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Porfirio Cristaldo Ayala

Fiebre impositiva

Los países compiten ofreciendo a la inversión los más bajos impuestos. El aumento de impuestos resta incentivos a las personas para trabajar y a los empresarios para invertir,

Paraguay no ha crecido desde los años 80. La miseria se ha adueñado del país. Reinan la inseguridad, la violencia y el crimen, no se respeta la propiedad privada, el clima de negocios es el peor y figura entre los seis países más corruptos del mundo. Para volver a crecer y crear empleos se necesita atraer inversiones con urgencia. Pero el gobierno se niega a liberalizar la economía y reformar el Estado. Su política se limita a crear nuevos impuestos para, supuestamente, promover el crecimiento y bajar la evasión y la informalidad.
 
Es un error. Los países compiten ofreciendo a la inversión los más bajos impuestos. El aumento de impuestos resta incentivos a las personas para trabajar y a los empresarios para invertir, origina un peso muerto en la economía, promueve el contrabando y encarece la legalización de los negocios, forzando a muchos a la informalidad. Los nuevos impuestos crearán más miseria. Para reactivar la economía es preciso recortar los impuestos y dar las máximas garantías a la propiedad.
 
El recorte de impuestos fue la política adoptada por Kennedy en 1964, Thatcher en 1979, Reagan en 1982 y Bush en 2001, para promover el crecimiento. En todas partes, las reformas tributarias reducen los impuestos con el mismo fin. El nuevo Premio Nobel de economía, Edward Prescott, cuyas investigaciones se concentraron en los ciclos de negocios y en la respuesta de la economía a determinadas políticas de gobierno, afirmó días atrás que los recortes de impuestos de Bush fueron muy pequeños para reactivar la economía. Con menos impuestos la economía crecería mucho más, dijo.
 
A diferencia de la fracasada escuela keynesiana o estatista que aún predomina entre nuestros economistas, los de la escuela del lado de la oferta, como Prescott, enseñan que la rebaja de impuestos incentiva el trabajo y la inversión, promoviendo así el crecimiento y el empleo. Y no es raro que también aumente la recaudación. La Unión Europea es un ejemplo, dice Prescott. Debido a sus altos impuestos en comparación a EEUU, trabajan menos y el desempleo es mayor (9% en la UE y 5,4% en EE UU).
 
El equipo económico del gobierno paraguayo es de la escuela keynesiana. Pero el propio Keynes tendría dificultades para entender cómo el aumento de impuestos podría reactivar la economía. Este raciocinio se entiende, quizás, en el sentido de promover el crecimiento por el lado de la demanda aumentando el gasto estatal en la construcción de obras públicas. Pero esa política ha fracasado en todas partes. Es inútil pretender forzar la reactivación con obras públicas, ya que junto a los nuevos empleos que se crean se destruyen muchos más en el sector privado con el incremento de los impuestos y la caída en la demanda.
 
Por eso los keynesianos prefieren financiar el gasto público con la emisión monetaria inorgánica o inflación, haciendo andar la impresora de billetes del Banco Central. La inflación es el nefasto "impuesto a los pobres" porque los castiga duramente. Este esquema para robar a la gente puede resultar al principio, pero muy pronto los mercados se ajustan a las expectativas de inflación y se desploma el impulso del crecimiento por el lado de la demanda. A largo plazo, esto conduce al desastre: aumenta el desempleo y se dispara la inflación.
 
En Paraguay el desastre está cada vez más cerca. La pobreza y falta de trabajo avanzan peligrosamente y sólo un vigoroso crecimiento económico puede detenerlos. El déficit fiscal debe reducirse, no alzando impuestos –como desea el FMI– sino con austeridad y enfrentando en serio el contrabando y la evasión que se estima superior al 60%. El aumento de impuestos no es la solución. La carga tributaria, a diferencia de lo que asegura el gobierno, ya es muy alta debido a los enormes "impuestos ocultos" de la coima y el trámite, la inseguridad, baja productividad y falta de litoral marítimo.
 
La única forma de impulsar el crecimiento, crear nuevos empleos y salvar a los pobres del hambre es captando inversiones privadas. No hay otra. La ayuda externa y los créditos del BID y Banco Mundial no pueden sustentar el crecimiento. Para atraer inversiones es indispensable liberalizar la economía, proteger la propiedad, recortar los impuestos, eliminar los monopolios y reformar el Estado.
 
© AIPE
 
Porfirio Cristaldo Ayala, Corresponsal de AIPE y presidente del Foro Libertario.

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