
El secretario de Energía de Estados Unidos, Chris Wright, ha puesto este lunes los puntos sobre las íes en la conferencia CERAWeek de Houston, dejando claro que el nuevo Gobierno de Donald Trump no tiene tiempo para las "políticas irracionales y casi religiosas" que la administración Biden impuso en nombre del cambio climático. En su discurso, Wright ha prometido devolver el sentido común al sector energético: más combustibles fósiles, menos burocracia y un adiós definitivo a los delirios de la agenda verde. "La administración Trump pondrá fin a las políticas irracionales y casi religiosas de la administración Biden sobre el cambio climático, que imponen sacrificios interminables a nuestros ciudadanos", afirmó.
"Simplemente no hay forma física de que el viento, la solar y las baterías puedan reemplazar los múltiples usos del gas natural", afirmó Wright, recordando que este recurso supone el 43% de la generación eléctrica en Estados Unidos. El secretario, un veterano de la industria que ha trabajado en su trayectoria profesional con "energía nuclear, solar y geotérmica", además de combustibles fósiles y que antes de meterse en política fundó Liberty Energy, una empresa especializada en fracking, no se anduvo con rodeos: la obsesión climática de los demócratas ha sido "económicamente destructiva" y "políticamente polarizadora". Y para rematar, anunció que la administración de Trump tratará el cambio climático "como lo que es: un fenómeno físico colateral a la construcción del mundo moderno". Una visión opuesta a la de la Unión Europea de Von der Leyen y Teresa Ribera, que siguen dispuestas a sacrificar la prosperidad europea en el altar del alarmismo climático.
Wright desgranó datos para apoyar la nueva postura del Gobierno de Estados Unidos. "En 2024, el 81% de la energía primaria global vino de combustibles fósiles, apenas un 2% menos que hace una década, pese a los billones gastados en renovables", señaló. Según el secretario, las emisiones de CO2 en EE.UU. han caído un 15% desde 2005 gracias al gas natural, no a los paneles solares ni a las turbinas eólicas, que apenas cubren el 11% de la electricidad nacional y dependen de subsidios masivos. "Cada dólar gastado en renovables ha sido un dólar quitado a los americanos de a pie", afirmó, subrayando que el coste medio de la electricidad subió un 30% bajo el Gobierno de Biden por culpa de regulaciones absurdas y cierres forzosos de plantas de carbón".
El secretario también tuvo palabras para Europa, ese laboratorio de la utopía verde que tan caro están pagando sus ciudadanos. "Miren a Alemania: cerraron sus nucleares, apostaron todo al viento y ahora queman más carbón que en 2015 mientras las facturas se disparan", dijo Wright. En contraste, EE.UU. exportó en 2024 más de 115 millones de toneladas de gas natural licuado, un récord que Trump planea duplicar en los próximos cinco años eliminando trabas a las perforaciones en tierras federales y eliminando las restricciones de exportación. "Somos el verdadero motor energético del mundo, y no vamos a pedir perdón por ello", sentenció, dejando claro que las restricciones climáticas de Biden—como el veto a nuevos oleoductos—son cosa del pasado.
Wright dejó claro que no niega que el clima esté cambiando, sino que rechaza de plano la histeria que ha convertido el CO2 en el villano favorito del ecologismo de todos los partidos. "El mundo necesita más combustibles fósiles", insistió, atacando el dogma renovable que ha hundido a Europa en una crisis energética de la que no parece querer salir. En Houston se respiró un aire de pragmatismo: producir más, depender menos de China y dejar de lado las fantasías de una transición energética imposible.