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Alberto Recarte

y 3. La economía española

2003: dificultades económicas e incertidumbre política, 3


La economía española
Afortunadamente, en esta ocasión, la situación económica española es mucho mejor que la del conjunto de países de la Unión Europea y que Estados Unidos. No se trata de repetir las razones por las que la economía española está afrontando mejor que la mayoría la influencia depresiva del exterior, pero conviene mencionar al menos los factores que siguen influyendo positivamente en su marcha: el aumento del empleo –ligado a la inmigración–, la contención del gasto público en niveles inferiores al 40% del PIB, las rebajas de impuestos directos y la competitividad exterior, determinada, todavía, por el tipo de cambio infravalorado con el que la peseta se integró en el euro.

a)El cierre de 2002
En un artículo reciente manifestaba mi opinión de que el crecimiento de 2002 quedará por debajo del 2% para el conjunto del año, frente a un crecimiento menor del 1% para la Unión Europea. A pesar de este dato negativo –en relación con las expectativas gubernamentales– es seguro que se alcanzará el equilibrio fiscal, pues los ingresos se verán incrementados por dos vías. La primera, el espectacular aumento de cotizantes a la seguridad social, que ha sobrepasado todas las previsiones, y, en segundo lugar (más de 1.800 millones de Euros de aumento), el incremento de ingresos por el impuesto de sociedades, pues parece que las empresas están utilizando masivamente la oferta de pagar anticipadamente las plusvalías pendientes, al tipo reducido del 18% en lugar del 35% habitual.

b)Las perspectivas para 2003
En ausencia de cualquier otro estímulo, la economía española crecería por debajo del 1,5% en 2003. Así se deduce de las expectativas de gasto de consumo (aumento del 2%), de unos gastos en formación bruta de capital –que subirían un 2% sobre la cifra de 2002– y una ligera mejora de las exportaciones de bienes y servicios, manteniéndose el mismo nivel de importaciones.

El gobierno tiene, sin embargo, la posibilidad de hacer política económica y la va a utilizar bajando el IRPF. Los estudios preparatorios de Hacienda prevén que la rebaja del impuesto sobre la renta se traduzca, en ausencia de otras compensaciones, en un descenso de los ingresos fiscales de 3.600 millones de euros (de los que 3.000 se dejarían de ingresar ya en 2003) y, lo que es más importante en estos momentos, en un aumento del consumo privado, que elevará en medio punto la tasa de crecimiento del PIB, que podría situarse, de esta forma, entre el 1,4% y cerca del 2% anual. El propio aumento del crecimiento devolvería a las arcas de hacienda cerca de 1.000 millones de euros, por lo que podría plantearse un problema de déficit para el resto, hasta completar los 3.000 millones.

El posible déficit público podría producirse porque hacienda ha calculado –en el primer proyecto de cuadro macroeconómico– un crecimiento nominal del PIB de entre el 5,7% y el 5,9%, distribuido a partes iguales entre crecimiento real y crecimiento de precios. En definitiva, Hacienda, y el Gobierno, están presupuestando un crecimiento real del PIB en torno al 3%, y si esta tasa no se alcanza podría producirse un déficit público de, al menos, 2.000 millones de euros.

Sin embargo, hay dos factores, al igual que en 2002, que podrían ayudar a equilibrar las cuentas públicas: un aumento de cotizantes a la seguridad social mayor que el programado y un crecimiento de los ingresos por impuesto de sociedades por la rebaja de los tipos sobre plusvalías, que también se dejarán notar –aunque no tanto como en 2002– en 2003. El posible desequilibrio es importantísimo, porque la recientemente aprobada ley de equilibrio presupuestario prohíbe cualquier tipo de déficit público, por lo que el gobierno tendría que hacer frente a la situación con subidas de tasas, de otros impuestos indirectos o con un recorte de gastos, que en esta ocasión tendrían que ser inversiones públicas.

