El Festival de Eurovisión es el mayor concurso musical del mundo. Más de 200 millones de personas lo vieron el pasado fin de semana por televisión. Pero, además de escuchar las canciones enviadas por los países participantes, lo que también vieron los espectadores en casa fue un flujo constante de odio dirigido hacia Israel desde las calles de Malmö (Suecia), la ciudad anfitriona del certamen de este año. Lamentablemente, hubo abucheos persistentes durante la actuación de la cantante israelí Eden Golan en el pabellón.
Golan se vio obligada a reescribir su canción antes del festival. Asimismo, se le prohibió expresar su dolor por sus compatriotas israelíes que perdieron la vida trágicamente el 7 de octubre de 2023. La razón: el Festival de Eurovisión no permite letras políticas. Para mí, ese es el mayor escándalo: el hecho de que el duelo por las personas asesinadas hace apenas siete meses en un festival de música en Israel sea un mensaje prohibido y censurado en un concurso de música. Y, si supuestamente la política no tiene cabida aquí. ¿por qué considera un ejemplo de ello la muestra de empatía y solidaridad con las víctimas de la violencia terrorista, pero no la exhibición demostrativa de una actitud "woke"?
En los días previos al concurso, artistas de varios países mostraron abiertamente su desprecio por la cantante de Israel. La televisión belga emitió mensajes de protesta contra su participación en el concurso y algunos locutores de la semifinal mostraron su desaprobación negándose incluso a mencionar a Israel por su nombre. Sin embargo, se produjo un notable giro de los acontecimientos cuando la mayoría de los espectadores que seguían el concurso se negaron a compartir los mismos sentimientos.
Así, la votación telefónica mostró un enorme apoyo a Eden Golan. La mayoría silenciosa tuvo por fin la oportunidad de expresar su opinión. Lo hizo apoyando masivamente a la cantante, fuese por apoyo a Israel, por su música, por el deseo de no seguir a pies juntillas tanta manipulación política o por una combinación de todo lo anterior, pero lo cierto es que la corriente fue espectacular. Sumando los votos de los espectadores, Israel habría logrado un impresionante segundo puesto. Al final, quedó en la quinta posición… porque el jurado apenas le concedió 52 puntos (por ejemplo, dio 365 a Suiza), lo que relegó a Israel al décimo segundo lugar de la tabla de los supuestos expertos.
A los artistas y a los intelectuales les gusta decirnos lo que tenemos que pensar, pero rara vez tienen razón cuando comentan asuntos políticos. En la escena cultural, que pretende ser inconformista pero realmente es extremadamente conformista, lo que se espera casi por defecto es que todas sus figuras se alineen rígidamente con las ideologías de izquierdas. Y ser de izquierdas hoy también significa adherirse al pensamiento "woke" y "poscolonialista" que ve en Israel la encarnación misma de la sociedad capitalista occidental y el colonialismo.
Históricamente, el antisemitismo y el anticapitalismo han ido de la mano con naturalidad. La lista de ejemplos es larga y va desde el socialista Eugen Dühring hasta el nacional-socialista Adolf Hitler. Por tanto, no es de extrañar que las universidades de medio mundo, controladas como están por la izquierda, se hayan convertido en bastiones del sentimiento anticapitalista desde los cuales se muestra con frecuencia una animadversión radical hacia Israel. Sin embargo, es importante reconocer que estos discursos nacen de una pequeña minoría cuya influencia se ve amplificada por la cobertura de muchos medios de comunicación que son a su vez de izquierdas. Es una minoría estridente, ruidosa y agresiva que impone su relato, o parece imponerlo, mientras que la mayoría permanece en silencio. Sin embargo, a veces esa mayoría silenciosa tiene la oportunidad de demostrar que no compra en absoluto la mercancía averiada de estos colectivos "woke" – y lo ocurrido en Eurovision es un nuevo ejemplo.
Por supuesto, la mayoría no siempre tiene razón. A veces está terriblemente equivocada. Hay muchos ejemplos de ello hoy, como los ha habido a lo largo de la historia. Pero el voto popular en el concurso de Eurovisión nos da motivos para la esperanza. Hay una mayoría de europeos que no quieren nada que ver con los izquierdistas que odian a Israel, liderados ahora también por la "activista climática" Greta Thunberg. En estos tiempos terribles en los que muchos judíos ya no se sienten seguros para llevar una kipá en sus propios barrios o sufren vetos en sus universidades por parte de "activistas" de izquierdas, lo sucedido en el concurso musical europeo es una señal positiva.
Lo sucedido en el concurso musical revela lo importante que es dar la batalla de las ideas y plantar cara a la izquierda ‘woke’. Líderes progresistas occidentales como Joe Biden harían bien en plantearse seriamente si es una buena idea doblegarse ante la minoría de izquierdistas radicales que odian a Israel. Exhibir esta deferencia oportunista hacia los exaltados y negarse a demostrar la debida solidaridad que Israel merece y necesita es un grave error.