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Hermógenes Pérez de Arce

Revolución en libertad

El intervenido mercado laboral socialista hace que nuestros jóvenes y mujeres tengan tasas de empleo 20 puntos porcentuales inferiores a las de países desarrollados

Eduardo Frei Montalva, presidente de Chile entre 1964 y 1970, acuñó este eslogan en los años 60, pero muchos creímos que venía de Konrad Adenauer y Ludwig Erhard, autores del milagro alemán: “libertad económica, democracia y prosperidad”. Pero no: era sólo otra revolución de izquierda, aunque sin paredón. De modo que, en vez de ser el Adenauer chileno, Frei acabó siendo el Kerensky chileno.

Pero "la cabra tira pa'l monte" y Chile hoy vuelve a las andadas, con una presidenta que viene del socialismo ultra, que llena al país de controles, aplica un desastroso plan socialista de transporte colectivo e interviene el mercado del trabajo, con el aporte de la guinda de la torta, el "salario ético" de monseñor Goic, que obliga a su jefe, el cardenal, a revisar los subcontratos de la Iglesia, tras lo cual temo que no le van a cuadrar los ingresos con los gastos.

La fiera socialista anda suelta otra vez. El Frente Anticapitalista pone bombas que los medios minimizan. Tiene un paro nacional de la Central Unitaria de Trabajadores contra el modelo económico. El profesor Patricio Cortés, de la Universidad del Desarrollo, resume la situación en su excelente artículo Emprendedores: váyanse de Chile, donde dice que el reciente GEM Report 2007 del London Business School y del Babson College muestra que Chile lleva una caída acumulada del 40 por ciento en su actividad emprendedora en los últimos tres años.

El intervenido mercado laboral socialista hace que nuestros jóvenes y mujeres tengan tasas de empleo 20 puntos porcentuales inferiores a las de países desarrollados, y que las mujeres del quintil de ingresos más bajos tengan una tasa de empleo de poco más de un tercio que las del quintil más rico.

Pero, como decía Radomiro Tomic, "el alba está por despuntar cuando la noche es más oscura". Y entonces surge la excelente propuesta de Sebastián Piñera: un ingreso mínimo ético para los pobres, que no interfiere en el mercado del trabajo ni genera desempleo, como el salario ético de monseñor. ¡La plata para los pobres y no para los burócratas!

Y yo añado: los dos billones o más al año que van al Ministerio de Educación, que se los den a los dos millones de hogares pobres en forma de cheques escolares, para que manden a sus hijos al colegio pagado de excelencia que elijan, pues alcanza. Y el otro tanto del monstruo burocrático que es el Ministerio de Salud, en forma de cheques sanitarios, para que los pobres se atiendan en la clínica privada que elijan, sin esperas, sin camas en los pasillos ni niños muertos por negligencia. Todo igual a lo que tienen los ricos.

Y hay que privatizar todos los otros monstruos estatales, de cuyas ubres se nutre el red set de la Concertación, y darles el dinero a los pobres. Así se terminarán las grandes desigualdades de ingreso.

¿Vendrá, por fin, la verdadera, genuina y definitiva revolución en libertad?

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