Edwin Feulner
Aquí tenemos 2 noticias. ¿Puede decirme cuál es la buena y cuál es la mala?
- Se espera que el crecimiento económico en los meses venideros esté entre el 3% y el 4%.
- Se espera que el crecimiento económico en los meses venideros sea del 0,7%.
Las respuestas podrían dejarle sorprendido. La primera oración en realidad representa malas noticias porque estamos hablando de la candente economía de Estados Unidos. El PIB creció el 5,3% en el primer trimestre así es que una caída al 3% significaría una ralentización.
La segunda oración representa buenas noticias porque estamos hablando de la moribunda economía francesa. El Banco Central de Francia ha hecho una predicción del 0,6% de crecimiento en el segundo trimestre, de modo que cualquier cosa por encima de eso es motivo para que París descorche champán.
Es el cuento de dos economías. La de Estados Unidos sigue expandiéndose rápidamente, produciendo crecimiento y empleos. Mientras tanto, en los países de la Unión Europea, la política monetaria unificada no ha ayudado a las naciones de forma individual a mejorar sus estancadas tasas de crecimiento.
Si Francia, Italia y Alemania fueran estados de Estados Unidos, estarían entre los más pobres de la Unión. La economía francesa sólo aventajaría a Arkansas, Montana, West Virginia y Misisipi en PIB per cápita. Alemania estaría por detrás de todos los 50 estados. Las compañías alemanas se desviven por hacer coches en Carolina del Sur y Alabama en lugar de hacerlos en casa. Estados Unidos crea más empleos en un mes que Francia o Alemania en un año.
Hay una lección aquí. Los equipos de fútbol europeos pueden hacer algo más que simplemente competir con el equipo norteamericano en el Mundial porque los franceses, alemanes, italianos y otros esperan que sus equipos destaquen. Si exigieran que sus gobiernos proporcionaran el mismo nivel de crecimiento económico que el gobierno americano, quizá las economías de Europa podrían competir con Estados Unidos.
El Secretario General de la ONU Kofi Annan casi planteó este punto en un artículo del 12 de junio en el periódico británico The Guardian. Escribió que le gustaría ver "a los ciudadanos preocupados por cómo podría mejorar su país el Índice de Desarrollo Humano o por la manera de reducir las emisiones de carbono o las infecciones de VIH".
Annan tiene razón manifestando esas preocupaciones. ¿Pero se da cuenta Annan que esas mejoras vendrían automáticamente a continuación si los países en cuestión aumentasen la libertad económica que, a su vez, generaría crecimiento económico?
En décadas recientes, Estados Unidos ha sobresalido en desarrollo humano. En 1959, el 22% de los americanos vivía por debajo del umbral de la pobreza. Hoy es sólo el 12%. Ése es el poder de una economía en crecimiento, que realza a sus ciudadanos y mejora vidas. Y cuando las economías crecen, la gente tiene más dinero para gastar en hacer que sus países sean más limpios y saludables.
Los europeos podrían reactivar sus economías haciendo lo que nosotros hemos hecho: bajar impuestos, limitar la intervención del gobierno y estimular el desarrollo empresarial.
El Índice de Libertad Económica de la Fundación Heritage suministra un práctico mapa de ruta. Clasifica 161 países basándose en 10 factores decisivos. Algunos de estos incluyen el nivel de intervencionismo en la economía por parte del gobierno (lo que tiende a ralentizar el crecimiento), los niveles de presión fiscal (los impuestos altos limitan el crecimiento), regulación, derechos de propiedad y política comercial (los europeos van arrastrando los pies en la cuestión de subsidios agrícolas).
Mientras que Estados Unidos está en el noveno puesto entre las economías más libres en el mundo, la "Vieja Europa" pugna penosamente. En el número 19 está Alemania, en el 42 Italia y Francia en el 44. Los tres puntúan marcadamente mal debido al "agobio fiscal del gobierno". Esto representa un enorme estorbo para sus economías. Sólo porque las naciones más ricas puedan pagarse unos gobiernos más grandes no significa que deban tenerlos, a menos que lo que quieran sea estancarse.
Lo que el mundo necesita es un Mundial de Economía, una competición para recortar el intervencionismo gubernamental y la presión fiscal y así poder mejorar la economía mundial. Esa competición hacia la cima generaría buenas noticias en el mundo entero. Y nos daría a todos la oportunidad de ser ganadores.
©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg
Edwin Feulner es el presidente de la Fundación Heritage y autor de un nuevo libro titulado Getting America Right.