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Trump, el hombre que mató a la gallina de los huevos de oro

Todos los fundamentos de la riqueza de Estados Unidos, uno por uno, están siendo demolidos por Donald Trump

Todos los fundamentos de la riqueza de Estados Unidos, uno por uno, están siendo demolidos por Donald Trump
Trump amenaza a China con un arancel del 50% si Pekín no retira su tasa del 34% | LD/ Agencias

Ningún país en la historia de la humanidad ha tenido el poder, la riqueza y el dominio sobre el mundo que los Estados Unidos de América, casi desde comienzos del siglo XX. La nación americana lo tenía todo: recursos naturales ilimitados, gran acumulación de riqueza a lo largo del siglo XIX, un solvente y moderno sistema financiero y sobre todo un sistema político que como señaló Alexis de Tocqueville en Democracia en América, era el más perfecto y democrático del mundo. A diferencia de todas las quiebras y desmanes ocurridos a lo largo de la historia de la humanidad, nadie en Estados Unidos detentaba suficiente poder para cometer un error como tantos que se cometieron durante el absolutismo y el autoritarismo ilustrado en Europa. El equilibrio entre los tres poderes y entre el Estado Federal y los 51 estados, garantizaban un equilibrio perfecto y alejaba los fantasmas perversos.

Los inversores de todo el mundo tenían que decidir si poner su dinero para financiar las locuras de Alemania, Francia, Japón, Inglaterra o Italia, o ponerlo en un estado perfecto, capitalista, sin problemas históricos e inmensamente rico. De esta manera convirtieron al dólar en la moneda global que todo el mundo quería tener.

Cuando los gobiernos tuvieron que endeudarse para financiar las guerras del siglo XX y comenzaron un proceso de intervencionismo creciente, el oro y el cambio fijo, obligaron a severos ajustes de la economía real, lo que resultaba tremendamente peligroso para la estabilidad social y política, como ya sabemos por sus consecuencias. Acabada la Segunda Guerra, el mundo decidió que el salvavidas y refugio del planeta serían los Estados Unidos y su moneda.

Desde 1945, el comercio mundial se convirtió en el factor de mayor dinamismo económico y la moneda que todos los países necesitaban comprar para comerciar con otros era el dólar. Como además, los países ricos que eran exportadores acumulaban cantidades ingentes de dólares, pues solo podían hacer dos cosas con este papel: comprar deuda americana o invertir en Estados Unidos. De esta manera cuanto más crecía el déficit comercial, más dólares tenían los exportadores para invertir en América.

Una economía en expansión necesitaba mano de obra joven y de esta manera una política migratoria abierta permitió que decenas de millones de trabajadores acudieran a la llamada de la economía de los Estados Unidos a trabajar en condiciones muy competitivas. Una economía en ebullición necesitaba de innovación y dedicó una parte sustancial de sus recursos a atraer talento en la universidades más ricas y abiertas del mundo. Consiguieron que medio mundo o casi todo, quisiera emigrar a los Estados Unidos.

Si todo esto fallaba, las fuerzas armadas y la diplomacia norteamericana ponían las cosas en su sitio, amenazando a los enemigos y derrocando regímenes que se oponían a la pax americana, infundiendo de más estabilidad a los mercados.

En todo esto se basa la gallina de los huevos de oro que son los Estados Unidos. Un país que mantiene sin despeinarse un déficit público eterno superior al siete por ciento del PIB, es el país más afortunado del mundo ya que el déficit se lo cubrimos el resto sin necesidad de gravar con impuestos suecos a sus ciudadanos. Pero todo este mundo perfecto se está tambaleando de forma acelerada desde la llegada de Trump.