Si a lo largo de 2003 se produce una mejoría en la economía norteamericana y esta se traslada, al menos en parte, a Europa, al finalizar el ejercicio podríamos encontrarnos con un entorno exterior no tan negativo y con la posibilidad de afrontar 2004 con un poco más de optimismo. En cuanto al espectacular crecimiento del empleo en 2002, según los registros de ocupados de la seguridad social, es posible que se repita en 2003, porque una parte sustancial de ese incremento se debe al alta de inmigrantes, en general con bajos salarios, a los que compensa estar en situación legal pues, en contraprestación a los escasísimos pagos que ellos –y la mayoría de los trabajadores españoles– realizan directamente, al margen de lo que pagan los empresarios, reciben gratis sanidad, educación y pensiones no contributivas y tienen, con muy bajo coste, unos derechos a pensión contributiva muy importantes, sobre todo en el caso de bajos salarios.

El aumento del precio del petróleo y la guerra con Irak
España consume alrededor de 60 millones de toneladas de petróleo anualmente. Una subida promedio de 5 dólares, que de hecho ya se ha producido, significaría una transferencia adicional de recursos al exterior –y menor consumo o inversión en España– de 600 millones de euros, que supondría un menor crecimiento de cerca del 0,1% del PIB. Si el petróleo sube hasta 33-35 $/barril, el efecto será restar casi un 0,2% del PIB al crecimiento. Por tanto, los difíciles objetivos de crecimiento de 2003 podrían volverse todavía más inalcanzables

Así como el resultado de una subida del precio del petróleo se puede calcular, lo que pasaría en caso de guerra abierta con Irak es mucho más complicado. Dependerá de su duración, de la reacción de los países productores del área, del tipo de régimen que se instale posteriormente. Y no sólo de Irak. La guerra contra el terrorismo islámico no se puede limitar a Irak. El problema es la existencia de países –como Irán– fanáticos y capaces de producir armas de destrucción masiva. Por ello, la posible guerra con Irak es sólo una continuación de la de Afganistán, pero no el final de las confrontaciones con el fundamentalismo.

Hemos entrado en una época de inestabilidad política y militar que, además de afectar a las expectativas generales, afecta al petróleo, que sigue produciéndose básicamente en Oriente Medio. Rusia y las antiguas repúblicas soviéticas asiáticas pueden compensar algo los menores suministros de petróleo del Medio Oriente, pero no hay capacidad instalada suficiente para que constituyan una alternativa.

Conclusión
A escala mundial, 2002 está siendo tan difícil como se preveía a finales de 2001. A falta de cifras definitivas debe ser uno de los años de menor crecimiento global desde la II guerra mundial. Hay indicios de que el ajuste productivo y de precios a una nueva situación de menores expectativas ha avanzado, pero no hay seguridad de que haya terminado totalmente.

Mientras, Japón sigue sin saber qué hacer para reconocer la quiebra de su sistema financiero, lo que le mantiene en absoluto estancamiento; Europa demuestra su vejez y dependencia de los Estados Unidos. El único ciclo en el que se mueve la economía de todo el mundo cambiará a signo positivo cuando lo haga Estados Unidos. Sin embargo, la guerra de los fundamentalistas islámicos contra Estados Unidos –y contra el resto de la civilización occidental– introduce variables estrictamente políticas y militares, que probablemente jugarán su papel en el peor momento económico posible, retrasando quizá, una recuperación en algún momento de 2003. España, por su parte, se encuentra en una situación excepcional, creando empleo a pesar de crecer menos del 2% anual y manteniendo el equilibrio presupuestario y un bajo nivel global de gasto.

La influencia negativa que llega del exterior está limitando el crecimiento, pero hasta ahora no ha socavado los pilares de los equilibrios fundamentales de la economía. Una situación excepcional que no puede mantenerse indefinidamente.

Artículos anteriores en esta serie:
1.Ajustes y saneamientos
2.Norteamérica y los países desarrollados

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