Al minuto siguiente de ganar las elecciones el PSOE hizo desaparecer su programa de internet. En lo que respecta a la política económica no es una pérdida significativa, porque las incongruencias, las contradicciones y las indefiniciones lo hacían inviable. La operación se completa con el nombramiento de Solbes y la marginación de Sebastián. Una decisión imprescindible si se quiere dar carpetazo a las propuestas de este último: tipo único del IRPF, aplicación a las plusvalías del tipo general sobre la renta, eliminación de las desgravaciones por compra de vivienda y constitución de planes de pensiones, mínimo exento de 10.000 euros en el IRPF y reducción del impuesto sobre sociedades.
Olvidar esos compromisos, en la forma en que se formularon, es una estafa para los que votaron a los socialistas, pero será positivo para la economía española. El PSOE, en la mejor de sus tradiciones, sólo acierta cuando rectifica. La política económica del PP es la única referencia válida para los socialistas, si no quieren perder rápidamente credibilidad y la confianza de los inversores, empresarios y consumidores. Al contrario de lo que ocurrió en 1982 cuando el PSOE sucedió a la UCD, los socialistas pueden seguir ahora el camino que han dibujado los gobiernos de José María Aznar. Excepto que quieran que los 4,5 millones de empleos creados en estos años comiencen a evaporarse.