
Japón está sufriendo una "crisis del arroz". Este producto, básico en la gastronomía nacional, ha duplicado su precio en el último año, llegando a niveles no vistos desde 1971. Los hogares, restaurantes y a la industria alimentaria están buscando alternativas y el Gobierno se ha visto obligado a liberar parte de su reserva para intentar controlar los precios.
Según cifras oficiales, el costo promedio de una bolsa de 5 kilogramos de arroz japonés ha alcanzado los 4.217 yenes (casi 26 euros), lo que supone un incremento del 92% respecto al año anterior. El impacto de la subida ha sido considerable en un país donde el consumo de arroz ronda los 50 kilos per cápita al año (en España, es de 3,8 kilos).
Entre las causas más relevantes se encuentra la ola de calor de 2023, que provocó una caída significativa en el rendimiento y la calidad de los cultivos. A esta situación, se ha sumado un repunte en la demanda interna incentivado por el auge del turismo tras la pandemia. Además, también se han registrado "compras de pánico", después de que el Ejecutivo emitiera el año pasado una alerta por un posible "megaterremoto".
Abrir las reservas
Ante la escalada de precios, el gobierno japonés se ha visto obligado a intervenir el mercado liberando 210.000 toneladas de arroz de sus reservas estratégicas. Con esta medida el Ejecutivo asegura que busca "estabilizar los precios" y evitar la especulación. También se han realizado subastas públicas dirigidas a cooperativas agrícolas y mayoristas para "asegurar una distribución equitativa" del grano.
Japón creó sus reservas nacionales de arroz en 1995 tras una escasez grave de arroz dos años antes por un verano inusualmente frío. Cada año, el Gobierno almacena unas 200.000 toneladas para asegurar existencias en caso de emergencia.
Además, en un hecho sin precedentes desde 1999, Japón también ha recurrido a la importación de arroz surcoreano para cubrir el déficit y reforzar sus reservas.
Los analistas estiman que los precios se mantendrán elevados durante los próximos meses, aunque apuntan a una estabilización progresiva si las condiciones climáticas y productivas mejoran en la próxima cosecha.