Hoy tenemos que hablar de José Luis Escrivá precisamente por las informaciones que esta semana apuntan a una cacicada histórica en el Banco de España, institución que hasta ahora estaba dotada de prestigio internacional e independencia. Tanto que tradicionalmente ha servido de contrapoder frente al Gobierno y sus políticas económicas.
Siempre han sido clave los informes del Banco de España advirtiendo sobre el exceso de deuda, las derivas de las políticas de empleo y su efecto sobre la precarización del mercado laboral, los déficits excesivos, o la insostenibilidad del sistema de pensiones. Su independencia siempre ha sido efectiva, no sólo formal o aparente. Pero da la sensación de que esto ha terminado.
Luis María Linde o Pablo Hernández de Cos, antecesores de Escrivá en el puesto, mantuvieron siempre el pulso de independencia de la institución, y los distintos gobiernos han aceptado con relativa deportividad los informes cada vez más críticos de la institución. Sin embargo, el Gobierno de Sánchez decidió activar las puertas giratorias y sacar por la puerta del Consejo de Ministros al señor Escrivá para meterlo en la del Banco de España.
Quizá por eso no es de extrañar que el primer informe anual 2024 del organismo haya sido tan polémico. Hoy mismo están trascendiendo las presiones y cambios que la dirección pidió al economista jefe y director general de economía de la institución Ángel Gavilán, responsable del informe para ser aprobado.
Ha dimitido y ha dejado negro sobre blanco en qué se ha convertido el banco de España. Sólo falta escuchar al presidente del Gobierno preguntar aquello de: "¿De quién depende el Banco de España? Pues eso".
Sánchez ya ha dejado claro que un medio crítico como este es un obstáculo. Nos halaga pero necesitamos tu ayuda para demostrarle que lo que dice es cierto. Hazte socio del Club LD.