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En el corazón de una central nuclear: el reactor, la grúa polar y muros de 1,4 metros de espesor

LD visitó el corazón de la central nuclear de Almaraz, el edificio de contención y el de combustible, durante los trabajos de recarga de la unidad 1.

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El reactor 1 de la central nuclear de Almaraz se conectó a la red eléctrica el pasado 8 de noviembre, un día antes de lo previsto, tras su trigésima recarga de combustible. Además de renovarse un tercio del combustible del reactor, los días de recarga sirvieron para tareas de mantenimiento y limpieza y se acometieron 17 modificaciones de diseño.

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Al corazón de la central, el edificio de contención, se accede a través de una gran esclusa de acero que garantiza la estanqueidad del recinto y facilita el control de accesos. 

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El edificio de contención es un recinto hermético y estanco cuya misión es proteger el reactor y su circuito de refrigeración. Consiste en una estructura cilíndrica de hormigón de 1,4 metros de ancho de espesor y con un recubrimiento de acero de 10 mm. El soporte de la estructura de hormigón tiene un espesor de 3,5 metros. 

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Aunque la misión principal es la recarga de combustible se acometieron múltiples trabajos en todas las zonas de la central, entre ellos la inspección mediante robots de la vasija. Junto a la vasija y el denominado circuito primario del reactor se encuentran dos herramientas clave: la denominada grúa polar, en la cúspide, encargada de mover la tapa del reactor y una grúa lateral que mueve el combustible. 

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El edificio de contención, que alberga también los grandes generadores de vapor que transfieren el calor del reactor a las turbinas, tiene una altura de 65 metros y un diámetro exterior de 41,2 metros. Su cúpula mide 19,2 metros de radio. Desde la central, explican que la gran resistencia de estos edificios se basa en su robusta construcción en hormigón armado, recubierto interiormente por un liner de acero. “El hormigón dispone de numerosas capas de armadura cuya característica más identificativa es el estar fabricada mediante barras de 57 mm de diámetro, formando un emparrillado que dota a la contención de una desmesurada resistencia: al menos, una presión interna de 1128000 N/m2, más de 11 veces la presión atmosférica a nivel del mar", explican.

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Los elementos de combustible gastado se transfieren a la piscina de combustible a través del denominado canal de transferencia, bajo el agua. 

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El canal conecta el edificio de contención con el edificio de combustible, donde se encuentra la piscina que almacena el combustible ya gastado. 

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Tras la llegada de los nuevos elementos, técnicos de ENUSA revisan la piscina y trazan una especie de mapa del combustible gastado. 

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En el edificio de combustible también se acomete la tarea de llenar los bidones de combustible que almacenarán el material en el almacén temporal de la propia central, donde permanecerán hasta que se proyecte y construya el almacén definitivo, el denominado Almacén Geológico Profundo, previsto para 2073. 

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Los elementos de combustible nuclear gastado deben permanecer almacenados en la piscina un mínimo de cinco años con el fin de enfriarlo. Se guardan en una especie de celdas dispuestas a modo de malla en el fondo.   

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El agua ofrece un blindaje natural frente a la alta radiactividad del combustible irradiado. Las piscinas están construidas de hormigón armado y sus paredes están recubiertas de acero soldado y diseñadas para evitar fugas y soportar eventos externos.

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El reactor 1 de la central nuclear de Almaraz se conectó a la red eléctrica el pasado 8 de noviembre, un día antes de lo previsto, tras la recarga de combustible. Además de renovarse un tercio del combustible del reactor, los días de recarga sirvieron para tareas de mantenimiento, limpieza y se acometieron 17 modificaciones de diseño, tanto en la zona radiológica como en otras instalaciones como el edificio de turbinas (en la imagen).

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Entre los proyectos más destacados de esta recarga están también la limpieza e inspección en los generadores de vapor y la revisión e inspecciones en bombas principales y alternador. 

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En toda la central, también en la zona controlada (la sometida a controles radiológicos) la actividad se multiplica durante la recarga. En total, se incorporan 1.200 trabajadores adicionales a la plantilla habitual, de unas 70 empresas colaboradoras especializadas. La mayoría de estos profesionales proceden del entorno de la central.

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Para acceder a la zona controlada hay que vestir un mono de algodón, zapatos especiales, gorro y guantes. En los accesos de entrada y salida hay pegatinas adhesivas en el suelo para impedir contaminaciones. 

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Los trabajos continúan en el edificio de turbinas, con desmontaje y revisión de equipos por parte de empresas especializadas. 

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Uno de los dos mil andamios instalados en la central para facilitar el acceso de los trabajadores. 

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Aviso en el edificio de turbinas de que las instalaciones del reactor 2, situadas enfrente de las del reactor 1, están en pleno funcionamiento y el acceso es restringido. 

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Placa que recuerda el lugar de fabricación del primer alternador (Ferrol). 

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