Menú

Nuno Crato: "El celebrado sistema educativo finlandés va cada vez a peor"

El ex ministro y divulgador educativo llevó al país luso a los mejores resultados de su historia en el Informe PISA.

El ex ministro y divulgador educativo llevó al país luso a los mejores resultados de su historia en el Informe PISA.
Nuno Crato | Libertad Digital

Nuno Crato tiene una vasta experiencia como divulgador, docente e investigador. De 2011 a 2015, fue ministro de Educación de Portugal y logró que el país luso alcanzase los mejores resultados de su historia en los indicadores internacionales. Bajo su gestión, promovió un refuerzo de las matemáticas y la lengua, puso en marcha evaluaciones externas que medían de forma continuada el desempeño de los jóvenes y defendió la bandera de una mayor exigencia educativa.

Su último libro, Apología del libro de texto (Narcea, 2024) hace una defensa exhaustiva de estos manuales, que en tiempos recientes se han visto subestimados o cuestionados, pero son, en opinión del autor, herramientas útiles para transferir conocimiento y desarrollar competencias de manera efectiva.

Aprovechando su paso por Madrid, enmarcado en una serie de encuentros de la Universidad Camilo José Cela, he podido entrevistarme con Nuno Crato para hablar de su experiencia como ministro y de su mirada a los modelos educativos del siglo XXI.

¿Cómo fue ese momento en que Vd. llegó al ministerio de Educación de su país, que estaba básicamente en quiebra? ¿En qué medida pensó que eso limitaría su capacidad de cambiar las cosas?

Fueron momentos difíciles, sin duda. La situación económica era terrible. Pero, desde el principio, tuvimos una cosa clara: queríamos hacerlo mejor, no dedicarnos a gastar más. En la educación muchas veces se habla de más inversión, de más pantallas, de más innovaciones… pero, a la hora de la verdad, la evidencia nos dice que hay soluciones que no son costosas, pero mejoran mucho los resultados del proceso formativo. Nos concentramos en eso. No hay que gastar más, sino mejor.

Hablemos entonces de esa filosofía que les permitió hacer más con menos.

Lo primero que hicimos fue poner el foco en los contenidos, en vez de en las competencias. Ambas son importantes, pero todo hay que enmarcarlo. Los contenidos tienen una estructura, pero eso no ocurre necesariamente con las competencias. Hay contenidos que se deben enseñar por su importancia misma: la Matemática, la Física, la Historia… El problema de sobrevalorar las competencias es que deja en un segundo lugar a los conocimientos, que son la base de la escuela.

Optaron, por ejemplo, por impartir más horas de Matemáticas y Lengua. ¿Vuelta a lo básico?

Sí, pero porque lo básico es lo básico por algo, es básico por algo. Sin entender bien las matemáticas y la lengua no se puede prosperar. Por eso, volvemos a lo básico: porque lo básico es lo que funciona. Los informes internacionales reflejan que los alumnos tienen hoy muchas carencias en esas áreas: en matemáticas, en lengua… Por tanto, no demos por sentado que todo eso va bien. Hay que abordar esas carencias y hacer caso a lo que nos dicen informes internacionales como PISA.

Otro de los cambios que Vd. introdujo fue la realización de evaluaciones externas para conocer el desempeño de los alumnos y los centros. Eso suele generar resistencia, pero a mí me parece de sentido común que, si lo que se pretende es mejorar la educación, entonces se haga un esfuerzo por medir sus resultados.

Efectivamente, lo raro es que haya quienes piensen que vamos a mejorar la educación sin evaluar su desempeño. Sobre las evaluaciones, tenemos estudios que miden cómo han funcionado los sistemas educativos con y sin este tipo de exámenes y controles externos. La conclusión es clara: los países van mejor cuando se hacen esas evaluaciones. De igual modo, en el ámbito de la psicología, los estudios que se han realizado apuntan que, además de mejorar los resultados, los exámenes contribuyen a dar significado al proceso, invitando al alumno a esforzarse por mejorar. A menudo hablamos de motivar al alumnado y esta es una forma probada de hacerlo.

Los resultados hablaron por sí solos.