Trump llega al poder en un país cuya economía real está en pleno empleo, con una creciente productividad basada en la innovación y con un crecimiento sostenido del PIB per cápita. Pero tiene tres grandes, enormes debilidades. Tiene una deuda pública de 35.000.000.000.000 dólares, el PIB español es de 1.650.000.000.000 dólares. El coste anual de los intereses para el gobierno americano llega al 1.000.000.000.000 de dólares, más de lo que gasta en Defensa. Un punto de subida del coste de la deuda suponen 125.000 millones de dólares anuales adicionales. El déficit público en 2024 cerró en el 7% del PIB, es decir el Gobierno Federal gastó 1.900.000.000.000 dólares más que ingresó, gracias a una presión fiscal muy reducida, pero esta riqueza en manos americanas se financia gracias a la gallina de los huevos de oro que es el Dólar. Antes de diciembre de este año debe pedir a los habitantes del mundo 7.000.000.000.000 dólares para refinanciar su deuda, y no caer en la quiebra si no lo consigue a precios razonables. Para ser exitosos en esta misión existencial, hay que hacer las cosas muy bien en los próximos meses.

Existe otro factor relevante en la economía americana que es su relación con el resto del mundo. En 1984, la economía de Estados Unidos suponía el 32% de la economía mundial y hoy es el 14,5%, una pérdida del peso mundial gracias al crecimiento del resto del mundo. Es decir, la capacidad de imponer a la economía mundial sus reglas se ha contraído enormemente en los últimos años y la capacidad de absorber los problemas ajenos es mucho menor.

Pues todos estos fundamentos de la riqueza de Estados Unidos, uno por uno, están siendo demolidos por Donald Trump. Un agente infiltrado ruso o chino en la Casa Blanca no habría sido tan eficaz en destruir al país norteamericano.

La confianza basada en la democracia americana, en la división de poderes, en la estabilidad institucional se ha esfumado. Nadie es capaz de adivinar el devenir del sistema democrático en Estados Unidos. Un régimen autoritario podría generar alguna imagen de estabilidad si en la presidencia estuviera Pericles, pero con alguien errático, soez, más cercano a los modos de Nerón, esta acumulación de poder resulta tremendamente desasosegadora. Si Tocqueville levantara la cabeza no daría crédito a la decadencia americana.

La incesante llegada de mano de obra barata que ha mantenido a la economía americana competitiva en estas décadas está en peligro. Si se cierra el grifo de la frontera, la economía colapsará en un par de años. El mercado laboral necesita millones de nuevos trabajadores al año para mantener su crecimiento económico. La robotización y la inversiones de menor valor añadido en terceros países podrían paliar esta situación, pero castigar la innovación y la deslocalización y cerrar la puerta a la mano de obra extranjera, es un cóctel explosivo que conducirá a la hiperinflación y a la recesión. La argentinización de Estados Unidos resulta muy curiosa y a la vez increíble.

El tercer elemento de estabilidad y confianza de la economía americana era su política exterior, aliada de las grandes economías del mundo libre, con una creciente integración con China, y dispuesta a intervenir en donde se pusiera en peligro la estabilidad. El acercamiento a la depauperada Rusia y al pequeño estado de Israel, y el alejamiento del resto del mundo, abren una caja de inestabilidad mundial que conducirá a que el dinero se refugie en otras monedas o en el oro, hasta que veamos el devenir de los acontecimientos. El peor escenario posible, es decir alta inflación, recesión y devaluación del dólar no estaría tan lejano, y sin herramientas para revertir la situación, supondría una recesión de más de una década.

