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Manuel Ayau

La indemnización baja los salarios

Mientras más merecido y justificado sea un aumento, más costoso le resulta a la empresa concederlo.

La indemnización por despido injustificado ha hecho un daño inmenso a los trabajadores. Sin esa indemnización, los trabajadores hubieran disfrutado de salarios más altos.  Primero por la forma como afecta al salario nominal y, segundo, al salario real. El salario nominal es lo que  les pagan y el salario real es lo que pueden comprar con ello. Esa llamada "conquista social" les ha salido carísima en términos del nivel de vida de sus familias.
 
Pero no sólo ha sido un desastre para los trabajadores en lo personal sino que ha restringido considerablemente el desarrollo del país. Examinemos las razones objetivamente, simplemente analizando sus efectos en los salarios reales y nominales, admitiendo de entrada que el único beneficio de la indemnización por despido injustificado ha sido la relativa mayor seguridad en el empleo. Pero, ¿a qué precio?
 
1. Es obvio e inevitable que cuando un trabajador que ya ha acumulado tiempo de servicio en una empresa pide un aumento, el patrono inmediatamente tendrá presente el efecto de tal aumento en su pasivo laboral. Esto es un fuerte incentivo para no conceder el aumento y es más poderoso a medida que el salario es mayor y el tiempo en la empresa más largo. Es decir, mientras más merecido y justificado sea un aumento, más costoso le resulta a la empresa concederlo. Negar que ese desincentivo tiene un efecto negativo en los salarios sería una necedad. Resultado: el trabajador gana menos.
 
2. Cuando a un trabajador se le presenta una mejor oportunidad de trabajo con mayor sueldo o condiciones y perspectivas mejores, lo normal sería que cambie de empleo. Pero cuando ya el trabajador ha acumulado tiempo de servicio, abandonar la plaza le significa perder su derecho acumulado a una indemnización. Es decir, cambiar de empleo representa un costo mayor mientras más tiempo ha trabajado y mejor se ha desempeñado. El trabajador no amenazará con irse si no se suben el salario, pues el patrón sabe el costo de dejarlo y como cada aumento incrementa el pasivo desproporcionadamente, el incentivo es no subirlo. El trabajador pierde así su poder de regateo. Resultado: el trabajador gana menos.
 
3. Al trabajador le conviene aceptar el costo de cambiar de empleo siempre y cuando el puesto nuevo sea tanto mejor y promisorio que le compense la pérdida de su indemnización en su anterior empleo. De lo contrario, preferirá quedarse donde está. Resultado: el trabajador gana menos. 
 
4. La falta de movilidad en el trabajo significa que los servicios laborales no tienden a estar donde su trabajo vale más y su aporte es mayor al valor agregado. Debido a esa rigidez artificial del mercado laboral (muy común en la vieja Europa), la productividad nacional es menor, los precios son más altos y el poder adquisitivo de los salarios es menor. Resultado: el trabajador gana menos.
 
5. La contingencia laboral y los posibles conflictos por indemnización incentivan a sustituir trabajadores mecanizando o automatizando en mayor grado del que justificaría la relación de costo entre capital y mano de obra. Esto significa menos plazas de trabajo en todo el país y disminución de la demanda por mano de obra. Según un viejo dicho: donde es fácil despedir es fácil contratar.  Resultado: los trabajadores ganan menos.  
 
¿Por cuánto tiempo más vamos a sacrificar a nuestros trabajadores en aras de una ideología equivocada y perversa?
 
© AIPE
 
Manuel F. Ayau Cordón, es ingeniero y empresario guatemalteco, fundador de la Universidad Francisco Marroquín, fue presidente de la Sociedad Mont Pelerin.

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