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Alberto Recarte

La fortaleza del sector financiero

tras diez años de ciclo alcista, los bancos y cajas van a volver a ser determinantes (...) para orientar el ahorro y la inversión familiares hacia la financiación de otros proyectos empresariales, dentro o fuera de España

Durante decenios, el sector turístico ha sido clave para explicar el desarrollo de la economía española. Su capacidad para generar divisas, su competitividad y su continua modernización explican que su papel siga siendo fundamental para mantener el crecimiento. Un segundo sector determinante en la economía española es el de la producción de vehículos de motor y un tercero, del que no se habla lo suficiente –en este sentido–, es el sector financiero.
 
Tras su tremenda crisis de finales de los setenta y principios de los ochenta, que se saldó con el paso por el fondo de garantía de depósitos de más del 20% de los depósitos del sistema financiero, el sector se ha modernizado, internacionalizado y capitalizado. Por supuesto que trabajar para una economía que continúa viviendo un ciclo alcista, que ya supera los diez años, explica muchas de esas mejoras y que la entrada en el euro, al eliminar el riesgo de cambio y el de alteración brusca de los tipos de interés nacionales, ha permitido que la política de expansión crediticia se haya mantenido con muchos menos temores que en anteriores ciclos.
 
Esa transformación se ha traducido en una financiación del proceso de expansión de la economía española a unos costes muy reducidos. La literatura económica española histórica es una queja permanente por el coste de la financiación y por la proporción de beneficios que absorbía el sector financiero. Eso se ha terminado. Los márgenes de las instituciones financieras españolas son similares, o menores, que las del conjunto de la banca en Europa o Estados Unidos. Unos márgenes tan reducidos provocan en una economía estancada, como la alemana, continuas crisis en muchas de las entidades financieras. En España, la internacionalización y el crecimiento de la economía permiten que unos márgenes de beneficio similares sigan fortaleciendo los fondos propios de la mayoría de las instituciones financieras.
 
Por otra parte, la influencia de bancos y cajas en España en la toma de decisiones familiares de ahorro e inversión es tan grande que no es posible entender el fenómeno del crecimiento del parque de viviendas en propiedad sin tenerla en cuenta. Y ahora, tras diez años de ciclo alcista, los bancos y cajas van a volver a ser determinantes, por su propia solvencia en primer lugar, para orientar el ahorro y la inversión familiares hacia la financiación de otros proyectos empresariales, dentro o fuera de España, distintos de los puramente inmobiliarios. Un reto para el sector y una condición necesaria, pero no suficiente, para que nuestra economía continúe creciendo en un entorno internacional especialmente difícil.
 

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