
Los cambios previstos por José Luis Escrivá en el Banco de España siguen confirmando una única dirección: la de domesticar la institución a mayor gloria de Pedro Sánchez. No sólo por el volumen de los cambios -se elevan a más de 200 movimientos internos de personas y cargos- sino por la profundidad de las modificaciones. Y es que Escrivá pretende hacer pivotar las funciones principales del banco a través de sus fieles y, por supuesto, fieles también al socialismo, de una forma hasta ahora no vista en el Banco.
El organismo clave, de hecho, parece ser la Dirección General de Relaciones Institucionales, un área comandada por Paloma Marín que tendrá un peso decisivo incluso en las relaciones con Banco Central Europeo, de forma que, a medida que se vayan materializando los cambios de brutal calado previstos por Escrivá, el rumbo del Banco sea, de inmediato, el deseado por Escrivá. Y por Sánchez.
Es la primera vez en 45 años que un partido, el PSOE, toma el poder pleno de una institución que debe -o debía- ser independiente. José Luis Escrivá, exministro, y la nueva subgobernadora, Soledad Núñez, tiene una cercanía al PSOE a prueba de bombas.
Tres de cuatro sillas al servicio de Sánchez
Núñez es la sustituta de Margarita Delgado y fue la directora en la Oficina Económica del Presidente del Gobierno (2004-2005) y directora general del Tesoro (2005-2011) bajo mando de los gobiernos socialistas de José Luis Rodríguez Zapatero. En 2018 fue colocada como consejera y miembro del comité ejecutivo del banco central a propuesta del mismo PSOE. El mismo que ahora la aupa para que cumpla con su función: la de Sánchez.
Pero no son los únicos cambios inmediatos. El nombramiento de Núñez liberaba su cargo, que ha sido cubierto por por Lucía Rodríguez Muñoz, hasta este momento subdirectora general de endeudamiento público en la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF).
¿Pero qué más ha sido? Pues asesora de la exvicepresidenta económica del Gobierno socialista Nadia Calviño. Y, de ese modo, la decisiva comisión ejecutiva del Banco cuenta con tres de cuatro sillas al servicio de Sánchez: Escrivá, Núñez y Rodríguez. Sólo queda una de influencia del PP, la de Fernando Fernández, y Escrivá ya maquina para marginarlo y que no haya ni siquiera testigos de las deliberaciones.
La cara que desea Sánchez del Banco de España
Pero también entra Jordi Pons Novell, catedrático de economía de la Universitat de Barcelona, como miembro del Consejo de Gobierno del Banco de España. Y Pons es un separatista acreditado que será difícil que critique, por ejemplo, el nuevo cupo catalán.
Pero, hasta ahí, se encuentran los cambios fáciles de identificar por su autor: PSOE y separatismo. Pero la obra de Escrivá ha llegado ya a un organismo que será clave a partir de ahora: nace una nueva Dirección General de Relaciones Institucionales, Europeas y Transparencia, que tendrá nada menos que las funciones del gabinete del gobernador y de comunicación.
La dirigirá Paloma Marín, miembro del Banco de España desde 2005 y directora de relaciones internacionales y europeas desde 2018. Se trata de uno de los seis departamentos de la Dirección General de Economía, más conocido como antiguo servicio de estudios. Y es que, desde ese área, Escrivá espera domesticar áreas conexas e, incluso, determinar la voz en el BCE.
Se trata de cambios profundos que darán una cara muy distinta al Banco de España: la cara que desea Sánchez.
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