Los genios económicos del PSOE, encabezados por Miguel Sebastián, ese coyunturalista que nunca acertaba en sus pronósticos, deben estar encantados. Resulta que ha aumentado en más de 480.000 personas el número de los empleados en España en 2003, lo que significa un aumento del 3% del empleo neto, y como el PIB sólo ha crecido un 2,4%, el resultado es una pérdida de productividad de nuestra economía. Con lo cual, nos alejamos, otra vez, del modelo alemán y francés, países en los que se destruye proporcionalmente más empleo que lo que crece la economía, con lo cual, estadísticamente, crece la productividad. ¡Qué desolación¡ El Sr. Sebastián añora, sin duda, los días gloriosos del PSOE, aquellos años en los que la productividad no paraba de aumentar porque el empleo se estancaba o se desplomaba; más, en todo caso, que el PIB.
Centrándonos en la economía de verdad, no en la figurada, es llamativo que el empleo crezca lo que lo ha hecho y que, simultáneamente, se pierdan 80.000 puestos de trabajo en la industria –lo que confirma que el proceso de deslocalización está en marcha con fuerza– en nuestra economía. El peso de los servicios y de la construcción, sectores en los que es difícil medir la productividad o que la tienen baja, provoca esas anomalías estadísticas. Pero así es nuestro país y nuestra economía y nuestras políticas económicas y laborales tienen que reconocer esa realidad para mejorar lo que tenemos. Y tenemos, nada más y nada menos, que casi medio millón más de españoles e inmigrantes que están consiguiendo ganarse la vida y ayudar a sus familias.
En algo sí que tienen razón los economistas del PSOE: la productividad es importante. Pero la mejora a medio plazo de ésta se consigue, en una parte sustancial, con la formación y aprendizaje que se logran desempeñando un puesto de trabajo.