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¿Por qué cada vez menos ciudades quieren organizar los JJOO? Las sombras de la 'economía olímpica'

El Comité Olímpico Internacional retiene más del 50% de la venta de los derechos de retransmisión de los JJOO.

El Comité Olímpico Internacional retiene más del 50% de la venta de los derechos de retransmisión de los JJOO.
Torre Eiffel durante los JJOO 2024. | EFE

Los fastos deportivos que está viviendo París han vuelto a poner encima de la mesa el viejo debate sobre la rentabilidad de acoger unos Juegos Olímpicos. Nadie discute la proyección internacional que puede propiciar la celebración de un evento de tan grandes características, pero tampoco hay dudas sobre lo difícil que es encajar la cuenta de ingresos y gastos de todo lo que rodea a la organización de la competición.

Si nos ceñimos a estudiar la cuestión de las televisiones, el negocio parece más claro y evidente. En Estados Unidos, la NBC ha sacado pecho y ha afirmado que la emisión de los JJOO le va a reportar más de 1.250 millones de dólares en concepto de patrocinios y publicidad. El contrato que aseguró los derechos de retransmisión para la cadena está valorado en 645 millones anuales, de modo que la jugada parece redonda desde el punto de vista audiovisual.

No ocurre lo mismo en España, donde RTVE pagó en torno a 50 millones para hacerse con los permisos para emitir en exclusiva los Juegos, pero los ingresos obtenidos a cambio son casi nulos, debido a la no emisión de publicidad en el ente público. Con todo, los datos de audiencia han sido ciertamente espectaculares, con seguimientos del 40% en la ceremonia inaugural o del 30% en los esperados partidos de dobles disputados por Rafael Nadal y Carlos Alcaraz.

¿Cómo se gestiona la ciudad organizadora?

Dicho esto, ¿qué hay de la ciudad organizadora? Como explica Joe Pompliano en el blog especializado en economía del deporte Huddle Up, París optó por un modelo flexible a la hora de diseñar las sedes de las competiciones. De hecho, solamente el 5% de estos espacios son de nuevo cuño, puesto que el 95% son infraestructuras preexistentes o instalaciones portátiles que serán retiradas en cuanto terminen los Juegos.

La ciudad parece haber acertado ubicando estos recintos junto a algunos de sus principales monumentos, caso de la Torre Eiffel, el Palacio de Versalles, el Grand Palais, etc. Con todo, algunas de las inversiones realizadas han sido cuestionables y, por ejemplo, programar competiciones en el río Sena no parece haber convencido a los deportistas, por mucho que se hayan dedicado casi 1.500 millones de dólares a distintos proyectos de limpieza, saneamiento y mejora del cauce.

Gastos de los últimos JJOO

No es fácil ganar dinero programando unos fastos deportivos tan costosos. Los JJOO de Los Ángeles, celebrados en 1984, fueron los primeros que cerraron su cuenta de resultados "en negro", con un beneficio de 215 millones de dólares. El apetito por organizar unos Juegos fue a más desde entonces y en 2004 se registraron hasta doce candidaturas, un máximo histórico.

Pero, por mucho que el éxito de Los Ángeles haya animado a muchas ciudades a postular su candidatura, la cifra de aspirantes ha ido cayendo conforme se han divulgado los costes de programar la competición en otros eventos. Londres esperaba gastarse 5.000 millones de dólares en los Juegos de 2012, pero rebasó esta cifra en 13.000 millones. En Sochi, el presupuesto original para los Juegos de Invierno de 2014 rondaba los 10.000 millones pero el dato final fue cuatro veces más alto. También se sabe que los desembolsos asociados a los JJOO de Río de Janeiro en 2016 más que duplicaron las partidas que se habían reservado originalmente. Según la Universidad de Oxford, el coste real de organizar unos Juegos es, en promedio, tres veces mayor de lo presupuestado. París, sin ir más lejos, se mueve ya en un sobrecoste del 115%.

Ingresos de los JJOO

Hasta ahí los gastos, pero ¿qué ingresos se pueden generar por esta vía? Tokio esperaba conseguir al menos 13.000 millones de dólares y así igualar la facturación al coste del evento, pero la cifra real de ventas fue un 50% más baja. Londres se quedó tres veces por debajo de los gastos de organización y Pekín firmó un monumental fiasco, con menos de 4.000 millones frente a unos gastos casi 10 veces más altos.

Parte del descuadre viene de los gastos de seguridad (son entre 4 y 8 veces más altos que a finales de los años 90, en gran medida debido a la recurrente amenaza terrorista que rodea a estas competiciones), pero no se puede ignorar tampoco el rol que juega el Comité Olímpico Internacional a la hora de retener más del 50% de la venta de derechos de retransmisión de los JJOO.

La citada burocracia no se ha ajustado el cinturón de cara a la edición de 2028, a pesar de que ciudades como Boston, Roma, Hamburgo y Budapest acabaron desistiendo de organizar los Juegos. The Economist alertó de esta situación, recalcando que cada vez menos ciudades se disponen a llegar hasta el final con su "sueño olímpico". De hecho, los Juegos de 2032 se asignaron a Brisbane, Australia, sin que ninguna otra ciudad presentase su candidatura.

Ante esta tesitura, el COI quiere facilitar candidaturas más flexibles, para que distintas ciudades o incluso varios países puedan organizar los Juegos, a la manera de lo que sucederá con el Mundial de Fútbol proyectado por España, Portugal y Marruecos para la Copa de 2030. Sin embargo, este modelo no tiene un encaje tan natural con los JJOO, que siempre se han jactado de reunir en una sola ciudad a los deportistas de élite que compiten en sus distintas disciplinas.

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