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Procesos de aprendizaje

Mundial de Futbol y Colectivismo

Gabriel Casave del Independent Institute escribía un interesante artículo sobre la relación entre colectivismo y el Mundial de Fútbol, u otros eventos de esta naturaleza. Se titula El Mundial de Fútbol y la pandemia nacionalista. Veamos algún párrafo:

Nuevamente, como acontece también durante los juegos olímpicos y otros certámenes, los nombres propios cederán en relevancia ante la nacionalidad. Ya no es fulano o mengano quien obtuvo tal medalla o realizó tal magnifica gambeta, sino el país “A” quien supera en el medallero a “B” o el país “J” quien encabeza el Grupo “X”.

Al igual que en los sistemas colectivistas que cuando ponen en acción su ingeniería social indefectiblemente el “nosotros” viene a sustituir al vilipendiado “yo” ante cada proyecto público que se pretende implementar, durante estas gestas deportivas vemos también como la primera persona del plural lo avasalla todo. “Ganamos”, “perdimos”, “vamos bien”, “goleamos”, etc. son algunas expresiones mediante las cuales muchos individuos suelen actuar sin moverse de la sala de estar de sus casas.

Alguna que otra vez siento cierta inquietud ante esto. Aunque esto no es exclusivo de países y nacionalidades sino que también se da con los clubes de fútbol.

No es la intención criticar aquí a la saludable y recomendable práctica de un deporte como el fútbol, sino a lo peor de ese primitivo sentimiento nacionalista y tribal que, siempre latente, suele aflorar ante conflictos bélicos o eventos como el que se avecina. Parecería que estamos ante una guerra a ser librada por 32 naciones, de las cuales solamente una de ellas saldrá airosa. Los disparos de mortero o los misiles son reemplazados por tiros de emboquillada, penales y goles “olímpicos” y las trincheras por barreras humanas, pero la noción subyacente es siempre la misma: Se trata de otro país, de gente distinta, con otro aspecto, idioma y costumbres, en definitiva de un enemigo. Es exactamente el mismo principio por el cual, en otros planos, se alzan muros fronterizos y se exigen pasaportes, se establecen barreras comerciales y aranceles, y por el cual se habla de balanza comercial solamente cuando los bienes pasan a través de una aduana y no cuando cruzan de vereda en un mismo barrio.

Luego pasa a analizar la mezcolanza entre países que existen en las distintas selecciones: entrenadores que no son de la nacionalidad de la selección a la que entrenan, jugadores nacionalizados…

He atestiguado la angustia de aquel inmigrante que frente al televisor, en ocasión de enfrentarse el conjunto de su país de origen con el de su tierra adoptiva, sentía que la circunstancia de alentar a viva voz frente a familiares, amigos y vecinos a uno u otro equipo se asemejaba a tomar las armas a favor de uno de ellos durante una conflagración y a un acto equivalente a la más abierta traición. Tampoco han sido ajenos a este fervor patriotero los gobiernos que, cuan si se tratasen de brigadas de mercenarios, en ocasiones ofrecen suculentos premios y prebendas a los integrantes de su conjunto nacional para motivarlos a lograr algún progreso deportivo.

Quizá me parece interesante el artículo porque quien esto escribe no suele sentir apenas apego hacia “su” selección nacional en eventos de este tipo. No es nada racional, como creo que tampoco es la actitud de la mayoría.

PD. Me pasa Mario Silar un video que ilustra bien esto que critica Casave para la selección Argentina. Se trata de un anuncio de Quilmes donde el narrador se hace pasar por dios (minúscula) para persuadir a los argentinos a que apoyen a su selección. Dice cosas como: “pidan, prometan, llenen los bares, las casas… y amen a estos colores por sobre todas las cosas”. Personalmente me ha disgustado sobre manera: la ‘idolatrización’ del fútbol y la selección nacional. En fin, con estas sociedades no me extraña que tengamos por gobernantes a quien tenemos… En Argentina lo saben bien, y desde hace décadas.

Pero ya digo que tengo cierto sesgo poco favorable a este tipo de grandes acontecimientos con gran relevancia cultural. Cosas de uno.

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