Hoy voy a pedir perdón, en mi nombre y en el de los españoles que quieran acompañarme. Pido perdón al PSOE de Miguel Sebastián y Zapatero porque no somos suficientemente productivos. Pido perdón porque somos millones los españoles que tenemos empleos que no están a la altura de las exigencias tecnológicas del equipo económico del PSOE. Pido perdón por la parte de culpa que pueda haber tenido en la tardía llegada a España de la revolución industrial. Pido perdón por haber aprovechado el tipo de cambio favorable al que nos hemos integrado en el euro y el rigor presupuestario del gobierno para crear empleo entre españoles e inmigrantes en el sector de la construcción, la hostelería, el turismo y los servicios en general; incluso por haber creado algunos cientos de miles de empleos industriales. Sé, sabemos, que en lugar de viviendas de baja productividad deberíamos haber invertido en investigación aeroespacial, en el desarrollo bioquímico y en la sustitución de la energía basada en el petróleo por otra que se decantara por nuevas fórmulas energéticas, entre otras posibilidades. Y me disculpo también por el clima y la situación geográfica, que nos distrae de quehaceres científicos más profundos, de tal forma que gastamos nuestros ahorros y creatividad en la ordinariez que supone hacer la vida más agradable a muchos extranjeros –estos, sí, productivos en sus países– dándoles acogida en nuestras costas. Y pido perdón, también, por vivir en un país en el que de los cuatro millones y medio de puestos de trabajo creados en los últimos años, algo más de un millón son puestos de trabajo temporales. Sé, sabemos, que sería estadísticamente mejor que estuvieran en el paro y que todos nuestros trabajadores tuvieran puestos fijos de trabajo. En definitiva, pido perdón por la situación geográfica de España, por su historia, pasada y reciente, y por no ser una mezcla de la Alemania de antes y la California de la nueva economía. Perdón.