Cuando hablamos de "deuda pública", pensamos siempre en las emisiones del Tesoro: es decir, en los bonos y las letras que Hacienda emite para financiarse. Ya saben lo de la prima de riesgo, el 100% del PIB, las exigencias de Bruselas para que comencemos una senda descendente, etc... Y sí, es cierto que todo esto es muy importante. Cientos de miles de inversores (institucionales y ciudadanos de a pie) han comprado en los últimos años deuda pública española y quieren que se les abonen los intereses correspondientes(y, cuando llegue el plazo, el principal). Si un día alguien pensara que España no puede pagar por sus obligaciones adquiridas, tendríamos un problema muy grave. Pregunten a los griegos por lo que les ocurrió entre 2010 y 2015.
Pero hay otro tipo de deuda pública que no suele estar tan presente en el debate público. Hablamos de la llamada "deuda implícita": es decir, de aquellas promesas que los gobiernos han hecho a sus ciudadanos, sobre todo pensiones, y que también tendrán que afrontar en los próximos años. ¿Más o menos obligatoria que la primera? Pues según cómo lo miremos. Es cierto que un bono genera una obligación y un derecho que se puede reclamar ante los tribunales, algo que no ocurre con una pensión (ya lo hemos explicado otras veces: si hay un recorte en las prestaciones futuras, ningún jubilado podrá pedir a un juez que le devuelva sus derechos perdidos).
También es cierto que, políticamente, las cosas no son tan sencillas: ¿se imaginan a un presidente del Gobierno español diciendo que no va a pagar la deuda emitida? Complicado, escenario a la griega... pero es posible. ¿Se imaginan a ese mismo presidente diciendo que va a dejar de pagar las pensiones? Imposible. Por eso, esta semana, en La Pizarra de Domingo Soriano, hablamos de todo ese dinero que debemos a nuestros mayores (actuales pensionistas y futuros), porque se lo hemos prometido. ¿A cuánto asciende? Pues casi al 500% del PIB, cinco veces más que la deuda oficial y la cifra más elevada de toda la UE. Sumando todos los conceptos, nos explican Nuria Richart y Domingo Soriano, nos acercamos a los 10 billones de euros. O, lo que es lo mismo, casi 200.000 euros por habitante. Sí, puede que la mayoría de ellos no lo sepan, pero junto a la hipoteca o al préstamo del coche, tienen esa deuda pendiente. ¿Y la hucha de las pensiones? No llega ni al 1% de esa cifra. ¿Qué soluciones hay? La primera, la más obvia, es pagar la deuda con lo que generemos cada año. La segunda podría implicar quitas: a los bonistas oficiales... y a los implícitos.