(Libertad Digital) Según los cálculos del Deutsche Bank, recogidos en un informe de la Oficina de Información Energética de EEUU, y publicados este lunes por el diario El Mundo , el importe de los contratos entre Irak y las petroleras de estos tres países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU -Francia, Rusia y China- asciende a 41.000 millones de euros (6,8 billones de pesetas).
Tras esta inversión se esconde la posibilidad de explotar de forma conjunta con la Irak National Oil Company (INOC) un conjunto de yacimientos petrolíferos con capacidad para producir 4,7 millones de barriles diarios, el 6 por ciento de la producción mundial de crudo. Sin embargo, la mayor riqueza de Irak son sus reservas de crudo, que, según los expertos, sólo son superadas por las de Arabia Saudí y podrían rondar los 220.000 millones de barriles.
Los destrozos de la Guerra del Golfo dañaron seriamente la infraestructura petrolera iraquí y provocaron un fuerte descenso de las exportaciones. Además, el programa Petróleo por Alimentos ha frenado durante la última década la expansión de las grandes petroleras iraquíes. Sin embargo, con la ONU en el punto de mira por la gestión del bloqueo al régimen de Sadam, empresas francesas, chinas y rusas alcanzaron acuerdos por los cuales se aseguraban una posición de privilegio cuando la situación se estabilizara. Cabe recordar que zonas en este país, como el inmenso desierto situado al oeste, nunca han sido exploradas. Si a esto le sumamos la necesidad de reconstruir y modernizar la infraestructura petrolera, las posibilidades de negocio de estos países con Irak se multiplican.
Algunos expertos afirman que, de haber una guerra, el nuevo reparto del negocio petrolero beneficiaría a los países más beligerantes (Estados Unidos y Reino Unido) ya que los cuatro gigantes mundiales del negocio petrolero -Exxon, Chevrón (ambas estadounidenses), BP y Shell (británicas)- apostarán fuerte para sacar provecho del nuevo reparto.
Tras esta inversión se esconde la posibilidad de explotar de forma conjunta con la Irak National Oil Company (INOC) un conjunto de yacimientos petrolíferos con capacidad para producir 4,7 millones de barriles diarios, el 6 por ciento de la producción mundial de crudo. Sin embargo, la mayor riqueza de Irak son sus reservas de crudo, que, según los expertos, sólo son superadas por las de Arabia Saudí y podrían rondar los 220.000 millones de barriles.
Los destrozos de la Guerra del Golfo dañaron seriamente la infraestructura petrolera iraquí y provocaron un fuerte descenso de las exportaciones. Además, el programa Petróleo por Alimentos ha frenado durante la última década la expansión de las grandes petroleras iraquíes. Sin embargo, con la ONU en el punto de mira por la gestión del bloqueo al régimen de Sadam, empresas francesas, chinas y rusas alcanzaron acuerdos por los cuales se aseguraban una posición de privilegio cuando la situación se estabilizara. Cabe recordar que zonas en este país, como el inmenso desierto situado al oeste, nunca han sido exploradas. Si a esto le sumamos la necesidad de reconstruir y modernizar la infraestructura petrolera, las posibilidades de negocio de estos países con Irak se multiplican.
Algunos expertos afirman que, de haber una guerra, el nuevo reparto del negocio petrolero beneficiaría a los países más beligerantes (Estados Unidos y Reino Unido) ya que los cuatro gigantes mundiales del negocio petrolero -Exxon, Chevrón (ambas estadounidenses), BP y Shell (británicas)- apostarán fuerte para sacar provecho del nuevo reparto.