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La hoguera de los famosos

Hay que prohibir que Hacienda siga actuando como una mafia, algo que divertía mucho a Montoro y ahora hace feliz a Sánchez.

Hay que prohibir que Hacienda siga actuando como una mafia, algo que divertía mucho a Montoro y ahora hace feliz a Sánchez.
MADRID, 26/06/2025.- El diputado del PSOE Patxi López (i) y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, durante el pleno celebrado, este jueves, en el Congreso de los diputados. EFE/Mariscal | EFE

Hoy es el día más feliz de la España cicatera, cainita, y envidiosa. Hoy la Agencia Tributaria ha publicado su famosa lista de morosos logrando que algunas de las personas de más éxito en su vida profesional vean pulverizado su buen nombre, y salten a la fama como los más peligrosos delincuentes, sean portada en los periódicos, haya barra libre de insultos en radios y televisiones, y sean increpados por las calles por ciudadanos indignados que ni siquiera recuerdan qué delito se le atribuye al famoso de turno. Para el Gobierno son los peores forajidos y no repara en gastos en dar publicidad a sus intimidades económicas, sin ningún matiz, que la lista se publica acompañada de un nombre y el importe total de la deuda, sin que sepamos nada del proceso, ni mucho menos conozcamos cuánto han pagado anteriormente.

Porque a nadie se le escapa que muchas de las personas y empresas que aparecen en listado son precisamente las que más han contribuido a engordar las arcas públicas durante años. Pienso en famosos profesionales de la comunicación con más de 40 años de carrera o en empresas que han dado servicios, empleo, sueldo, y seguros sociales a cientos de españoles. Muy interesante la deuda, pero, ¿qué hay de lo que han pagado anteriormente? Porque la deuda sin ese dato es un ejercicio de manipulación demagógica estratosférico.

El mismo Gobierno que no publica listas de pederastas excarcelados por Montero, que oculta nacionalidades vinculadas al crimen por riesgo de racismo, que te obliga a firmar miles de documentos de protección de datos, ventila hoy con alegría esta lista de morosos, que supura en cada página un odio al rico con aroma a naftalina revolucionaria.

Salvo que sea por patriotismo, no comprendo a la gente que tiene éxito en la vida, que amasa grandes sumas de dinero, y sigue pagando impuestos en España. Ya no solo porque el sachismo haya convertido este país en un infierno fiscal, sino porque toda España está viendo estos días en qué demonios se gasta ese dinero el Gobierno.

La lista de morosos a Hacienda es una aberración. Es el ejemplo perfecto de cómo los gobernantes azuzan las bajas pasiones del calenturiento español, tratando de distraer el foco a un puñado de miles de euros mientras por la puerta de atrás siguen despilfarrando millones y trincando como campeones –los poetas no descansamos ni durmiendo-.

Hacienda podría mantener sus comunicaciones con los deudores en el ámbito privado, y dirimir en ese ámbito las presiones y multas que considere oportunas según cada caso. Pero no sería lo mismo. No habría portadas en los medios de todo el mundo. Resulta mucho más excitante hacer un listado de lo que el socialismo considera malos ciudadanos y de paso dar una lección de lavado de cerebro ideológico sobre la irresponsabilidad de los ricos, la derechona, y el fascismo, en todos los informativos y periódicos afines.

¿Con el nivel de corrupción que rodea a este Gobierno, creen que no han borrado de la lista a ciertos deudores cercanos a quien usted ya imagina, e incluso a ciertos artistas y periodistas muy partidarios del hombre que susurraba en las saunas? ¿Con el nivel de chantaje que hemos visto en las cloacas del PSOE, creen ustedes que no hay más de uno que ha entrado o salido de la lista después de repartir convenientes mordidas al número uno, o al número dos, o al número tres? No me hagan reír.

Hay que acabar con la mediatizada publicación de la lista de morosos. Hay que dejar de alimentar el odio entre españoles. Hay que prohibir que Hacienda siga actuando como una mafia, algo que divertía mucho a Montoro y ahora hace feliz a Sánchez. Hay que acabar con todo esto. Porque hay que dejar de contribuir a que España sea un lodazal de resentidos, adictos a elevar entre laureles a sus propios ídolos, y después bajarlos a bastonazos del Olimpo y desecharlos como escoria apestada.

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