El déficit público y la deuda son los grandes problemas de la economía americana, aquellos que los republicanos siempre están llamados a resolver pero que terminan agravando. Nadie es capaz de poner sobre la mesa soluciones efectivas para reducir el déficit, porque el problema está por el lado de los ingresos: combustibles baratos y bajos impuestos a clases altas y empresas, mantienen la liquidez de las familias a costa de la iliquidez del Estado y esto no es sostenible. Estados Unidos necesita una subida muy considerable de su presión fiscal o bien reducir el gasto público en un trillón de millones ( billones españoles). Algo difícil cuando solo la deuda supone un trillón y el carísimo sistema de salud básico americano se come casi dos trillones y Defensa otro trillón. Esta era la razón de nombrar a Musk para recortar gastos dramáticamente, pero como siempre pasa cuando se intenta algo de esta dimensión, es que el coste político a corto plazo es inmenso y quizás nunca se vean los beneficios, dado el desequilibrio estructural. Las encuestas mandan mucho en la Casa Blanca y en las Cámaras que deben refrendar o no cada medida presidencial y la visión a largo plazo es imposible ante esta presión. Pues Trump, lejos de reducir el déficit, prepara un próximo presupuesto con más gasto y menos ingresos, es decir aboca a los Estados Unidos al pozo sin fondo de la inestabilidad.

El devenir americano lleva años gestándose y la situación de la deuda americana es explosiva. Desde 2008, el importe de la deuda se ha multiplicado por tres. Los años de Obama resultaron nefastos en este sentido y los mandatos posteriores fracasaron en revertir la situación. Este año, Estados Unidos podría ver reducida su calificación crediticia, y esta sería su puntilla. La tensiones de los últimos días en los mercados de deuda avanzan un escenario muy negativo y ninguna de las medidas de Trump parece arreglarlo.

Los aranceles son la gota que colma el vaso. El aislamiento de Estados Unidos conducirá a un crecimiento de otras monedas en el comercio internacional, reducirá la tenencia de dólares en otros países que no tendrán que invertir en Estados Unidos y generará inflación, subida de tipos de interés y más coste de deuda. En definitiva, la recesión en Estados Unidos, si no hay un cambio de timón, prometer dejar a 1929 en una crisis coyuntural.

Y ¿qué pasa con el resto del mundo? El default de Estados Unidos supondría dejar en el aire una deuda de 35 trillones de dólares (billones españoles), los fondos de pensiones y las acciones se desplomarían. El efecto mariposa se llevaría a Europa por el camino y a gran parte de Asia. China aguantaría el golpe, pero las tensiones internas que la recesión podría generar en una sociedad que se ha echado en brazos del capitalismo salvaje, supondrían un problema inmenso para la dictadura china que podría buscar soluciones buscando un enemigo.

Tan pronto como se barrunte la situación de deterioro, vendrán los controles a los flujos de capitales, comenzando por Estados Unidos, de manera que se drenaría la liquidez en los sitios donde sería más necesaria y el resto deberíamos hacer lo mismo para protegernos, cada uno de los países caería en esta espiral como fichas de dominó.

No hay nadie en Estados Unidos que pueda remediar esta situación, ya que aunque Trump disolviera todas las acciones realizadas, el daño a la confianza, el simple hecho de que todo se haya podido ir al garete sin que nadie lo pudiera remediar , es tan inmenso, que las pocas posibilidades de evitar la recesión se han esfumado.

El proteccionismo y la recesión, una vez más en la historia, nos devolverán a los viejos conceptos del nacionalismo, el chovinismo, el autoritarismo. Cualquier idea suculenta y atractiva será comprada por los habitantes del mundo para salir de la tragedia económica a la que nos encaminamos. También conducirá, como ya vemos en Trump y llevamos viendo en China hace décadas, a la doctrina del Lebensraum, es decir a ocupar territorios para disponer de las materias primas y de un mercado interno de súbditos mayor, y así someter a otras naciones convirtiéndolas en estados tributarios.

Pasaremos del mundo de ciudadanos globales a la lucha fratricida de cada estado por salvarse antes que el resto. Todo esto acabará parafraseando a Trump: "Making each country saves the ass" y cuando todo llegue a una situación límite, no habrá restricción alguna para acabar en la guerra nuclear. Cada país tendrá las mismas razones de peso que Estados Unidos tuvo en 1945 para bombardear Hiroshima y Nagasaki, y nadie verá las consecuencias negativas que Oppenheimer visualizó. Entraremos en la destrucción total con regocijo incontenible, como la orquesta del Titánic y después a renacer de nuestras cenizas.

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