
Sin duda, la dicotomía más definitivamente idiota presente en la confrontación política contemporánea es la que sitúa en el terreno propio de la derecha conservadora a la energía nuclear y, por el contrario, otorga grandes virtudes morales progresistas a las renovables, en particular la eólica y la solar. Una polarización, esa, que se revela doblemente idiota si se repara en que las empresas privadas productoras de energía suelen poseer ambas fuentes, tanto la nuclear como las renovables, como parte de su mix comercial. Algo, tal coexistencia simultánea de recursos complementarios, que las situaría en la izquierda y en la derecha al mismo tiempo. He ahí un prodigio filosófico que, terminada la Segunda Guerra Mundial, sólo había logrado consumar el coronel Juan Domingo Perón en la Argentina.
Y es que ese dogma de fe, sostener que las nucleares son de derechas, resulta algo tan conceptualmente estúpido como predicar que los tractores agrícolas resultan ser socialdemócratas por su propia naturaleza o las máquinas cortadoras de césped, artilugios mecánicos adscritos al liberalismo doctrinario de la Escuela Austriaca. ¿Qué sentido lógico tiene, por lo demás, emprender un carísimo programa para la fabricación de armamento con vistas a la confrontación bélica con una superpotencia, la Federación Rusa, que posee más de 6.000 misiles nucleares, pero desmantelar por el camino las centrales nucleares? ¿Cómo piensan España y Alemania ganarle una guerra al Kremlin sin disponer de un arsenal nuclear propio?
Yo, como el 99% de los que estos días opinan sobre el apagón, no sé prácticamente nada de las complejas cuestiones técnicas relacionadas con la generación de energía. Lo único que sé es que me encontraba en Barcelona, con un billete de cinco euros en la cartera, cuando todo dejó de funcionar y, de repente, el mundo de las películas de Mad Max dejó de constituir una fantasía inimaginable en las calles de mi ciudad. Y también sé que recuperé la luz en casa gracias a las centrales nucleares francesas; las mismas que generan el 70% de su electricidad, parte de la cual nos cedieron en el instante crítico. Eso me basta.