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Portugal no es España ¡pero hay que ver lo que se parece!

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“Estamos pagando las consecuencias de no haber hecho a tiempo las reformas estructurales. Cuanto más tardemos en tomar la decisión, mayores serán las dificultades y el coste.”

Se han acabado los parches y las componendas, es hora de ir al fondo de los problemas.”

Endeudamiento es la palabra que mejor encaja en el rompecabezas socioeconómico del país (…) como consecuencia del modelo social fomentado los últimos años, al que todos aspiraban: casa nueva, coche nuevo, crédito barato, modernización tardía. La crisis acabó abruptamente con el espejismo, y abrió la puerta a la morosidad interminable.”

“El problema se repite: una familia de clase baja compró una vivienda al límite de sus posibilidades. Ahora, por el paro o el divorcio y con el crédito más caro, no puede pagar y el acreedor (el banco) se queda con el piso.”

“Y la economía se resiente por dos vías (…): la corrupción, que desequilibra la competencia entre empresas, y el retraso en la toma de decisiones que pueden implicar grandes sumas de dinero.”

Todo el entrecomillado corresponde a un artículo publicado el pasado domingo en  El País sobre ¿España? No, Portugal.

Otras comparaciones interesantes según datos publicados en medios económicos: mientras que el PIB de Portugal creció el 1,4% en 2010, aquí se contrajo un 0,1%. La tasa de paro lusa cerró el año en el 10,8%; la española por encima del 20%. (Portugal gana por goleada).

En cuanto al déficit, el portugués alcanzó el 9,1%, y el español el 9,2%. (Empate).

Por otro lado, el déficit de la balanza por cuenta corriente portugués es del 9,7%; mientras que el nuestro alcanza el 4,5%. Por último, la deuda portuguesa alcanza el 93% del PIB y la española el 60,1%. (Victoria española, aunque con dos matices: nuestro déficit por cuenta corriente es el mayor del mundo en términos absolutos; y de la deuda… sería bueno esperar hasta las elecciones de mayo por si se encuentran en las CCAA algunos “datos ocultos” tal y como sucedió tras el cambio de poder en Cataluña).

Vayamos ahora al asunto inmobiliario: El artículo destaca, como uno de los hechos más negativos de su economía, que las familias portuguesas deben 120.000 millones de euros en hipotecas. Según Eurostat, a 1 de Enero de 2009, la población de Portugal era de 10,6 millones de habitantes y la de España 45,3 millones. Es decir, que España tiene 4,3 veces los habitantes de Portugal.

Pues bien, las familias españolas deben, según los últimos datos publicados por el Banco de España, 673.000 millones de euros en hipotecas. O lo que es lo mismo, 5,6 veces lo que deben los portugueses.

Veámoslo ahora en términos de PIB (nominal) El portugués se encuentra en 250.000 millones de euros. La deuda hipotecaria del país representa el 48% sobre éste. El PIB español asciende a 1.062.000 millones de euros (4,2 veces más: en línea con la diferencia de población). Y el porcentaje de deuda hipotecaria sobre PIB es del 63%.

Ustedes deciden, ¿qué economía tiene peor pinta?

PD: Ayer la AHE dijo que en 2010 había bajado el stock de vivienda; eso sí, suavemente (1.200 viviendas de un total de 686.000). El 9 de marzo publiqué un post intentando descifrar lo que había pasado en 2010 a partir de los datos publicados. Como podéis ver, la cifra que me salía alcanzaba las 100.000 viviendas. La razón del desfase también la apuntaba en el post: la misma vivienda se vende más de una vez.

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La cuestión es muy sencilla: uno pide un crédito para lo que sea (comprar una vivienda, irse de vacaciones, montar un negocio o jugar a la lotería). Si puede devolver el crédito, todo perfecto porque todos salen ganando: el endeudado obtuvo lo que quería (casa, coche, negocio o lotería) y el acreedor su legítima ganancia. Si por el contrario no puede devolver el crédito, por los motivos que sean (paro, divorcio, fracaso del negocio, no le toca la lotería ni tiene otros recursos) todos pierden: el deudor porque pierde lo adquirido con el crédito y el acreedor porque en el mejor de los casos obtiene algo que no quiere ni vale el crédito otorgado (básicamente vivienda). Luego todo se reduce a que el acreedor acierte a la hora de calcular el riesgo que incurre al prestar al deudor. Parece ser que los bancos han calculado muy mal el riesgo de prestar a españoles, portugueses, irlandeses y griegos (entre otros). Luego el resultado no puede ser otro que la pérdida de riqueza de todos los implicados: sencillamente como países hemos hecho un mal negocio.