías. El BBVA ha caído desde que se anunció la operación, mientras que el Sabadell vuela en bolsa.

La izquierda pone el grito en el cielo

De momento, más allá de las reacciones de sorpresa del sector, ha llamado la atención el grito en el cielo de buena parte de la izquierda. Periódicos muy orientados en ese espectro político, como eldiario.es directamente afirman en sus informaciones que "BBVA-Sabadell: su fusión no es buena para la sociedad", dice el boletín económico que firma Rodrigo Ponce de León en este digital.

Por su parte, la cabecera económica de Prisa, Cinco Días, asegura según su analista estrella Javier Ruiz, que "los efectos de la concentración bancaria ante la fusión entre el BBVA y Sabadell dejan dos perdedores y un claro ganador". Siendo los perdedores, efectivamente, los clientes de los bancos y la plantilla de los mismos serían los grandes perjudicados.

Desde el Gobierno el ministro de Economía Carlos Cuerpo ha dicho que esperarán a ver si las negociaciones fructifican o no y en qué términos. El papel del Ejecutivo se ha convertido en clave después de que en las últimas grandes operaciones empresariales, la SEPI, es decir el Gobierno, se ha convertido en un auténtico protagonista con maniobras para entrar en el capital de grandes empresas del país, como es Telefónica o Naturgy.

El portavoz de Economía del grupo parlamentario Sumar, Carlos Martín Urriza, ha dicho directamente que la CNMV y el Ministerio de Economía deben impedir esta fusión porque "se acumulan muchas pruebas del empeoramiento del servicio bancario y el aumento de su precio como resultado de la elevada concentración".

No podía faltar Yolanda Díaz, que no pierde oportunidad para azuzar al libre mercado desde la vicepresidencia segunda del Gobierno: "Teníamos un país en el que la concentración bancaria era del 40%, hoy está en el 70% y casi un régimen de oligopolio", dice Díaz. Además, teme que la fusión termine en que "nos van a presentar un ERE". Y certificó que no lo dice ella, "lo dice la Comisión Europea".

La alargada sombra del Gobierno

Viendo los ataques a la operación que llegan desde la izquierda, no faltan fuentes del sector que temen que el Gobierno de Sánchez esté jugando su propia partida de ajedrez, en un intento de lanzar por un lado la operación y justificar posteriormente su entrada en lo que sería la segunda mayor entidad de España por volumen de activos, con el 90% de cuota de mercado, por ejemplo, en Cataluña.

La confesada estrategia del Ejecutivo de entrar en empresas del Ibex 35 "obliga a sospechar", dicen algunas fuentes, quienes consideran que el Gobierno no debería inmiscuirse en el día a día de las empresas en España.

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