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La línea plana del déficit: lo que explica y hacia dónde nos lleva

La AIReF anticipa que llegaremos a 2030 con un desequilibrio presupuestario cercano al 3% del PIB. ¿Qué supone esa cifra?

La AIReF anticipa que llegaremos a 2030 con un desequilibrio presupuestario cercano al 3% del PIB. ¿Qué supone esa cifra?
María Jesús Montero, esta semana, en un acto del PSOE de Andalucía. | EFE

"La AIReF considera que las AAPP cerrarán con un déficit de 2,8% del PIB en 2025; mejorará cinco décimas en 2026, para luego comenzar una senda ascendente hasta el 2,9% en 2029".

Es una frase poco sexy, de las que no generan titulares, ni pinchazos, ni atención. Lo menos clickbaitero que nos podamos echar a la cara. La AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal), ese órgano que todavía no sabemos muy bien para qué está ahí, nos dice que el déficit público bajará un poco un par de años y luego subirá. Y lo hace en un documento con un nombre todavía menos atractivo que el del organismo que lo emite: "Primer Informe de Seguimiento del Plan Fiscal y Estructural de Medio Plazo 2025-2028".

Sin embargo, tanto la AIReF (por su tarea en los últimos años) como el informe (esta semana) deberían ser de obligado seguimiento para todos los españoles. En un país que se descompone, es un raro clavo ardiendo de normalidad institucional al que agarrarse. Unos tipos que se dedican a hacer lo que se supone que tienen que hacer, así sin más.

Esta semana, por ejemplo, nos han dejado una descripción muy realista de la economía española y de sus finanzas públicas. Ni catastrófica ni triunfante. Lo que hay. ¿Y qué es eso que hay? Pues un barco que se mueve por inercia hacia la nada. Algo que se ejemplifica en este gráfico.

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Alguno dirá que ni tan mal. Lo que anticipa la AIReF es estabilidad. Un déficit controlado por debajo del 3%. ¿No era ése el límite que nos imponen desde Bruselas?. Está por debajo de lo que otros grandes países de la AIReF esperan para estos ejercicios. ¿Es eso malo?

Precisamente, por esa curva más o menos horizontal tan poco llamativa, nadie le ha prestado mucha atención estos días. Pero yo diría que es la foto que define un país. La que nos señala de dónde venimos y hacia dónde vamos. Una mezcla de conformismo y falta de ambición. Lo que explica que no caigamos por el precipicio ni consigamos nada que merezca la pena. Llevamos desde 2012 más o menos ahí.

Porque lo grave del gráfico no son las cifras de los recuadros en los que se muestra el déficit anual previsto, sino las del eje horizontal, en el que se suceden los ejercicios. Lo que la AIReF nos dice es que llegaremos a 2030 con el déficit bien consolidado alrededor del 3% del PIB. Si las cosas van bien y crecemos un poco más de lo previsto, estará entre el 2,2-2,5%; si se complica el escenario macro, nos iremos al 3,5-4%. Nada ni muy bueno ni muy malo.

¿Por qué decimos que lo preocupante es el calendario? Pues porque hace veinte años. O hará veinte años. La crisis que define la economía española se desató entre 2008 y 2009; y tuvo sus peores consecuencias entre 2010 y 2013. Ahí sí nos vimos al borde del acantilado, como los griegos. Nos rescataron, como a ellos (bueno, un poco menos que a ellos), pero logramos salvar la bola de partido de la quiebra. Nos dijeron que teníamos que ajustarnos y lo hicimos. Lo que nos dijeron, ni más ni menos.

De eso va la gráfica de la AIReF. Por qué nos quedaremos rondando el 3%. La respuesta es que la cifra no es casualidad: es lo que nos han pedido. Lo que tolerarán el resto de los miembros de la Eurozona. Lo que nos exigen. No vamos a pasarnos ni un milímetro de aquello a lo que estamos obligados. Veinte años después, seguimos ahí, en ese estancamiento con el que las cosas no nos van ni muy mal ni muy bien. Ni somos Grecia ni Irlanda. De hecho en estos años en los que Francia y Alemania tienen problemas, incluso pasamos desapercibidos. Como en términos de PIB agregado crecemos (aunque no lo hagamos en el PIB per cápita) incluso sacamos pecho.

Y no nos damos cuenta de que precisamente ese crecimiento nos debería llevar a la reflexión. Si es cierto que lo estamos haciendo tan bien como asegura nuestra Gobierno, ¿cómo es que ni siquiera en estos años vamos a lograr contener el déficit? ¿Por qué no aprovechar la coyuntura favorable para organizar un poco nuestras finanzas? Pues porque ni siquiera nos lo planteamos. De hecho, me imagino la cara de sorpresa de Pedro Sánchez o María Jesús Montero si leyeran este artículo (parecida a la que habrían puesto en su momento Rajoy o Montoro, no se crean), ¿por qué nos parece mal que se queden en el 3%, si es lo que nos piden? Es una lectura lógica desde su punto de vista, pero también define a la Eurozona: que se está convirtiendo en el club de la mediocridad, el que no deja que te abandones por completo, pero te protege si te instalas en la abulia.

¿Es todo esto grave? No, simplemente este año gastaremos más de 40.000 millones en intereses de la deuda. Es un dinero que si, desde 2010-2011 hubiéramos controlado nuestras finanzas públicas, ahora podríamos dedicar a otras cosas (a bajadas de impuestos o a más gasto público, lo que cada uno prefiera). Decidimos no hacer ningún esfuerzo entonces. No lo hicimos en aquellos años y no lo haremos ahora, salvo que, como en 2012, la prima de riesgo y nuestros socios europeos nos obliguen.

¿Qué pasará si vuelve una situación de enorme presión sobre la deuda soberana? Miraremos al Banco Central Europeo (que es como decir a nuestros socios de la Eurozona) para que nos salve. Si nos dicen que sí, tiraremos p'alante; si nos dicen que no, haremos como Zapatero en mayo de 2010, recortes inesperados en todo lo que se mueva (sí, también pensiones). Mientras tanto, la inacción. ¿Se puede vivir con un déficit estructural del 3% y una deuda que ronda el 100% del PIB? Sí, somos la prueba más evidente. ¿Eso te convierte en Venezuela? No, ni siquiera en Grecia. Te convierte en la economía española de los últimos 20 años [Esto último no es sólo por el déficit, la línea plana del gráfico es también una metáfora de las no reformas en nada: educación, mercado laboral, flexibilidad normativa...] ¿Y en 2030 cómo será el artículo que dedicaremos a las previsiones de la AIREF? Ésa es la parte buena, tampoco habrá sorpresas, tiene toda la pinta de que será clavadito a éste.

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