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Manuel Ayau

Otra idea empobrecedora

Anda flotando en Guatemala la peregrina idea de poner impuestos a las remesas que envían los emigrados a Estados Unidos a sus familiares. La excusa es que bajan el precio de las divisas y afectan así la rentabilidad de algunos exportadores. Mejor sería eliminar los aranceles a las importaciones para aumentar la demanda de divisas y entonces su precio subiría, mientras el país se torna más competitivo.

Sería una grave injusticia ponerle impuestos al producto del trabajo de quienes por falta de oportunidad en América Latina, sufriendo privaciones y hasta vejámenes, van a trabajar al exterior y luego su ingreso lo comparten con sus parientes que dejaron acá para aliviarles sus penurias. Simplemente sería una baja, inmoral y discriminatoria medida que, para colmo, demuestra una crasa ignorancia en materia económica.

Las remesas representan trabajo de guatemaltecos, como si hubiesen aportado su trabajo aquí y después exportado su producto, con la diferencia de que no compiten aquí por las plazas de trabajo sino en el exterior. Pero hay más; las remesas son propiedad privada, igual que los ingresos de cualquier otra persona que recibe pagos del exterior por exportación de productos y servicios. ¿Cómo justifican esa discriminación?

Gracias a las remesas se están exportando casas: constructores de vivienda gestionan ventas en Los Angeles y Chicago para que compren casas aquí para los familiares. Esa "exportación" de casas, representa trabajo para albañiles, carpinteros, fabricantes de ladrillos y bloques, pintura, cemento, artefactos, etc. que quienes construyen las casas lo venden fuera sin que salga nada del país. San Miguel en El Salvador es una ciudad construida con remesas de los emigrados.

Aducir que las remesas familiares afectan desfavorablemente los ingresos de algunos exportadores da risa porque toda exportación afecta la rentabilidad de los demás exportadores, quienes también aumentan la oferta de divisas. Con la misma lógica se podría proponer que se le fije un impuesto a la exportación de las maquilas (al ingreso de sus divisas) para aumentar el rendimiento de los exportadores de brécol. Con esa lógica arcaica sería una desgracia para el país encontrar gran cantidad de petróleo porque el influjo de divisas arruinaría el precio a los exportadores de café. La misma desgracia ocurriría si se estableciera aquí una gran industria robotizada de microchips como Intel.

No sorprende que lo empresarios no entiendan de economía, ya que no se enseñan los fundamentos económicos en las escuelas de negocios. Enseñan comercio, banca, mercadeo, finanzas, etc., pero no la teoría económica, porque no se considera necesaria para hacer negocios. En eso tienen razón. Prueba de que no es necesaria para los negocios es que el comercio siempre ha existido, mientras que la ciencia económica es muy reciente.

Lo malo es que quienes tienen éxito empresarial creen por ello que entienden economía. Hay notables ejemplos de ignorancia económica: George Soros, Bill Gates, Ted Turner y otros multimillonarios que frecuentemente hacen el ridículo entre economistas. El caso de los banqueros es un buen ejemplo, pues su error es conspicuo al creer estar en el negocio de dinero, cuando en realidad son intermediarios en el negocio de crédito; creen que el interés es el precio del dinero, cuando en realidad es el precio del crédito y si se les preguntara cuál es el precio del dinero, la mayoría se quedan mudos. Por fortuna, su ignorancia económica no impide que sean buenos banqueros.

Siempre hay quienes quieren favorecer a unos a costa de otros mediante discriminación impositiva. Los empresarios que no saben enfrentar las vicisitudes del mundo empresarial deben buscarse un empleo con sueldo fijo, en lugar de dedicarse a conseguir utilidades a través de influencias y privilegios políticos.

Manuel F. Ayau es ingeniero y empresario guatemalteco, fundador de la Universidad Francisco Marroquín y antiguo presidente de la Sociedad Mont Pelerin.

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