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Las siete mentiras de la izquierda contra el TTIP

El discurso de la izquierda antiglobalización choca con la realidad de este pacto transatlántico.

El discurso de la izquierda antiglobalización choca con la realidad de este pacto transatlántico.
Manifestación en Hanover contra el TTIP | Cordon Press

A continuación, repasamos algunos de los principales mitos que rodean al Tratado Comercial UE-EEUU (TTIP). En todos ellos, el discurso de la izquierda antiglobalización choca con la realidad de este pacto transatlántico.

"Los aranceles ya son reducidos"

Es cierto que el comercio en el siglo XXI no sufre tantos impedimentos como antaño. Sin embargo, siguen existiendo aranceles que encarecen notablemente las ventas al extranjero. De media, los productores que participan en el mercado transatlántico soportan gravámenes que rondan el 4%.

Sin embargo, hay sectores que se enfrentan a aranceles muy superiores. Es el caso del textil. En este ámbito de actividad, un productor europeo se ve obligado a pagar aranceles que van del 20% al 40% para poder entrar en EEUU. Lo mismo ocurre cuando los fabricantes norteamericanos traen sus productos al Viejo Continente.

También en el ámbito del menaje hay mucho trabajo por hacer. Los aranceles que soportan los productores europeos en el mercado estadounidense oscilan entre el 6% y el 25%.

Si a esto le sumamos la aparición de productores low cost en Asia, este encarecimiento burocrático resulta especialmente dañino a la hora de ganar cuota de mercado en Norteamérica. Por eso, la aprobación del TTIP puede revitalizar el negocio internacional de los fabricantes de cerámicas, platos, jarrones, cubiertos, etc.

"Desmantela el Estado del Bienestar"

Uno de los lamentos más populares entre los activistas anti-TTIP tiene que ver con el supuesto desmantelamiento del Estado del Bienestar que se producirá cuando se firme el acuerdo. Se dice, equivocadamente, que el tratado obliga a los gobiernos a privatizar los servicios públicos.

En realidad, el TTIP no dice nada sobre esta cuestión. Lo que sí hace es establecer que, cuando un gobierno decida apostar por la gestión privada, no se discriminará a las empresas extranjeras que opten a ofrecer dicho servicio. Por ejemplo, si un gobierno europeo decide que los colegios públicos pueden ser gestionados por empresas privadas, el TTIP garantizará que no se discrimina a una empresa estadounidense que decida optar a prestar dicho servicio.

"Es un acuerdo opaco"

Como explicó Libre Mercado, si por algo se caracteriza el TTIP es por haber sido negociado en un marco de transparencia sin precedentes que choca con los procesos observados en otros pactos de gran alcance como fueron el de la Comunidad Económica Europea, el del Espacio Schengen o el de la creación de la Eurozona.

En el caso del TTIP, la Comisión Europea ha publicado alrededor de 125 documentos. La colección es de lo más exhaustiva e incluye todo tipo de papeles, incluyendo posiciones iniciales, conclusiones de las negociaciones, borradores para nuevas cumbres… Cualquier persona puede leer todos los documentos publicados aquí (por orden cronológico) o aquí (por temática).

"Sólo beneficia a las multinacionales"

Hay quienes afirman que el TTIP es un pacto diseñado para apuntalar el negocio de las grandes empresas multinacionales a ambos lados del Atlántico. Sin embargo, tal y como explicó la Comisaria Europea de Comercio a Libre Mercado, "la mitad de las exportaciones españolas al mercado estadounidense son de empresas de tamaño pequeño o mediano".

Hablamos de más de 17.000 pymes españolas que sufren las barreras comerciales en carne propia. Los fabricantes de calzado de Alicante, por ejemplo, pagan aranceles del 30% para vender su producto en EEUU. Otro caso digno de mención es el de la huerta murciana: la alcachofa, sin ir más lejos, soporta un gravamen del 15% en la frontera con EEUU, frente al 0% que ya se le aplica a los productores de Centroamérica.

"Privatiza la Justicia"

Según los críticos del TTIP, las disputas legales entre compañías extranjeras y gobiernos europeos pasarían a ser resueltas al margen de la Justicia ordinaria, "privatizando" el Estado de Derecho. En realidad, los 28 miembros de la UE ya han firmado más de 1.400 acuerdos de inversión que garantizan un trato no discriminatorio a las empresas extranjeras, con cláusulas que apelan a un arbitraje internacional en caso de disputas.

Bajo este sistema, los tribunales internacionales de arbitraje se convierten en una garantía contra la arbitrariedad jurídica. Estos organismos, en cuyas mesas se sientan representantes públicos y privados, se limitan a determinar si un gobierno ha ofrecido un trato de igualdad a las compañías extranjeras. Sus sentencias se limitan a casos aislados y no sientan jurisprudencia ni conducen a alteraciones de las leyes.

"Desregula en detrimento de la gente"

Escuchamos a menudo que el TTIP eliminará todo tipo de normas sanitarias o medioambientales, resultando en una desregulación que va en detrimento de la gente. Sin embargo, lo que la UE y EEUU van a hacer con estas cuestiones no es acabar con la regulación vigente, sino homogeneizar criterios para evitar discrepancias absurdas que solamente se explican con criterios proteccionistas. Hablamos, por tanto, de mejorar la regulación, no de eliminarla.

Un ejemplo, las máquinas de pastelería europeas no son aceptadas al otro lado del Atlántico bajo criterios supuestamente sanitarios. En consecuencia, estos productos se exportan a casi todos los países del mundo, salvo a EEUU. Con el TTIP se eliminarían esas normas, abriendo un nuevo mercado y tumbando un proteccionismo absurdo.

Otro ejemplo digno de mención es el de las cremas de protección solar. Los productores europeos ya están sujetos a pruebas científicas que garantizan su calidad, pero a la hora de entrar en el mercado estadounidense se enfrentan con otra ronda de análisis que burocratiza y complica el comercio. La firma del TTIP debería simplificar y unificar el proceso, manteniendo estándares de control que ahora ya no serían dispares.

"Deteriora la seguridad alimentaria"

Otro argumento habitual contra el TTIP apunta que su aprobación supondrá una avalancha de alimentos transgénicos y carnes hormonadas producidas en EEUU. Sin embargo, la venta de dichos productos no depende de este tratado, sino de la comisión correspondiente en Bruselas.

Si se aprueba el tratado, los productores europeos de ostras van a poder exportar a EEUU. La clave radica en que, hasta ahora, los estándares sanitarios eran distintos: en el Viejo Continente se analiza el agua en el que se crían las ostras y en Norteamérica se aplican las pruebas directamente al producto. Sea el que sea el nuevo criterio unificado, se abrirá un nuevo mercado que permanecía cerrado bajo falsos argumentos de "seguridad alimentaria".

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