Alemania celebrará elecciones generales el próximo 23 de febrero. El país que tradicionalmente era sinónimo de estabilidad y crecimiento languidece ahora en medio de un bloqueo político que, combinado con cifras de actividad paupérrimas, apuntan al frenazo de la vieja locomotora industrial europea. Libre Mercado se ha entrevistado con Rainer Zitelmann, empresario y autor de casi una treintena de libros, para evaluar la situación que ha derivado en la convocatoria de elecciones anticipadas.
P: ¿Por qué ha cambiado tan drásticamente el tono el canciller Olaf Scholz?
R: Scholz ha destituido a su Ministro de Finanzas, el liberal-demócrata Christian Lindner, y lo ha descalificado personalmente en un discurso muy fuerte, incluso agresivo. Esto es un cambio drástico para un canciller que suele ser calmado, pero creo que Scholz está furioso porque sabe que su carrera política ya no tiene futuro.
P: La coalición no ha traído la estabilidad esperada.
R: No, la coalición entre el SPD, los Verdes y el FDP fue inestable desde el principio. Los Verdes han impulsado una economía planificada que desemboca en el socialismo con la excusa de la ecología, mientras que el SPD apoya estímulos financiados con más deuda pública, impuestos altos y más intervención estatal. En cambio, el FDP prefiere una economía de mercado. Esas diferencias generaron conflictos constantes en el seno del gobierno.
P: ¿Diría que Alemania vuelve a ser, casi 25 años después, el "enfermo de Europa"? Eso se decía de su país a comienzos del siglo XXI.
R: Los problemas de Alemania no surgieron de la nada ni obedecen solamente a las carencias del actual gobierno y su coalición "semáforo". En realidad, se incubaron bajo el mandato de Angela Merkel, con políticas como la eliminación de la energía nuclear, la prohibición a futuro de los vehículos con motores de combustión, una política migratoria fallida, unas infraestructuras decadentes y una política exterior débil.
P: ¿Qué hicieron Scholz y el Ministro de Economía Robert Habeck al respecto?
R: En lugar de cambiar de dirección tras la salida de Merkel, Scholz y Habeck siguieron con sus políticas y hasta las intensificaron. Scholz se presentó como el sucesor natural de Merkel, a la cual recordaba incluso al adoptar cada vez más su famosa pose con las manos en forma de diamante. El fiasco de la "transición energética" ha sido notorio, en el Wall Street Journal la han definido como la política energética más estúpida de la historia reciente. Cerrando las nucleares y combatiendo a la industria de la automoción, Alemania se ha disparado en el pie.
P: ¿Qué errores cometió el FDP al quedarse en la coalición?
R: El FDP tardó demasiado en desmarcarse de sus socios. La Ley de Calefacción del Ministro de Economía Verde, que dictaba qué sistemas de calefacción podían instalar los ciudadanos. La decisión definitiva de acometer la eliminación de la energía nuclear fue otra ocasión clara para que el FDP plantease un órdago o dejase el gobierno. Al no actuar así, el FDP ha perdido la confianza de dos tercios de sus votantes.
P: ¿Se resolverán los problemas con el regreso de los conservadores?
R: No tengo muchas esperanzas. Aunque los demócrata-cristianos (CDU) han corregido algo el rumbo, todavía no se atreven a evaluar críticamente la Era Merkel. Además, han dado una mala imagen al colaborar con el movimiento de la socialista Sahra Wagenknecht, cuyo nuevo partido se opone a la OTAN y defiende políticas económicas socialistas.
P: ¿Por qué Alternativa por Alemania ha crecido de nuevo en popularidad?
R: AfD ha crecido porque la CDU y el FDP han descuidado temas clave como la migración, han asumido la corrección política que muchos alemanes detestan y han dado la espalda a la energía nuclear y a la automoción. Sin embargo, no es una alternativa viable, ya que algunos de sus líderes, como Tino Chrupalla, adoptan posturas absurdas, minimizando por ejemplo el imperialismo ruso e incluso actuando como una "quinta columna" de Moscú en suelo teutón.
P: ¿Cómo está afectando esta situación a Los Verdes?
R: La coalición de "semáforo" ha dejado claro para muchos que Los Verdes son ecologistas arrogantes en los que no se puede confiar para llevar un país con seriedad. Su dogmatismo es nefasto y sus propuestas económicas siempre conducen a más Estado y menos mercado. Sin embargo, mantienen el apoyo de un núcleo duro de votantes, alrededor del 12 por ciento.
P: ¿Hay una solución a corto plazo para mejorar la situación en Alemania?
R: Habrá nuevas elecciones el 23 de febrero, pero el CDU, que tiene el 30 por ciento de la intención de voto, no quiere formar coalición con el AfD. La otra opción sería aliarse con Los Verdes o el SPD, por lo que parece poco probable que vayamos a ver un cambio drástico.
P: ¿Qué necesitaría Alemania para que se produzca un cambio real?
R: Alemania necesita un líder que reconozca el fracaso de la "transición energética" y su política sobre la automoción. Asimismo, hay que replantear la política migratoria como han hecho en Suecia o Polonia. Pero, para implementar un cambio como el de Thatcher o Reagan, primero sería necesario un cambio de mentalidad en el país y un giro hacia ideas más liberales. En ese frente no veo muchas esperanzas a corto plazo.