Cuando salió el primer informe PISA, a comienzos del siglo XXI, se comprobó que los resultados de Portugal eran muy malos. Varios gobiernos y distintos partidos convergieron en torno a la necesidad de acometer cambios. Sin ese precedente, no habría sido posible plantear lo que planteé: centrar el foco en los contenidos y hacer más evaluaciones externas. Gracias a eso, Portugal logró los mejores resultados de su historia. Por cierto, cuando salí del ministerio y llegó otro gobierno, algunos de los cambios que hicimos fueron revertidos… y los resultados de Portugal volvieron a empeorar.

El informe PISA popularizó el modelo finlandés, pero los datos apuntan que su desempeño está yendo a peor.

Claro, los datos muestran que Finlandia va a peor desde 2016 en todas las evaluaciones internacionales de su sistema educativo. Hubo mucho "turismo educativo" o incluso diría que "turismo ideológico" dedicado a viajar a Finlandia y extraer lecciones de su modelo. El problema es que, desde hace más de una década, cualquier aproximación a su sistema es sinónimo de acercarse a algo que está yendo a peor, no a mejor. Y, lamentablemente, hay muchos gobiernos que copiaron lo que hacía Finlandia en un momento en que Finlandia iba a peor. Antaño, las cosas eran distintas: a comienzos del siglo XXI, el país era muy estricto con sus currículum de contenidos, con la evaluación de resultados, etc. Cuando eso se alteró, el sistema entró en declive.

En Europa hablamos mucho de nuestra decadencia, del auge de Asia... Pues bien, en Europa hemos abandonado la exigencia académica y en Asia han hecho lo contrario.

Sin duda. Si uno repasa la manera en que se configuran los sistemas educativos de Singapur, de Japón, de Corea del Sur, de Taiwán… El elemento clave en todos esos casos es una apuesta por una mayor exigencia académica, a menudo a través de las dos herramientas que he destacado antes: el refuerzo del aprendizaje de contenidos frente a la adquisición de competencias y la apuesta por una cultura de la evaluación frente a la ausencia de controles.

¿Qué ejemplos le llaman la atención en Europa?

En Estonia se están haciendo las cosas bien. Han combinado los dos factores de los que hablaba con una notable autonomía de los centros, que es fundamental siempre y cuando haya una cultura de la evaluación, porque otorgar autonomía pero no controlar el desempeño es un absurdo, lógicamente. En el Sur de Europa, a menudo veo que hay cada vez más consenso en torno a lo mal que va la educación, pero ¿qué reformas se hacen? Se introducen nuevas ideas constructivistas, nuevas innovaciones… en vez de reconocer el fracaso y hacer las cosas mejor.

Vd. reivindica en su último libro un soporte tan básico como el libro de texto. Considera que es una herramienta muy útil y vigente.

En efecto, se ha tendido a desprestigiar el libro de texto, pero lo cierto es que es vital para organizar el aprendizaje y ayudar a desarrollar la adquisición de conocimiento. Sirve para estructurar el proceso formativo, alinea a profesores con alumnos y familias y, en última instancia, hace un papel precioso a la hora de mejorar la educación. Se habla mucho de motivar a los alumnos, pues bien, también en este punto creo que "volver a lo básico" es importante, porque el libro de texto juega un papel vertebrador del aprendizaje muy valioso.

Quiero preguntarle también por otro debate: el de la tecnología en las aulas. Se dedicaron muchos recursos a llenar de tabletas y pantallas los colegios, pero cada vez hay más voces discordantes. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Es triste, pero parece que no aprendemos. Desde hace mucho tiempo tenemos la ilusión de que la tecnología lo mejorará todo. Thomas Edison pensaba que el maestro dejaría de ser necesario. El posmodernismo defendió en la década de 1970 que los ordenadores reemplazarían al maestro. ¡Siempre se ha dicho que la tecnología cambiará las cosas, pero no es así! El ser humano sigue aprendiendo del mismo modo: entendiendo y asimilando conceptos, relacionando unos conceptos con otros, poniendo en práctica los conceptos… Es un proceso muy establecido. Por eso la dinámica de una clase, con un profesor y unos compañeros, es tan importante. A veces, la tecnología nos ayuda mucho, pero en la clase no puede ser el elemento central, a lo sumo un apoyo muy puntual si hay recursos que merezcan la pena, nada más.

Temas

En Libre Mercado

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Alta Rentabilidad