Desde principios de año, cuando los datos económicos empezaron a mostrar una recuperación, los expertos bursátiles y los economistas han llenado los diarios y los informativos audiovisuales de consejos y ánimos a los inversores: las bolsas siguen la economía y están a punto de recuperarse de dos años de bajadas.
A la vista de cualquiera está que ocurrió todo lo contrario, y los últimos dos meses se llevaron por delante los ahorros de varios años y obligaron a cambiar los planes de millones de personas que preveían jubilarse anticipadamente.
La evidencia impulsó a los expertos a cambiar su consejo y advertir que sería mejor tener los pocos ahorros que aún quedaban en lugar seguro, pero apenas habían entrado en ese camino, las bolsas trajeron la espectacular recuperación de la última semana.
La nueva teoría es que ahora son las bolsas las que acabarán con la buena marcha de la economía porque la confianza de los inversores ha bajado. Pero Wall Street, después de un susto inicial, no parecía muy preocupada y el Dow Jones no se mostraba dispuesto a una nueva debacle: una muestra más de que la economía es un arte cuando trata de predecir el futuro y tan solo es ciencia cuando analiza el pasado.
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