La palabra de este jueves ha sido "Lamborghini".
Pedro Sánchez le dedicó al fabricante italiano de coches deportivos su discurso de apertura del año político, con una de esas frases muy llamativas, pero que no dicen nada: "Más transporte público y menos lamborghinis", dijo el presidente.
Y esto, ¿por qué? ¿Porque los trenes de Renfe llegarían a su hora si desaparecieran los Ferrari o los Lamborghini de nuestras calles? ¿Porque los que se compran estos coches perjudican a los usuarios del Metro? ¿Porque es malo que un futbolista se quiera comprar un SF90 Stradale o un Temerario? No está claro hacia dónde se dirige el argumentario del presidente.
En cualquier caso, un par de apuntes que sí son interesantes para el debate. Porque más allá del ejemplo [y sí, llama la atención que haya escogido una marca con tan pocas ventas; podría haber dicho Jaguar, Maserati o Porsche, fabricantes de lujo pero que sí se ven con cierta frecuencia circulando]... decimos que, más allá del ejemplo, lo que queda es la idea de que es malo que haya muchos millonarios, o que hay demasiados o que es el incremento de riqueza de unos pocos lo que explica la carencias que sufren otros muchos.
Pues bien, en el caso de España, ninguna de estas cosas es cierta.
Pocos ricos
Lo primero, sería preguntarse cuántos ricos tiene España. Cogemos los datos del Global Wealth Report 2024 de UBS (es el informe anual que publicaba Credit Suisse), probablemente el documento más conocido y citado en esta materia.
Según sus cifras, en España hay 1.180.703 millonarios en dólares: esto es, personas con un patrimonio neto superior al millón de dólares. ¿Mucho? No demasiado. Si lo comparamos con nuestra población (48,8 millones de habitantes), sale a un millonario (en patrimonio) por cada 41 habitantes. O, lo que es lo mismo, esto quiere decir que algo más del 2,4% de la población en España es millonaria.
Por supuesto, la gran mayoría de los integrantes de este colectivo no piensan en sí mismos como ricos o millonarios. De hecho, es muy posible que el propio Pedro Sánchez, muchos de sus ministros y buena parte de los periodistas que informan estos días sobre este tema están en el grupo (o lo vayan a estar según avancen en su carrera profesional).
En cualquier caso, lo que sí podemos decir es que es una cifra bastante baja respecto a la de otros países de la UE con los que normalmente nos comparamos:
- Francia; 2,9 millones de millonarios; 68,1 millones de habitantes
- Alemania: 2,8 millones de millonarios; 84,4 millones de habitantes
- Países Bajos: 1,2 millones de millonarios; 17,8 millones de habitantes
- Suecia: 575.000 millonarios; 10,5 millones de habitantes
Como vemos, en todos los casos el porcentaje de millonarios respecto al total de la población es mucho más elevado en estos países que en España. En Países Bajos, el 6,7% de sus habitantes tiene más de un millón de dólares de patrimonio (aproximadamente, uno de cada 15; en España, recordemos, era uno de cada 41 habitantes). Mientras, en Suecia el porcentaje es del 5,5%, en Francia del 4,3%; en Alemania del 3,3% (y eso contando el este, en el que la cifra baja sustancialmente). Podríamos haber cogido otros países ricos de la UE, pero las cifras serían similares.
Italia tiene unos datos parecidos a los nuestros. En Portugal y Grecia son peores. Y también hay menos millonarios en los países del este.
Ricos poco ricos
Quizás alguien piense que hemos escogido una muestra poco representativa. Por eso de que hay muchos más millonarios de los que pensábamos.
Vamos a acotar un poco más. Ahora nos centraremos en los ricos de entre los ricos: el famoso 1%. Para ello, tomamos los datos del World Inequality Database (WID), el proyecto liderado por algunos de los grandes gurus de la izquierda internacional (Thomas Piketty, Facundo Alvaredo, Emmanuel Saez, Gabriel Zucman...)
Aquí podemos encontrar cifras sobre qué nivel necesita una persona para entrar en el 1% más rico de su país. Pues bien, según indica esta base de datos, para ser parte del 1% más rico de España hay que tener 1,3 millones de euros. ¿Mucho? Lo parece porque no hay muchas personas que alcancen esa cifra (el 1% es algo menos de medio millón de españoles), pero queda muy lejos de lo que se requiere en otros países.
- Francia: para ser miembro del 1% más rico tienes que acumular un patrimonio de 2,4 millones de euros
- Alemania: en el país germano, el límite inferior del 1% está en los dos millones de patrimonio
- Países Bajos: alcanzas el 1% más rico con 1,9 millones de euros de patrimonio
- Suecia: con 1,8 millones de patrimonio ya eres parte del 1% de suecos más ricos
Como vemos, frente a la imagen que transmite el Gobierno (esa idea de que hay demasiados ricos o de que los malos servicios públicos se deben a que no contribuyen lo suficiente) la realidad es que en España hay menos ricos que en los países de su entorno con los que normalmente se compara y que, además, esos ricos españoles son menos ricos que los millonarios alemanes, franceses, holandeses o suecos (o de cualquier otro país rico de Europa).
Dos décadas no muy buenas
Por último, podríamos pensar que los ricos españoles no son muchos, pero han ido creciendo y acaparando cada vez más parte de la tarta. Pues tampoco.
De nuevo, con datos del WID, lo que tenemos es que: el porcentaje de la riqueza total del país en manos del 1% más rico ha caído en los últimos 25 años. De un máximo del 25% a finales del siglo XX a alrededor del 23% en 2024.
También ha descendido el nivel de riqueza media del 1% desde 2007. Éste es un fenómeno muy llamativo. No es sólo que su parte de la riqueza total haya caído en el último cuarto de siglo) (algo que no es tan habitual en los países de nuestro) sino que el valor medio del patrimonio de este colectivo ha pasado de estar por encima de los 3,5 millones de euros a los 3,25 millones de finales de 2022. En el WID no nos explican la razón, pero probablemente tiene mucho que ver con: (i) el reventón de la burbuja del ladrillo en el período 2008-12 y (ii) el mal comportamiento en Bolsa de muchas de las grandes empresas españolas en los últimos años.
En resumen, si en España hay problemas con los servicios públicos no es porque haya muchos Lamborghinis circulando por nuestras carreteras. Ni porque se haya multiplicado el número de millonarios en los últimos años. Más bien al contrario, podríamos pensar que España no es capaz de atraer a las grandes fortunas del extranjero (¿quizás por una regulación que no seduce a las empresas o inversores?) o que el mal comportamiento económico de las últimas dos décadas (el estancamiento en el que vivimos desde 2007 y que hace que en muchas métricas de ingresos o consumo estemos casi al nivel de principios de siglo) también esté afectando a los millonarios.
¿Ver más Lamborghinis sería bueno o malo? Habrá quien piense que quizás si empezáramos a ver más deportivos aparcados en las aceras de las ciudades españolas (como es mucho más habitual en Suiza, Alemania, Holanda, etc.) eso sería un buen síntoma: de que hay más actividad, más riqueza, más inversión... y que eso también sería bueno para las clases medias, para la recaudación, el empleo, los servicios públicos. Pero el presidente del Gobierno no está de acuerdo. Desde esta semana tenemos otro enemigo: los deportivos.