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Fundación Heritage

Los disparates del efecto invernadero

Las nuevas tecnologías mejorarán nuestra eficiencia energética, reducirá las emisiones de todo tipo de gases efecto invernadero y podrían finalmente permitirnos absorber el CO2 y retirarlo de la atmósfera.

Edwin J. Feulner

Los que somos lo suficientemente mayores como para recordar los años 70 no tenemos el más mínimo interés en revivir aquellos días. Después de todo, fue una época de control de precios, de colas en las gasolineras y de recesión inflacionaria o "estanflación". Estos males fueron producidos por el intento de nuestro gobierno de "arreglar" la economía saboteando el libre mercado. En lugar de mejorarla, acabó creando una pesadilla económica.

Como John O'Sullivan nos recuerda en su excelente nuevo libro The President, the Pope and the Prime Minister (El presidente, el Papa y el primer ministro), Estados Unidos parecía entonces estar en declive.

El presidente Jimmy Carter "había concluido que el pueblo norteamericano debería aceptar con madurez limitaciones a sus esperanzas y horizontes", escribe O'Sullivan. Carter pensaba que "la forma de vida estadounidense, que combinaba libertad y prosperidad, ya no era posible en un mundo donde la escasez de materias primas hacía que los controles fueran esenciales y el racionamiento quizá moralmente obligatorio".

Pero Ronald Reagan no veía las cosas así. "Quienes hablan de una época de restricciones están hablando en realidad de sus propias limitaciones, no de las de Estados Unidos", reprochaba con severidad. Y, en efecto, cuando la Reaganomics reemplazó las fracasadas políticas de Carter, la economía norteamericana despegó y comenzó una expansión económica que dura hasta nuestros días.

Todo esto cobra especial importancia hoy porque muchos quieren que repitamos algunos de los mismos errores que convirtieron los años 70 en una pesadilla económica.

Esta vez, el motivo es el "calentamiento global" pero la receta es la misma: control gubernamental y crecimiento económico más lento. "Nuestro papel natural es ser el marcapasos en la carrera para detener el calentamiento global", explicaba Al Gore en un discurso este otoño. El ex vicepresidente dice que para hacer eso "debemos empezar por congelar las emisiones de CO2 de forma inmediata y luego empezar con severas reducciones".

Por supuesto, la razón por la que Estados Unidos emite tanto CO2 es porque tenemos la economía más grande del planeta. Por tanto, la receta de Gore es equivalente a decir que hace falta que mostremos al resto del mundo el camino a seguir congelando –y luego revirtiendo– nuestro crecimiento económico. Es el camino equivocado. En todo caso, lo que hace falta es aumentar el ritmo de nuestro crecimiento económico y el del resto del mundo. El crecimiento económico es, después de todo, la forma más segura de limpiar el medio ambiente.

Investigaciones citadas por el Banco Mundial han encontrado que, una vez que la renta per cápita de un país supera cierto punto situado entre 5.000 y 8.000 dólares, la contaminación empieza a descender. Parece ser que en cuanto la gente gana lo suficiente como para mantener a sus familias empiezan a sentir la necesidad de mejorar también su medio ambiente.

El éxito económico también genera creatividad. Nuestra vigorosa economía sigue desarrollando inventos ingeniosos como, por ejemplo, el iPod. Las conexiones de alta velocidad a Internet permiten que haya más gente trabajando desde casa, lo que implica que haya menos coches en las carreteras. Y mientras sigamos creciendo, los años venideros traerán alternativas energéticas cada vez más limpias y eficientes.

Recuerde que hubo un tiempo en que nuestra economía dependía de quemar árboles para producir energía. Hemos pasado de la madera al carbón, del carbón al petróleo y al gas natural y pasaremos de los combustibles fósiles a alguna otra cosa.

Como bonificación, las avanzadas tecnologías que nuestra economía desarrollará "podrían eventualmente hacer más fácil un progreso acelerado en la resolución de ese reto a largo plazo que es el cambio climático, mientras continúan ofreciendo los servicios energéticos y de otros tipos necesarios para mantener el crecimiento económico", según explica un informe del programa de tecnología sobre el cambio climático de la administración Bush.

Esto se debe a que las nuevas tecnologías mejorarán nuestra eficiencia energética, reducirá las emisiones de todo tipo de gases efecto invernadero y podrían finalmente permitirnos absorber el CO2 y retirarlo de la atmósfera. Pero esto sólo puede suceder si permitimos que el libre mercado, y la creatividad que éste genera, puedan florecer.

Si lo que queremos es eliminar el calentamiento global y mejorar nuestro medio ambiente, la respuesta es que hay que crecer a marchas forzadas y no repetir tontamente los errores del pasado.

©2007 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Edwin Feulner es el presidente de la Fundación Heritage.

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