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Martín Krause

Redolarización de los depósitos

La Argentina ha desarrollado un profuso lenguaje propio —lunfardo—, influido por el aluvión de inmigrantes italianos a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Las letras de los tangos lo reflejan de su mejor forma, pero ha evolucionado mucho y el lunfardo de los tangos tradicionales ha sido reemplazado por todo tipo de nuevas palabras.

La creatividad argentina en este campo es notable. Y no menos lo es en el campo de la economía y de las normas jurídicas. Aquí que se presenta ahora una nueva palabra: "redolarización". Muchos se preguntarán qué puede significar tal cosa, o de cómo es que haya cosas que puedan dolarizarse, desdolarizarse o, como ahora, redolarizarse. El término dolarización se utiliza para señalar aquella reforma monetaria que reemplaza a la moneda local por el dólar estadounidense, situación en la que se encuentran Panamá, Ecuador y El Salvador.

"Desdolarización" o "pesificación" es lo que sucedió en la Argentina cuando el gobierno de Duhalde abandonó la convertibilidad entre el peso y el dólar y convirtió compulsivamente todos los depósitos bancarios en dólares a pesos. Esa medida significó una pérdida para los argentinos de 50% del valor de sus ahorros en dólares. El gobierno argumentó que tales dólares eran "ficticios", pues la gente podía llevar pesos a los bancos y pedir que su depósito a plazo fijo fuera en dólares. Pero eso no es cierto. En primer lugar hubo muchos que llevaron a los bancos dólares en billetes; y cuando llevaron pesos, el banco registraba dos operaciones, una de compra de divisas en el mercado libre de cambios, y luego el depósito de las mismas. Es decir que todos los depósitos eran en dólares reales.

Cuando se profundizó la crisis argentina a fines del año 2001, el gobierno primero prohibió la salida de los depósitos de los bancos y luego los convirtió a pesos, permitiendo un ajuste de los mismos según el índice de precios. Pero ese índice creció hasta ahora mucho menos de lo que creció el dólar, por lo que en términos de esta divisa los ahorros de muchos argentinos se diluyeron. No es de extrañar que entonces la gente saliera con sus cacerolas por las calles.

Ahora, la Corte Suprema ha fallado inventando una nueva palabra en esta historia "redolarización". El fallo se refiere a una demanda iniciada por la provincia de San Luis contra el Banco de la Nación Argentina que pertenece al estado nacional. Ese gobierno provincial tenía unos ahorros en dólares allí depositados, los cuales fueron pesificados como todos los demás. La Corte determinó que esa pesificación forzosa es inconstitucional, pues es una clara violación del derecho de propiedad, por lo que el mencionado Banco deberá devolver los dólares depositados o el equivalente de los mismos, dejando a ambas partes 60 días para llegar a un acuerdo sobre la forma particular de pago. Dicho fallo, además, fue recibido por miles de ahorristas como un triunfo y existen unas 100.000 causas pendientes que pueden recibir la misma suerte, ahora que la Corte ha sentado jurisprudencia.

Esto genera una situación paradójica: por un lado, resulta fundamental la importancia del fallo para que otro gobierno no pueda repetir el robo de los ahorros de la gente. Por otro, ¿cómo se resuelve el problema hacia atrás? Si se "redolarizan" los depósitos, ¿qué pasa con los créditos? Y si éstos no se redolarizan porque los deudores no podrían pagarlos, ¿quién pone la diferencia? ¿Los bancos? ¿El estado a través de bonos? Se trata de un debate que apenas comienza. Lo malo es que quienes terminarán pagando el plato no son quienes lo rompieron —los políticos—, sino que volverá a caer sobre los ya muy castigados ciudadanos argentinos.

Martín Krause es profesor de Economía y corresponsal de la agencia © AIPE en Buenos Aires.

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