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Alejandro A. Tagliavini

Populismo a lo Chávez, Kirchner y Lula

Amnistía Internacional, que no es precisamente una organización de derechas, acusó a Hugo Chávez de no respetar los derechos humanos y de usar "excesivamente" la fuerza, tortura y malos tratos contra manifestantes venezolanos en febrero y marzo del 2004. Además, acusa al gobierno venezolano de no estar comprometido con la investigación de los hechos en los que murieron al menos 14 personas y más de 200 resultaron heridas. Para la organización -con sede en el Reino Unido- existe el riesgo de que se produzcan enfrentamientos violentos y violaciones a los derechos humanos, debido a que la muy seria crisis política venezolana aún no se resuelve.
 
El mismo Chávez, hace unos pocos días, entregó a la Argentina el primer embarque de 300.000 barriles de fuel oil (para reemplazar al gas natural para la generación de electricidad), como parte de un convenio para paliar la crisis energética en las pampas, según el cual, el gobierno de Venezuela financiará el 80% de la factura a más de un año y a una tasa anual de 2%. En el acuerdo, se compromete a proveer 8 millones de barriles de fuel oil y un millón de barriles de diesel a valor de mercado. Con los recursos obtenidos por esta venta, Venezuela se compromete a comprar a la Argentina productos agropecuarios y maquinaria. Aunque el convenio teóricamente establece que las transacciones se realizarán a precios competitivos a nivel internacional, la verdad es que se trata de un trueque primitivo, donde el método de “pago y financiación" no es más que un mecanismo contable. Lo cierto es que Venezuela está subsidiando el combustible, a costa de sus ciudadanos, en razón de arreglos políticos oscuros.
 
Kirchner entre tanto, después de provocar una seria crisis energética debido a la intervención estatal en el mercado (regulaciones y precios máximos que provocaron desinversión y alto consumo debido a precios artificialmente bajos), salio a insultar a las empresas petroleras privadas, enardeciendo a sectores radicalizados al punto que se produjeron varios desmanes, como el ataque con bombas molotov a la sede de Repsol YPF que, por supuesto, el gobierno “condenó”, cuando nada hizo para evitarlos. Al mismo tiempo, crea una empresa estatal y aumenta los impuestos y regulaciones a las empresas privadas. Mientras estas cosas ocurren, Kirchner decide no asistir a la boda de SAR Felipe de Borbón, quien sí estuvo en Buenos Aires para su asunción presidencial, pero invita al decano de los dictadores, Fidel Castro, a participar en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, a realizarse en Rosario, Argentina, con la presencia de los Reyes de España, del 17 al 20 de noviembre.
 
Entretanto en Brasil, mientras los problemas económicos se multiplican, al punto que muchos analistas internacionales han empezado a hablar de la posibilidad de la cesación de pagos brasileña y el “riesgo país” sube ante el nerviosismo que produce los próximos vencimientos de su deuda pública. Lula llega a ponerse tan nervioso que intentó expulsar de Brasil al corresponsal del New York Times que escribió acerca de las costumbres del presidente brasileño con respecto a las bebidas alcohólicas, costumbres que fueron ratificadas por una de las fuentes, el mítico dirigente socialista Lionel Brizola. "Que sirva de ejemplo" para que otros no repitan lo mismo, dijo Lula demostrando su poco respeto por la libertad de expresión. La expulsión, que hubiera significado una alevosa violación a la libertad de prensa sin precedentes en Brasil desde la dictadura militar, fue posteriormente suspendida.
 
© AIPE
 
Alejandro A. Tagliavini, miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas)

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