
¿Es Warren Buffett el mayor benefactor de la historia de la humanidad? Me refiero a la persona que ha hecho ganar más dinero, de forma directa, a un mayor número de sus conciudadanos. Yo le sitúo en el número dos de mi lista, justo por detrás de John Bogle, el creador de los fondos indexados. Pero vamos, aceptaría que alguien me dijera que cambiemos sus puestos.
¿Y Pedro Sánchez? ¿Y Alberto Núñez Feijóo? Ya lo sé, no es cuestión de hacer sangre. Pero siempre me ha llamado la atención el enamoramiento que suscitan nuestros líderes políticos frente a lo vacío de sus logros. Enfrente, los empresarios exitosos parten del desprecio generalizado y se pasan la vida casi pidiendo perdón por hacernos la vida más sencilla. Curiosidades del capitalismo y la política.
Estos días se han publicado muchas cifras. Pero sólo en lo que respecta a los accionistas de Berkshire Hathaway (BRK), el cálculo apunta a más de un billón de dólares de beneficios, a los que habría que sumar los cientos de miles de propietarios de otras empresas de las que BRK era accionista y que se han beneficiado de la buena gestión de Buffett y sus subordinados. Por no hablar de trabajadores, clientes y proveedores. ¿Cuántos nuevos millonarios hay en EEUU gracias al Oráculo de Omaha? Hablamos de decenas de miles de familias de clase media que hoy miran el futuro con la tranquilidad que da tener un patrimonio sólido. Y el tipo se ha jubilado sin pedirles nada a cambio, ni montar una campaña de auto-homenaje; si acaso, dándoles las gracias por haber sido sus co-inversores durante todo este tiempo.
Lo segundo que no creerán Sánchez o Feijóo es la relación con el trabajo uno de los hombres más ricos del mundo. Para empezar, porque ha dejado su puesto a los 95 años. Y de forma voluntaria, sin que le echen.
Es verdad que en extrañarse sobre lo de los 95 años no estarán solos. Porque el discurso sobre el trabajo predominante en nuestro país no es una cuestión política: la idea es que estamos ante una maldición de la que escapar en cuanto podamos. Escuchen la campaña de Yolanda Díaz para reducir la jornada laboral y los argumentos que se le oponen, siempre asociados a la productividad (y sí, son ciertos) pero nunca reivindicando el orgullo de la tarea bien ejecutada, de hacer algo por los demás que merezca la pena, de vivir para algo más que para ver series de Netflix.
Buffett, como su socio Charlie Munger, que falleció al pie del cañón a los 99 años, ha seguido trabajando (pudiendo haberse retirado hace 50-60 años sin problemas) simplemente porque le gustaba lo que hacía. Y se ha ido porque ha querido, no porque le hayan echado (otra cosa que no forma parte de la vida de los partidos).
Por cierto, un apunte junto a esto: el trabajo y la dedicación es importante. Pero Buffett no es rico por su esfuerzo, sino por el valor añadido que ha creado ("valor añadido", otra expresión que en política ni está ni se la espera). Y otra evidencia: al revés de lo que ocurre con los impuestos, ni uno de los dólares ganados por Buffett ha hecho más pobres a otros. Piensen en cómo sería el mundo si se hubiera retirado cuando ganó su primer millón de dólares en los años 50. Nadie, ni una sola persona del planeta, sería más rico porque Buffett llevase seis décadas jugando al golf.
La tercera lección es la de la honradez. La suya y la del equipo del que se ha rodeado. Tampoco aquí Génova o Ferraz parecen el mejor lugar en el que mirar. Hay una frase de Buffett que me encanta. La dijo en los años 80, a raíz de una serie de escándalos en los que se vio envuelto Solomon Brothers, una de sus inversiones de aquellos años y que siempre ha reconocido como uno de sus errores (no tanto porque perdiese dinero, como porque le enfangó en asuntos que odia). Pues bien, la advertencia del presidente de BRK fue muy clara: "Puedes perder dinero para la empresa y lo comprenderé. Pero si haces que la empresa pierda una pizca de su reputación, seré implacable".
Y otra vez dijo, "se tarda veinte años en construir una reputación y sólo cinco minutos en arruinarla. Si lo piensas, harás las cosas de forma diferente". ¿Se imaginan a alguien defendiendo esto, en serio, en Moncloa?