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Vivienda, Pensiones y Poder Adquisitivo: la tríada oscura que destruye el futuro de los jóvenes

"España no es país para jóvenes", se dice ahora, pero en unos pocos lustros España no será un país para nadie.

"España no es país para jóvenes", se dice ahora, pero en unos pocos lustros España no será un país para nadie.
Alberto Núñez Feijóo, desde su escaño, se dirige a Pedro Sánchez. | LD/Agencias

Inicio mi andadura en esta casa y me siento muy contento y honrado de poder escribir aquí. He decidido arrancar con el que considero el asunto más importante que puede haber en la actualidad: la situación de los jóvenes y el futuro que les aguarda, que viene a ser el futuro de España como nación.

No sé si con 31 años aún me puedo considerar joven o me aqueja ese mal que nos asola a todos los treintañeros actuales por el que pretendemos vivir en una eterna adolescencia, pero hay una serie de problemas compartidos que impiden que podamos realizar nuestro proyecto vital y que nuestros padres no tuvieron que padecer.

Y esa es precisamente la novedad que nos afecta a las últimas generaciones, desde los millennials hasta los beta: seremos los primeros en vivir peor que la generación de nuestros padres.

Según el INE, el grupo de población que peor desempeño tiene en poder adquisitivo es el de aquellos comprendidos entre 16 y 29 años: pierden un 11,2% entre 2008 y 2022. De hecho, el único grupo poblacional que gana poder adquisitivo es el de los mayores de 65 años, el cual se incrementa un 6,5%, mientras que el global de la población pierde un 7%.

La vivienda: una oferta insuficiente frente a una demanda desbocada

Hace cuarenta años, un joven que quisiera adquirir una vivienda de unos 100 metros cuadrados tendría que desembolsar de media unos 20.000€. Teniendo en cuenta que el PIB per cápita era de 5.873€, hacía falta la producción económica de casi 3,5 años de un español medio para adquirir una vivienda estándar.

Hoy, dicho joven tendría que desembolsar 227.000€ para la misma vivienda y, considerando que el PIB per cápita cerró 2024 en 32.630€, son necesarios casi 7 años de la producción económica de un español medio para adquirir dicha vivienda.

Es decir, la vivienda es el doble de cara respecto a 1985 y lo peor es la rapidez con la que esta situación se ha deteriorado: según el INE, los menores de 35 años que son propietarios de una vivienda han pasado de ser el 69,3% en 2011 a reducirse a un 31,8% en 2022.

Este hecho se debe fundamentalmente a que llevamos muchos años creando bastantes más hogares que viviendas construidas. Concretamente, el Ministerio de Vivienda apunta a que en la última década se han construido unas 683.000 viviendas frente al más de millón de hogares que el INE señala que se han creado, por lo que podemos afirmar que en los últimos 10 años hemos constituido un 43,5% más de hogares que viviendas construidas.

El problema es que esto no tiene una solución a corto-medio plazo, ya que el Banco de España ha afirmado que actualmente tenemos un déficit de 600.000 viviendas y que, en función de las perspectivas futuras, será necesario construir al menos 180.000 viviendas anuales durante los próximos quince años.

Teniendo en cuenta que las proyecciones indican que 2024 cerró con poco más de 100.000 viviendas construidas, seguimos construyendo mucho menos de lo que el país necesita, de modo que la oferta de vivienda seguirá siendo cada vez más escasa y los precios no pararán de subir.

¿Un problema que no se quiere resolver?

Es necesario que el Estado se implique a fondo en incrementar las viviendas construidas de manera urgente. Para ello, tiene muchos instrumentos a su alcance: una liberalización del suelo masiva, la agilización de las licencias y de los permisos requeridos para construir, practicar rebajas fiscales a las empresas constructoras, la utilización del ICO para financiar proyectos de construcción residencial…

Sin embargo, hasta ahora, las medidas adoptadas por el Gobierno han sido de un alcance muy limitado y muchas promesas han quedado en nada. Esto me lleva a plantearme dos hipótesis: o es simple incompetencia, o están protegiendo los activos inmobiliarios de su principal masa de votantes.

Según datos del Catastro, más del 95% del parque de viviendas está en manos de pequeños propietarios. Además, el Banco de España indica que la riqueza de los españoles se concentra en más de un 78% en activos reales, principalmente inmobiliarios. Si se lleva a cabo una construcción masiva de viviendas, el precio de estos activos se depreciaría, lo que afectaría a millones de españoles que verían su patrimonio reducido. Los partidos sistémicos estarían protegiendo los intereses del grupo de votantes más numeroso a costa de sacrificar el futuro de las generaciones más jóvenes.

Pensiones: la eterna patada hacia adelante

El problema no se limita a la vivienda. Como hemos visto anteriormente, los mayores de 65 años son el único grupo poblacional que gana poder adquisitivo desde 2008. Esto se debe principalmente a que la pensión media, descontando la inflación, se ha revalorizado en torno a un 25% entre 2008 y 2023, frente al 8,5% al que se ha depreciado el sueldo medio. Para hacer frente a esta situación, el Estado tuvo que inyectar más de 54.000 millones a la Seguridad Social en 2024, arrojando esta aun así un déficit de 12.000 millones, y estas cifras no pararán de crecer en los próximos ejercicios.

A pesar de que el tipo medio efectivo del IRPF haya pasado del 12,8% en 2019 al 14,7% en 2023 fruto de no deflactar los impuestos a la inflación y de que se haya introducido una nueva cotización social que han tenido el cuajo de llamar "Mecanismo de Equidad Intergeneracional", todo será insuficiente cuando se jubile la generación del baby boom.

Se requerirán fuertes ajustes en el sistema, que o bien llegarán con la rebaja de las pensiones, o bien con el retraso en la edad de jubilación, o seguramente con la combinación de ambos. Es un imperativo modificar el Pacto de Toledo y cambiar la vinculación de las pensiones con el IPC a la vinculación con la media de los salarios que las sufragan.

No se puede repetir lo ocurrido en 2022, cuando las pensiones se incrementaron un 8,5% mientras los salarios lo hacían a un 4%. No se puede seguir cargando eternamente el peso del sistema sólo en quien cotiza. Todos los ajustes que no se hagan ahora los sufriremos en el futuro.

Los dirigentes de los partidos sistémicos tienen que hacerse una pregunta fundamental: si los votos que recibirán hoy justifican seguir cercenando el futuro de aquellos que construiremos la España del mañana.

El drama es que todos conocemos la respuesta a esa pregunta y sabemos que mientras los números puedan cuadrar seguirán pegándole la patada al balón año tras año, hasta que el sistema colapse de la peor de las maneras, como ocurrió en Grecia, y la estafa intergeneracional en la que nos hallamos inmersos quede consumada: aquellos que estamos cotizando seremos los que más habremos pagado y los que menos recibiremos.

"España no es país para jóvenes", se dice ahora, pero en unos pocos lustros España no será un país para nadie.

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