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Sánchez busca culpables entre medias verdades y omisiones tras el apagón eléctrico

El apagón eléctrico reveló algo más grave que la falta de luz: el apagón de la verdad en el discurso oficial.

El apagón eléctrico reveló algo más grave que la falta de luz: el apagón de la verdad en el discurso oficial.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Europa Press

Pedro Sánchez en su última comparecencia ante los medios para explicar el apagón eléctrico que dejó a España en la penumbra durante horas. Lo hizo con su habitual convicción, asegurando que "no hubo un exceso de renovables", que "las nucleares han sido un problema" y que "quienes están vinculando este incidente a la falta de nucleares, francamente, o mienten o demuestran su ignorancia"".

Semejante despliegue de rotundidad merecería, sin duda, un aplauso... si no fuera porque los datos, y la física básica, dicen exactamente lo contrario.

"No hubo un exceso de renovables"

Pedro Sánchez aseguró de forma tajante que "no hubo un exceso de renovables". Sin embargo, los datos oficiales de Red Eléctrica Española muestran otra realidad: en el momento de la caída, las renovables representaban el 83 % de la generación, con un 70 % procedente de solar y un 13 % de eólica.

Pese a esta abrumadora proporción, el presidente evitó toda referencia a un aspecto clave: la falta de inercia eléctrica de estas fuentes. Una fragilidad bien conocida por los expertos, pero aparentemente ignorada en su intervención.

La inercia eléctrica, que proporciona estabilidad a la frecuencia de la red, no es una característica de las tecnologías solares ni eólicas. En cambio, sí la ofrecen las centrales hidroeléctricas, los ciclos combinados y, de forma destacada, las centrales nucleares.

La omisión de este hecho esencial convirtió el discurso presidencial en un ejercicio de voluntarismo ajeno a las leyes básicas de la física. Así, mientras la red colapsaba ante la incapacidad de las renovables de sostenerla, Sánchez aseguraba que todo estaba bajo control.

El ataque a las nucleares

Sánchez fue más allá y afirmó que "las nucleares han sido un problema" , asegurando que "no mostraron más resiliencia" que otras fuentes de generación.

Tal afirmación, presentada como una verdad incontrovertible, omite una explicación técnica imprescindible. Según el Consejo de Seguridad Nuclear, las centrales nucleares, como cualquier otra instalación eléctrica, cuentan con protecciones automáticas que las desconectan ante variaciones extremas de frecuencia, para evitar daños estructurales.

El apagón, por tanto, no se debió a las nucleares. Estas actuaron conforme a los protocolos de seguridad. No provocaron el colapso, sino que respondieron a él con los sistemas de emergencia previstos.

Durante horas, operaron de forma segura gracias a sus propios generadores diésel, sin necesidad de energía externa. Una resiliencia real, que Sánchez prefirió presentar como un fallo.

Francia y la incómoda ayuda nuclear

Según el relato presidencial, España salió del apagón "gracias a los ciclos combinados de gas y a las centrales hidroeléctricas". También sostuvo que "con mayor dependencia nuclear, la recuperación habría sido más lenta".

Sin embargo, omitió mencionar en ese momento un elemento decisivo: la asistencia de Francia.

Según los datos de Red Eléctrica a partir de las 17:10 horas, Francia comenzó a enviar a España una cantidad de energía que, en muchos momentos, duplicó la aportación de los ciclos combinados nacionales. Este flujo de rescate fue esencial para la recuperación de la red.

Cabe recordar que en Francia cerca del 68 % de la electricidad proviene de energía nuclear, según los datos de Low Carbon Power. Así pues, gran parte de la energía que permitió a España superar la crisis fue, precisamente, nuclear.

Una ironía difícil de pasar por alto, aunque en su comparecencia Sánchez prefirió hacerlo.

De la responsabilidad a la retórica

El presidente también culpó a los operadores privados del cierre de algunas centrales nucleares, alegando su falta de rentabilidad.

En este punto, cabría preguntarle por qué, si las nucleares son tan prescindibles y problemáticas como afirma, otros países avanzados —como Francia, Estados Unidos o Finlandia— siguen invirtiendo en ellas como garantía de estabilidad y descarbonización.

Tal vez se deba a que, a diferencia de España, algunos gobiernos todavía consideran que las decisiones energéticas deben basarse en criterios técnicos y no en consignas ideológicas.

El cierre de las nucleares en España no responde a su inviabilidad técnica ni ambiental, sino a decisiones políticas que han marginado deliberadamente esta fuente de generación.

Un relato ajeno a la realidad

La rueda de prensa de Sánchez, lejos de aclarar las causas del apagón, dibujó un relato oficial desconectado de los hechos técnicos.

Los datos y el sentido común fueron sacrificados en favor de un discurso que busca culpables convenientes en lugar de asumir responsabilidades.

El gran apagón no solo sumió en la oscuridad a las ciudades; también dejó al descubierto, con la crudeza que solo los hechos pueden revelar, las grietas de un discurso ajeno a la física, a la técnica y a la verdad de los datos.

Seguimos sin saber con certeza qué provocó el colapso del sistema eléctrico en España. Pero si algo ha quedado claro es que, tras el apagón de la luz, ha llegado el apagón informativo: un escenario donde el verdadero problema no es técnico, sino político. Una política que prefiere apagar la realidad antes que encender la razón.

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