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"Les aseguro que no tenemos uranio": los hechos desbaratan otra burda mentira del Gobierno

Aunque Sara Aagesen diga que "no tenemos", en España sí hay reservas de uranio y se explotó en el pasado.

Aunque Sara Aagesen diga que "no tenemos", en España sí hay reservas de uranio y se explotó en el pasado.
La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Sara Aagesen. | EFE

El Gobierno está afrontando la crisis del apagón del lunes a base de explicaciones incompletas, señalamiento a las empresas, demonización de unas tecnologías frente a otras y medias verdades. Mientras, sigue sin ofrecer una hipótesis de lo que pudo ocurrir frente a la que sí están ofreciendo la gran mayoría de analistas: alteraciones que el sistema, en el que pesaba mucho la fotovoltaica, no fue capaz de resolver.

En su empeño de defender su modelo energético sin dejar resquicio a una mínima rectificación (que sí se está viviendo en cambio en la gestión de Red Eléctrica en los días posteriores al incidente), los protagonistas, Pedro Sánchez, Beatriz Corredor y la hasta el miércoles ausente Sara Aagesen han lanzado afirmaciones manifiestamente falsas. Un ejemplo es una de las frases de la sucesora de Teresa Ribera al frente de Transición Ecológica el pasado miércoles: cuando defendía cómo las renovables han hecho de España un país "más competitivo, con precios más asequibles", la ministra presumió que estábamos hablando de "recursos autóctonos, el sol, el viento". "Les aseguro que no tenemos recursos fósiles, no tenemos uranio, pero sí tenemos sol y sí tenemos viento", mantuvo solemne Aagesen.

La "seguridad" de Aagesen se topa, sin embargo, con los hechos: España se ha pasado décadas extrayendo uranio, continúa teniendo reservas y mantiene una fábrica, pública, puntera en la elaboración de elementos combustibles que utiliza hoy óxido de uranio importado pero que es vestigio de lo que nuestro país hizo en el pasado.

Respecto al primer punto, España fue en los años ochenta segundo productor de uranio en Europa gracias a una actividad minera iniciada unas décadas atrás con el objetivo de abastecer al planificado parque nuclear español. De las minas de Saelices el Chico, en Salamanca, y La Haba, en Badajoz, llegaron a extraerse 5.236 toneladas de uranio, aproximadamente el 25% de las necesidades de combustible de las centrales españolas. La de Salamanca, abierta en 1957, produjo hasta su cierre en 2000 entre 200 y 300 toneladas al año. La de La Haba, operativa desde 1966 a 1990, produjo unas 30 toneladas al año. La existencia de uranio produjo a su vez el desarrollo de toda la tecnología asociada: en España existió una fábrica de concentrados en Andújar y varias plantas para tratar el mineral, de forma que nuestro país se llegó a completar todo el proceso del combustible nuclear desde la mina a la planta, salvo la fase de enriquecimiento.

En 2000 cerró la última mina, la de Salamanca, por el desplome de los precios pero eso no significa que nuestro suelo no continúe albergando uranio. Aagesen obvió ese detalle así como el hecho de que su predecesora impulsó en 2021 la Ley de Cambio Climático que prohíbe su extracción mientras en paralelo tumbaba, con el aval del Consejo de Seguridad Nuclear, el intento de una empresa de origen australiano, Berkeley, de abrir una mina y una planta de procesado en Retortillo, Salamanca, con la que proyectaban extraer uranio durante catorce años. Más de diez años después de que se planteara el proyecto y tras el carpetazo de Ribera por las "incertidumbres" que veía el CSN, la empresa decidió llevar a España a un proceso de arbitraje internacional que podría desembocar en una multa millonaria.

Llegue a extraerse algún día o no, por motivos económicos o por impedimentos políticos, de lo que no hay duda es de que las reservas existen, como recoge la Agencia Internacional de la Energía en su Libro Rojo del Uranio, con una estimación de 28.500 toneladas. Y cabe destacar que aunque actualmente se elabore con óxido de uranio procedente de otros países, en España sigue existiendo una fábrica de elementos combustibles, en Juzbado (Salamanca) que surte a casi todas las centrales españolas y a centrales de varios países europeos.

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