
Hasta hace ahora poco más de un año, los datos de déficit presupuestario que comunicaba el gobierno de Argentina carecían de toda fiabilidad. Las malas prácticas contables y la manipulación estadística por parte del peronismo contribuyeron a distorsionar por completo las cifras oficiales, desplazando parte importante del déficit al balance del Banco Central de la República de Argentina (BCRA).
El nuevo gobierno de Javier Milei ha discutido sobre esta cuestión con el Fondo Monetario Internacional y, tras un año de tira y afloja, el organismo multilateral ha optado por publicar una nueva serie de datos dedicada a la contabilidad del sector público argentino. En este nuevo cálculo se incluye la parte del déficit que fue cubierta a través del BCRA, monetizando en la práctica la diferencia entre ingresos y gastos y contribuyendo de esta forma a la escalada de la inflación.
En 2021, por ejemplo, el déficit que deja registrado el gobierno de Alberto Fernández fue del 4,5% del PIB, como resultado de sumar un déficit primario del 3% del PIB a un gasto en intereses de la deuda del 1,5% del PIB. Sin embargo, los datos ampliados que ahora presenta el FMI muestran que el BCRA asumió 3,3 puntos adicionales de déficit a través de los distintos mecanismos de financiación que habilitó el peronismo a través de la entidad. Por tanto, el descuadre real entre ingresos y gastos fue del 7,8% del PIB, un 73% mayor de lo anunciado.
Un año después, el gobierno de Fernández comunicó un diferencial negativo del 4,7% del PIB en su saldo presupuestario, cifra que se obtiene al sumar un déficit primario del 2,4% del PIB a un gasto en intereses de la deuda del 2,1% del PIB. Sin embargo, la revisión de la contabilidad nacional muestra que a esta cifra hay que sumarle nuevamente el mecanismo de financiación articulado a través del Banco Central, que asumió gastos deficitarios por un monto del 5,1% del PIB. Esto significa que el desajuste agregado fue del 9,6% del PIB, un 49% más de lo que reconocía el Ejecutivo.
Llegados al año 2023, y coincidiendo con el auge político de Javier Milei que llevó al dirigente liberal a la presidencia del gobierno en el último mes del ejercicio, encontramos que la Administración Fernández comunicó un déficit del 4,8% del PIB, pero trasladó al Banco Central un déficit adicional equivalente al 10,5% del PIB. Esto situaría el desajuste total en el 15,3% del PIB, triplicando los registros oficiales que comunicaba la Casa Rosada.
En la práctica, el déficit fiscal real que heredó Milei fue, por tanto, tres veces mayor de lo que suponían hasta ahora la mayoría de analistas. En la medida en que la contabilidad oficial estaba total y absolutamente distorsionada, las apreciaciones acerca de la salud fiscal del país argentino estaban sesgadas y carecían de perspectiva, infravalorando el problema real. Solamente aquellos observadores que se adentraron asimismo en la cuestión de la monetización del déficit pudieron capturar la magnitud del problema en sus estudios.
Así, la contabilidad unificada que ahora presenta el FMI apunta que, al agregar todo el déficit público real del año 2023, Argentina incurrió en un descuadre fiscal equivalente a 90.000 millones de dólares. Y, en la medida en que Milei ha logrado dejar a cero dicho desajuste a lo largo del ejercicio 2024, esto significa que el mandatario liberal ha logrado poner en marcha una "motosierra" presupuestaria de dimensiones históricas, habiendo ajustado 15,3 puntos de PIB en apenas un ejercicio.
Los informes que se han realizado acerca del tamaño de los ajustes fiscales de gran alcance muestran que, ante situaciones extremas, las mayores consolidaciones presupuestarias apreciadas en la era moderna han oscilado entre el 5% y el 7,5% del PIB. Por tanto, la "motosierra" practicada por Milei sería el mayor ajuste fiscal y monetario de la historia contemporánea.
Un superávit sin precedentes en cien años
El siguiente gráfico, presentado por el economista Daniel Fernández, profesor de la UFM, recoge 100 años de finanzas públicas argentinas y pone de manifiesto que Argentina solamente ha alcanzado un superávit fiscal en 8 de los 100 últimos años. De esos 8 ejercicios con saldo positivo, 7 tuvieron lugar justo después de declarar el default de la deuda, de modo que, como explica Fernández, "Milei ha conseguido en un año lo que todos los gobernantes argentinos no pudieron hacer en un siglo".

Parece evidente, pues, que el alcance de la "motosierra" practicada por Milei y su equipo ha tenido un resultado casi inmediato en la salud de las cuentas públicas. Esto ha facilitado la reactivación de la producción, con niveles de actividad que ya acumulan varios meses por encima de los niveles alcanzados a finales de 2023, materializando de esta forma el fin del ajuste y abriendo el camino a una fase de crecimiento y expansión que, según el FMI, propiciará un crecimiento de más del 5% en 2025 y 2026.