
Bolivia enfrenta en junio de 2025 una situación económica cada vez más lamentable y cercana al colapso económico. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) interanual para el pasado mes de mayo alcanzó el 18,46%, según datos oficiales. Se trata del registro más alto desde 1991 y, con todo, la cifra oficial podría subestimar la realidad que enfrenta la mayoría de ciudadanos, puesto que el cálculo del IPC no recoge la evolución de los precios en los mercados informales.
El alza acumulada del IPC en lo que va del año ya supera el 9%, lo que convierte al país en uno de los más golpeados por la inflación de toda América Latina en 2025, por encima incluso de economías con historial reciente de crisis como Colombia (6,2%) o Brasil (5,1%). Todo esto, además, ahora que Argentina alcanza su menor dato de inflación en cinco años, merced a las políticas de ajuste y liberalización de Javier Milei.
El repunte de la inflación va de la mano de un absoluto colapso en el volumen de reservas internacionales del país, que han caído de 15.000 millones de dólares en 2015 a menos de 500 millones en junio de 2025, un descenso superior al 95%. Como resultado, aunque el mercado oficial mantiene el dólar a 6,96 bolivianos (BOB), en el mercado no oficial vemos que la cotización real supera los 11 bolivianos por dólar, lo que sugiere un diferencial de casi el 60% entre el tipo de cambio que transmite el gobierno y el que realmente se da en la práctica.
De hecho, a lo largo del mes junio, el tipo de cambio paralelo ha venido marcando nuevos máximos cada semana, impulsado por la creciente angustia y desesperación de ciudadanos y empresas que no pueden acceder a divisas por canales legales. Todo ello en medio de una crisis de escasez que afecta al suministro de combustibles y medicinas. Esto explica por qué muchos importadores han dejado de operar, ante la falta de acceso a dólares.
Colas, desabastecimiento y tensión
Las consecuencias de esta crisis monetaria ya se sienten en la vida cotidiana. En La Paz, las tiendas estatales están aplicando políticas de racionamiento y limitan la venta de aceite vegetal a 2 litros por persona al mes, mientras que los combustibles se racionan de facto. Las estimaciones disponibles apuntan que el gobierno solo puede cubrir el 80% de la demanda interna de gasolina y diésel con las actuales reservas de dólares. Asimismo, los hospitales públicos reportan un 60% de desabastecimiento en medicamentos, equipos y bienes críticos para atender a los pacientes, según ha denunciado el Defensor del Pueblo en Bloomberg.
Las colas para adquirir productos básicos comienzan de madrugada. El citado medio estadounidense recoge el testimonio de Elizabeth Sánchez, una mujer de 51 años que cuenta cómo, en su barrio, las colas para comprar aceite arrancan a las 4:30 de la madrugada y reúnen a más de 50 personas en plena noche. De igual manera, Bloomberg cita el caso de un taxista, Julio Coronel, quien pasó la noche entera en su vehículo esperando para llenar de gasolina su vehículo, todo en vano: "el combustible se acabó y yo aún tenía tres coches delante. Perdí el día entero".
Crisis y colapso
La producción de gas natural, principal fuente de divisas, cayó de 60 millones de metros cúbicos diarios en 2014 a apenas 28 millones en 2025. La falta de inversión, el control estatal y la inseguridad jurídica explican este declive, apuntalado por el boom del fracking que ha llevado a Estados Unidos a un escenario de independencia energética. Al mismo tiempo, el gasto público se mantiene en torno al 40% del PIB, un nivel extremadamente alto, especialmente en el caso de una economía en vías de desarrollo. Mientras tanto, la deuda supera ya el 80% del PIB, un salto notable respecto al 35% registrado en 2006.
Bolivia enfrenta esta crisis a dos meses de las elecciones presidenciales del 17 de agosto, en las que ni el aún presidente Luis Arce ni su antiguo aliado Evo Morales pueden presentarse. Morales, de hecho, está inhabilitado y ha huido de la justicia, escapando una orden de captura por un presunto delito de trata de blancas y violación. Del ex presidente se sabe que está escondido en las zonas rurales del país, pero las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado no han podido detenerlo ante la amenaza de violencia que presentan los grupos armados que defienden al dirigente socialista.
Mientras tanto, las protestas se intensifican. La pasada semana murieron cuatro policías en medio de violentos enfrentamientos arengados por grupos de distinto signo, mientras que la aprobación de Arce cayó al 7,4% en la última encuesta publicada. Bolivia, que alguna vez tuvo una de las inflaciones más bajas de la región merced a una suerte de dolarización blanda que llegó a cubrir más del 65% de los depósitos del país, ha perdido el control de su política económica y ha caído víctima de casi dos décadas de socialismo que ahora llevan al país rumbo directo al colapso.