Comienza el mes de agosto y, con él, las vacaciones para la mayoría de los españoles. Quien más, quien menos, se unirá a los que ya han disfrutado unos días de merecido descanso durante los meses de junio y julio. De hecho, según el Segundo estudio de hábitos de consumo de los españoles sobre vacaciones de verano, elaborado por la entidad financiera Oney, un 90% de los españoles nos iremos de vacaciones este verano. En términos generales, el 10% que no puede salir son, mayoritariamente, jóvenes sin ahorros suficientes.
Sin embargo, existen circunstancias que van a marcar la diferencia estas vacaciones respecto a años anteriores. Nuestras decisiones de consumo estival se han modificado: viajaremos más cerca, disfrutaremos menos días y gastaremos bastante menos que en 2023.
Nuestras maletas ya no viajan tanto al extranjero como antes; el gasto exterior se sitúa un 15% por debajo del registrado en 2019, según un estudio de Caixabank Research, mientras que el precitado estudio de Oney sitúa la media de días de vacaciones en dos semanas y la media de gasto de este año en 903 euros, frente a los 1.200 euros de 2023.
Las razones de este cambio no son ajenas a la gestión del Gobierno del PSOE y Sumar, y se pueden resumir en una circunstancia fundamental: España es uno de los países que más poder adquisitivo ha perdido a lo largo de los años desde que Pedro Sánchez es presidente.
Estamos a la cola de los estándares europeos de poder adquisitivo, medidos en función de nuestro PIB per cápita. Somos el decimosexto país de la Unión Europea, un 15% por debajo de la media de la zona euro. Y son varios los motivos que explican esta situación.
Primero, la propia evolución del PIB per cápita en paridad de poder adquisitivo. España cerró el pasado año 2023 con un PIB per cápita equivalente al 89% de la medida de la Unión Europea (100), dos puntos menos del nivel alcanzado en 2019 y cuatro menos que el último año que cerró el Gobierno de Mariano Rajoy.
La evolución de este indicador se topa en nuestro país con varias barreras que nos alejan de los estándares europeos: una tasa de empleo significativamente menor; una tasa de paro que duplica la media de Europa hasta habernos convertido, por primera vez desde hace más de una década, en la mayor de toda la Unión, y una menor productividad del trabajo.
En segundo lugar, según advirtió la OCDE en su informe Perspectivas para el empleo 2024, España es uno de los países de esta organización donde los salarios reales han disminuido más desde el inicio de la pandemia, un 2.5% inferiores en el primer trimestre de 2024 respecto del cuarto trimestre de 2019. Por el contrario, la mitad de los 38 países miembros de la OCDE han recuperado con éxito los niveles salariales reales anteriores a la pandemia de la COVID19 o los han superado.
Esta distinta evolución es motivo de una mayor inflación interanual en comparación con la zona euro, tercer factor que explica la mayor pérdida adquisitiva de los españoles.
En efecto, en lo que llevamos de año 2024, en cada uno de los meses, España ha tenido una tasa anual de inflación superior a la de la media de la eurozona, de la Unión Europea y de las grandes economías del continente. Así, en junio, la inflación de nuestro país era del 3,6%, la de la zona euro era del 2,5%, la media europea, del 2,6% y, comparados con las otras grandes tres economías en función del PIB, las diferencias también eran mayores: Alemania y Francia tenían un 2,5% e Italia un 0,9%.
Nuestra inflación se situaba así en el nivel más alto desde hace un año, la segunda mayor de toda la Eurozona sólo por detrás de Bélgica (5,5%) y, como consecuencia, el diferencial de inflación con respecto a Europa vuelve a crecer. Esta situación refleja, no sólo que la inflación está más enquistada de lo que parecía, sino que nuestra economía pierde competitividad al caer nuestra productividad. En este escenario, hablar de imponer una reducción de la jornada laboral, es una de las muchas irresponsabilidades del Gobierno.
Por último, en cuarto lugar, pero no por ello menos importante, sino todo lo contrario, otro factor de la gestión del Gobierno que incide de manera negativa en nuestras posibilidades de disfrutar las vacaciones son las subidas de impuestos a las que, por desgracia, nos tienen acostumbrados después de haberlo hecho hasta en 69 ocasiones.
Por un lado, su negativa a deflactar el IRPF ha provocado que los incrementos salariales consecuencia del incremento inflacionario, haya supuesto para muchos contribuyentes cambiar de tramo y pagar más impuestos. De esta forma, según datos del Registro de Economistas Asesores Fiscales, se ha hurtado entre 233 y 400 euros a la clase media española. Eso sí, explica casi la mitad del incremento de recaudación en las arcas del Estado, 11.000 millones de euros. Es decir, que el Gobierno obtiene mayores recursos a costa de esquilmar a los trabajadores españoles, que ven cómo España es el país europeo en el que más suben los impuestos al trabajo. Con Sánchez, la carga fiscal supone ya el 40% del salario medio.
Por otro, su voracidad ha supuesto que seamos el país de la Unión Europea donde más se incrementa la presión fiscal.
El efecto conjunto de los cuatro factores señalados ha convertido a España en el país donde más renta han perdido las familias (1.523 euros de media), más retrocede la capacidad adquisitiva (4,3 puntos) y el tercero con más personas en situación de pobreza o riesgo de exclusión social, los primeros si hablamos de pobreza infantil.
Normal que tengamos que modificar nuestros planes estivales, porque hoy, irse de vacaciones, es hasta un 50% más caro que hace dos años y nos supone un esfuerzo tres veces mayor. La economía española ha perdido su capacidad por las erráticas políticas de Pedro Sánchez y los trabajadores españoles se ven asfixiados para llegar a fin de mes. Tanto es así, que ya más de la mitad de las familias (un 58%) valora que el establecimiento o proveedor elegido ofrezca facilidades de financiación, siendo uno de los requisitos que exige antes de contratar sus vacaciones para el 17%.
Las consecuencias de los actos del Gobierno radical de izquierdas no se trasladan sólo a la macroeconomía, sino, principalmente, a los bolsillos de cada español que, después de un año de esfuerzo y sacrificio, sólo pretende tener unos días de descanso como lo hacía antes de que el marido de Begoña Gómez se pusiese a los mandos de España.
A pesar de él, le deseo, querido lector, unas felices vacaciones si las estrena en los próximos días, en la confianza de que, a su vuelta, desde el Grupo Parlamentario Popular en la Asamblea de Madrid seguiremos trabajando en revertir esta situación y recuperar los estándares de bienestar que ya han alcanzado nuestros socios europeos. Feliz verano a pesar de Pedro Sánchez.
Ángel Fco. Alonso Bernal
Portavoz de Presupuestos y Hacienda del Grupo Popular
Asamblea de Madrid