El gobierno chino ha comenzado a enfrentarse a uno de los agujeros negros de su economía y que, en su caso, podría suponer el estallido de su sistema financiero. Se calcula que las pérdidas ocultas en los balances de los cuatro mayores bancos del país –en su inmensa mayoría procedentes de créditos acumulados desde hace muchísimos años a grandes empresas públicas sin futuro– ascienden, al menos, a 300.000 millones de dólares –aunque algunas fuentes elevan esta cifra hasta más del doble.
La noticia es una aportación de capital de 45.000 millones de dólares para dos de los cuatro bancos más importantes del país. El origen de los fondos para la ampliación de capital es la reserva de divisas extranjeras del banco central que, si se suman a las de Hong Kong, podrían alcanzar los 500.000 millones de dólares.