¿Qué debe hacer el gobierno para que la producción tenga un crecimiento sostenido de 7 por ciento anual o más y genere los empleos que tantas naciones necesitan con desesperación? Un crecimiento así sacaría a millones de personas de la pobreza y el actual gobierno lograría más fácilmente su reelección. Todos ganan y todos querrán que el crecimiento continúe y surjan fuentes de trabajo para sus hijos. ¿Cómo se logran estas tasas de crecimiento? Una forma es liberalizando la economía para atraer inversión, que es la locomotora del crecimiento y la prosperidad.
Liberalizar la economía significa eliminar las trabas a la producción y dejar de intervenir los mercados con trabas al comercio, favoreciendo a grupos privilegiados, protegiendo los monopolios políticos y empresariales. Significa hacer las reformas de mercado que nunca se hicieron. No sólo es preciso privatizar y desregular la economía, sino también controlar la corrupción, acabar con el privilegio, el clientelismo y la “cultura del trámite y la coima”, estableciendo así un marco institucional transparente que proteja la propiedad y los contratos.
Liberalizar significa aplicar una rigurosa disciplina fiscal y monetaria, dejar de gastar inútilmente el dinero de los impuestos en sueldos de una burocracia indolente, subsidios y prebendas. Significa reducir el empleo público, ser austeros, rebajar la carga impositiva y facilitar en lugar de entorpecer la inversión y la producción. Significa modernizar la ley laboral para facilitar la contratación de jóvenes, viejos y trabajadores no calificados, abriéndoles así la puerta a los más débiles de la sociedad, en lugar de convertirlos en cargas para todos los demás.
Liberalizar significa privatizar la banca pública, abrir los ineficientes monopolios estatales a la competencia y la inversión privada. Significa reformar la seguridad social y permitir a los trabajadores invertir sus ahorros. Los recursos del Seguro Social que hoy se derrochan deben impulsar la inversión a largo plazo. Significa dejar a los particulares la producción de bienes y servicios, la concesión de obras públicas, la construcción y operación de aeropuertos, puertos, cárceles, hospitales, carreteras, puentes, centrales eléctricas, sin clientelismos, ineficiencias o malversaciones.
La otra forma de impulsar el crecimiento es a través de la inversión pública. Se promueve la inversión con la expansión monetaria inorgánica por el Banco Central, imprimiendo billetes sin valor y expandiendo el crédito. Este es el modo preferido por políticos y muchos empresarios porque los pone al mando de la economía, les permite otorgar créditos subsidiados, seleccionar “empresas ganadoras”, auxiliar a amigos en quiebra, proteger industrias obsoletas, dirigir la producción y crear empleos prebendarios en el sector público, todo a expensas del pueblo.
El problema con el método estatista es que al no existir una inversión genuina, la reactivación no pasa de ser una ilusión que pronto deja a los países nuevamente hundidos en inflación y miseria.