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El desastre económico de Pepe Mujica en Uruguay

Uruguay creció bajo el Gobierno de Mujica, pero también mantuvo una inflación elevada y un alto déficit público.

Uruguay creció bajo el Gobierno de Mujica, pero también mantuvo una inflación elevada y un alto déficit público.
El expresidente de Uruguay José Mujica. | Europa Press

José "Pepe" Mujica gobernó Uruguay entre 2010 y 2015. Tras su fallecimiento, son legión los medios de comunicación que han evocado su figura de manera reverencial, ocultando las muchas sombras que también han formado parte de su trayectoria política. No hay que olvidar, al fin y al cabo, que el dirigente político fue también un militante guerrillero que participó en actos de terrorismo en las décadas de 1960 y 1970, como miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), una organización armada de extrema izquierda en Uruguay.

Mujica participó en robos, secuestros, atentados y asaltos armados a instituciones financieras, cuarteles y comisarías. Fue uno de los líderes visibles del MLN-T, que intentó mediante la violencia derrocar al régimen democrático uruguayo, todo ello antes del golpe militar de 1973 que dio paso a la dictadura. Tras la restauración de la libertad política, Mujica entró en política y fue senador, primero, y ministro, después, alcanzando finalmente la presidencia del país en 2010 y ejerciendo dicho cargo hasta 2010.

No son pocos los críticos que consideran problemático que su historia haya sido romantizada, omitiendo el daño institucional que causó la violencia tupamara y el debilitamiento de la democracia uruguaya. En términos morales y éticos, los actos de terrorismo que se ejercieron por parte del MLN-T antes del golpe militar resultan incompatibles con el mínimo aprecio por la democracia liberal y los derechos fundamentales. Y sí, aunque es cierto que Mujica luego se reconvirtió en dirigente político, no es menos cierto que nunca renegó de ese pasado.

¿Qué supuso su paso por la jefatura de gobierno de Uruguay en clave económica?

Cuando Mujica llegó a la presidencia, en 2010, Uruguay alcanzaba una puntuación de 69,8 puntos en el Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage. En cambio, en el año de su salida del poder, en 2015, esta nota era de 68,6 puntos. Se produjo, pues, un descenso en el grado de apertura económica, si bien la caída no fue drástica.

Sobre el papel, el PIB aumentó durante su mandato a tasas razonablemente altas, pero no hay que olvidar que, por factores totalmente externos, los precios de exportación de soja, carne, celulosa y lácteos estaban en máximos históricos. En 2012, por ejemplo, el principal cultivo de exportación del país, la soja, se cotizaba a 600 dólares la tonelada, frente a menos de 250 dólares a mediados de los 2000. Tanto el Banco Mundial como el Banco Interamericano de Desarrollo han concluido en sus informes-país que Uruguay no creció de forma orgánica, sino que fue beneficiario del ciclo de altos precios de materias primas que impulsó a las economías exportadoras de América del Sur en la primera parte de la década de 2010.

No hay que olvidar, además, el rol que jugó China en todo este proceso. El gigante asiático compraba 379 millones de dólares de importaciones uruguayas en 2010 pero, al final del mandato de Mujica, esta cifra había subido a 1.600 millones, un incremento muy notable que supuso multiplicar por cuatro la influencia del régimen comunista en la economía del país.

En clave de inversión extranjera, Uruguay ha atraído flujos importantes de inversión extranjera directa (IED) a lo largo del tiempo, sobre todo porque su modelo económico es mucho menos intervencionista que el de otras economías de la región. Bajo Mujica, el promedio de IED fue del 3-4% del PIB, por debajo de las cotas que se han venido dando en los últimos años, con cifras en torno al 5% del PIB.

Una inflación altísima

La inflación alcanzó tasas elevadas en los tiempos de gobierno de Mujica, erosionando notablemente el poder adquisitivo de los uruguayos. La tasa anual se ubicó de forma recurrente en el entorno del 7-9%, alcanzando incluso un pico cercano al 8,5% al final del mandato. Esta evolución tuvo mucho que ver con el aumento del gasto público y la laxitud monetaria que promovió el gobierno del dirigente recientemente fallecido. Por comparación, en 2025 se ha alcanzado una inflación del 5%, la más baja en dos décadas, dentro de un marco de políticas de estabilización que rompen con la envenenada herencia de los años de Mujica.

Precisamente en clave fiscal, es importante recalcar que Mujica dejó al gobierno siguiente el mayor déficit presupuestario registrado en Uruguay desde el año 2002, con un descuadre cercano al 4% del PIB, mientras que el peso de la deuda bruta del sector público se elevó del 41% al 51% del PIB, con la consecuente carga financiera para los contribuyentes. Es cierto que Mujica huyó de grandes subidas fiscales, pero el gasto deficitario se acabó convirtiendo en un impuesto diferido en el tiempo.

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