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La decadencia europea en una cifra: desde el 2000, su peso en la economía mundial se reduce un 28%

Estamos asistiendo a una reordenación de la economía mundial que hace que cada año la UE sea menos relevante.

Estamos asistiendo a una reordenación de la economía mundial que hace que cada año la UE sea menos relevante.
Un anuncio relativo a las próximas elecciones europeas, en uno de los edificios del Gobierno comunitario, en Bruselas. | EFE

Hay unas elecciones europeas en unos días, pero a nadie parece importarle demasiado. Ni en los países miembros (en los que la política nacional tiene mucho más peso en la campaña) ni fuera. Europa sigue mirándose el ombligo pero, lo cierto, es que en términos de peso económico-político-estratégico cada vez es menos relevante.

También es verdad que esto era casi inevitable. Y que no tiene por qué ser consecuencia ni de una mala noticia ni de que los países europeos lo estemos haciendo especialmente mal. El crecimiento de las economías en desarrollo (especialmente China e India, pero no sólo ellas dos) hacía casi inevitable que los países ricos perdieran peso en el conjunto de la economía mundial. También ocurre con Estados Unidos. Lo llamativo con Europa es que está esa tendencia tiene mucha más fuerza en nuestro caso y que existe una sensación de cierto desánimo (incluso parece que hemos asumido que es algo estructural, contra lo que no podemos luchar). Porque, además, hay que tener en cuenta que hay países (sobre todo los del este) que sí están haciendo muy bien las cosas: para que la media del conjunto sea tan pobre, hay otros que tienen que estar haciéndolo muy mal.

Esta semana, Eurostat publicaba una estadística sobre el peso de la UE en la economía mundial. Siempre hay cifras llamativas cuando uno se pone a mirar los datos. Hay países mucho más grandes que otros que, sin embargo, tienen menos actividad económica, otros que hubiéramos pensado que aportaban más, otros que llevan mucho tiempo estancados... Pues bien, en el caso del club de países del Viejo Continente, no es que sea una sorpresa ver la tendencia del último cuarto de siglo, pero sí confirma que lo que nos temíamos es cierto.

Además, hay que decir que la comparativa ni siquiera es la peor que podría hacerse. Los datos están cogidos de las estadísticas del Banco Mundial y el FMI, y aquí hablamos de PIB en términos de paridad de poder adquisitivo. Si cogiéramos PIB en términos nominales, la diferencia con otros países (sobre todo con EEUU) sería muy superior.

Por ahora, para que nadie pueda decir que somos catastrofistas, usaremos el PIB en términos de PPA y nos vamos a a la base de datos del FMI (aquí, para el que quiera explorar; la verdad es que es muy completa y fácil de trastear):

  • En el año 2000, la economía estadounidense representaba el 20,18% del total de la economía mundial. Era un porcentaje algo menor al de 1980-1990 (en ambos casos, alrededor del 21,5%). Y se intuía que la tendencia seguiría siendo a la baja, no tanto porque el gigante norteamericano dejase de crecer, como porque los demás lo estaban haciendo mejor, especialmente en Asia. De esta manera, en el año 2023, la cifra había pasado a ser del 15,56%. Es un descenso notable (del 23%) y en parte está detrás de la sensación de cierta decadencia que se palpa en el país: Donald Trump quizás ha sido el que mejor ha captado y explotado ese sentimiento de pérdida de fuerza que tiene el americano medio.
  • Pero si lo de EEUU llama la atención, si miramos a Europa la cosa es bastante peor. En el año 2000, la economía de la UE (en realidad, la suma de los países que ahora forman la UE, aunque en aquel momento no pertenecieran al club) suponía el 20,12% de la mundial. En 2023, esa cifra había caído al 14,46%. Puede parecer una evolución similar a la americana, pero no es cierto: supone una caída del 28% en el peso global y hace que lo que antes era un empate técnico con EEUU ahora sea una economía que casi es un 10% más pequeña.

Porque, además, hay dos factores relevantes a tener en cuenta: en primer lugar, la crisis financiera de 2007-08 golpeó especialmente a EEUU. Es decir, no estamos hablando de unos años mágicos de la economía estadounidense, sino más bien al contrario. Pues bien, Europa ni siquiera mantiene ese ritmo no demasiado bueno. En segundo lugar, hay partes de Europa que sí lo han hecho muy bien: el Este, Irlanda... Si el conjunto presenta datos tan malos, eso es porque los países occidentales (Francia, Alemania, España, Italia) llevan dos décadas de estancamiento relativo. No es que hayamos dejado de crecer (aunque en el caso de Italia y España casi podemos hablar de un cuarto de siglo perdido), pero el dinamismo brilla por su ausencia.

Algunas cifras para explicar la pujanza del resto de las regiones y cómo Europa cada vez va perdiendo más importancia (es cierto que no todo es por sus errores, buena parte viene determinada por la pujanza de esos otros países):

  • China en el año 2000 tenía un peso del 7,2% en la economía mundial (siempre hablamos de PIB en PPA), un tercio del de Europa. Ahora lidera el ranking con el 18,73% (aquí hay que hacer un apunte; porque en términos nominales sigue todavía muy lejos de EEUU)
  • Alemania, la locomotora de la UE, ha pasado del 4,72% al 3,15%, una caída del 33%. Italia, del 3,27% al 1,85%: un descenso del 43%. Para España, el acumulado 2000-2023 es también negativo: de representar el 1,91% de la economía mundial al 1,37% (un -28%, en línea con la UE). En el caso de nuestro país, si dividimos esos años en pre y post crisis, la foto es mucho peor. De 2000 a 2007 el descenso fue relativamente pequeño y se aceleró a partir de ese momento (llevamos más de una década y media casi estancados).

A partir de aquí, las conclusiones. Lo primero, lo evidente: era lógico que la economía europea perdiera peso en el conjunto del planeta por la pujanza de otras regiones. Eso no es malo ni implica que el ciudadano europeo medio viva peor, en términos absolutos, que a comienzos de siglo. Pero no podemos obviar que (1) el declive en el caso de Europa es superior al de otras regiones ricas. Y (2) sea o no lógico, lo que estamos viendo es una reordenación de la economía mundial que hace que, cada vez más, Europa sea menos relevante. No siempre somos conscientes de este hecho y de las implicaciones que tiene.

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